San Valentín remite al sello Harlequin, el gran referente popular de la Literatura Romántica. Su festejo por HarperCollins Ibérica incluye dar una oportunidad a las nuevas promesas de este género que lleva casi cuarenta años regalando finales felices a las lectoras en España. Hoy se calientan motores en Madrid: comienzan las precelebraciones en el VII Encuentro RA.
No podía ser en otra fecha: el 14 de febrero tendrá lugar el fallo. Casi trescientos manuscritos con una extensión mínima de cien páginas optan este año al V Premio de Novela Romántica (HQÑ) para autores de habla hispana convocado por HarperCollins Ibérica. Además de la publicación de sus obras en formato digital y papel, habrá un premio en metálico para el ganador de 2.000 euros y de 1.000 euros para el finalista, que serán determinados por un jurado que se compone de tres autoras (Carla Crespo, Marisa Sicilia y Mercedes Alonso), una bloguera (María Cabal) y el Departamento Editorial.
LEER acudió a la sede madrileña de HarperCollins Ibérica para tomar el pulso (o más apropiado, directamente los latidos) al que es indiscutiblemente el gran sello internacional del amor que en España encuentra su mejor acogida en lectoras de nivel medio, a partir de los veinte años.
La erótica del poder
Cientos de ejemplares de novela romántica invaden secciones especiales de las instalaciones madrileñas de HarperCollins Ibérica. Sobre las estanterías, las novelas con mayor solera, de lomo finito y cromatismo contundente, crean un isomorfismo peculiar. Dan ganas de hojearlo todo. Les suceden otros rincones no menos llamativos, de mayores contrastes, protagonizados por las publicaciones del siglo XXI, de más grosor, bastante variedad y flirteo de canto con las tonalidades pastel. Pero las joyas de la corona son tres volúmenes esmeralda de encuadernación clásica que compilan, con sus correspondientes cubiertas incluidas en el interior, los primeros números que se publicaron en España de las novelas de Jazmín desde principios de los años ochenta. La directora editorial de HarperCollins Ibérica, responsable literaria de Harlequin, María Eugenia Rivera, los atesora con mimo en una semioculta segunda fila de libros de su propio despacho y explica a LEER: “Jazmín, que ofrece el romance tradicional, más dulce y tierno, es una de las series troncales de novelas chiquititas, que se completan con Julia, Deseo y Bianca que brinda más fantasía y sexo pero preserva lo convencional en el sentido de que el protagonista sigue siendo el típico hombre poderoso”. Se trata esta última de una matización de intensidad, hilando muy fino, porque el personaje masculino de todas estas publicaciones, “a pesar de encontrar réplicas femeninas cada vez más fuertes y haber abandonado una rudeza colindante en algún primer momento con lo políticamente incorrecto que hoy sería inadmisible”, nunca ha dejado de ser una figura de poder, “fíjate en Las cincuenta sombras de Grey”.
De ahí viene, claro, uno de los más sorprendentes subtemas acuñados: Magnates griegos. “Sí, sí, el magnate griego es tendencia”, corrobora Rivera. Al parecer “ya lo era desde los comienzos, recuerdo que ese era el rol del protagonista de la primera novela del género que yo me leí, antes de empezar a trabajar aquí, en el año 1981, en una historia que arrancaba con el viaje de una chica a Grecia y de la que me sorprendía entonces una escena erótica de piscina, por ser muy poco habitual encontrar este tipo de descripciones en aquel tiempo”, rememora.
Junto a la de Magnates griegos, de todas las minicolecciones (Italianos, Franceses…) que van surgiendo espontáneamente según la demanda lectora, la que mejor ha funcionado es la de Jeques. Pero atención al apunte que enlaza con la vertiente escapista característica de esta literatura: “el prototipo de jeque de este imaginario es muy exclusivo, totalmente desligado de la realidad, se correspondería con un ideal semejante a Lawrence de Arabia”.
¿Y qué pasa con el seductor a la española? Al parecer, hace treinta y cinco años, en esta línea, no faltaban personajes españoles, “algunas obras con ellos en el papel protagonista sí que se publicaban, pero lo cierto es que era algo que trataba de evitarse: si incluso hoy la visión que se ha acuñado fuera de nuestro país del héroe romántico español es muy distinta a la que tenemos nosotros, ¡imagina cómo funcionaban los tópicos hace tres décadas en la mente de una escritora británica que podría no haber salido de su pueblo en toda su vida!”.
HQÑ
De hecho, tampoco fue fácil arrancar la joven sección local de Harlequin, “una apuesta que comenzó primero en digital y que después incorporó la publicación de las obras en papel”, informa la editora. El reto conllevaba hándicaps añadidos, como, por ejemplo, el hecho contrastado de que la ambientación argumental en territorio patrio no suele ser bien recibida por la lectora española quien, al percibir el escenario como algo demasiado cercano, ve resentida su lectura en intensidad respecto a esa “fantasía pura” que persiguen estas publicaciones.
No obstante, hoy este catálogo presume de haber conseguido ser “muy variado, con mucha novela ligera pero también con escritos de mayor profundidad, para quiosco y librería”. Con las apuestas locales, “decidimos no constreñir el género, liberarlo de normas estrictas más allá de lo más básico (estructura argumental de chico conoce chica, personajes definidos y tensión bien trabajada), ni siquiera imponer reglas rígidas en el número de páginas”, declara la editora.
Harlequin se no sólo se diversifica en todos los canales (quiosco, librería…) sino que, además, se atreve a hacer suyos todos los subgéneros sin complejos
Cabe señalar que existe presencia de algunos autores masculinos, quienes, tradicionalmente, como los estadounidenses, suelen publicar con seudónimo de mujer, y, además, en inglés. En el catálogo patrio, sin embargo, destaca J. (José) de la Rosa (Siete razones para no enamorarse, 2013; Siete razones para odiarte, 2014; Todas las estrellas son para ti, 2016). Y este invierno, las apuestas editoriales en este ámbito pasan por nombres como Marisa Sicilia, Mayte Esteban y Claudia Velasco.
Muy lejos aún de la envergadura y veteranía de las convenciones estadounidenses como, por ejemplo, la desarrollada por la RWA (Romance Writers of America) que este año cumple su trigésimo séptima edición (Florida, 26–29 de julio), “desde hace unos años han comenzado a organizarse en España algunos congresos sobre novela romántica, como el VII Encuentro RA (“Romántica Adulta”), de lectoras y escritoras, que se celebrará los días 10 y 11 de febrero con altas expectativas en base al notable éxito de la anterior convocatoria, según nos contó la organizadora”. La buena salud del género dentro de nuestras fronteras también está avalada por algunos detalles interesantes que revela el Premio de Novela Romántica para autores de habla hispana convocado por HarperCollins Ibérica, que en su ya quinta edición invita a que “se presenten novelas de temática romántica en cualquier categoría: contemporánea, histórica, erótica, paranormal, suspense…”. Es decir, no sólo Harlequin se diversifica en todos los canales (quiosco, librería…) sino que, además, se atreve a hacer suyos todos los subgéneros sin complejos.
El imperio Harlequin
“Con excepción de estos autores locales, la gestión de todo lo relativo al tema de derechos es global, hay una oficina central en Londres, Nueva York y Toronto; y las adquisiciones por colecciones se hacen desde allí y luego nosotros decidimos qué publicamos y qué no. Aparte de estas tres, hay oficinas en todo el mundo: Francia, Italia, Holanda, Alemania, Polonia, Hungría, Australia, Brasil…”, enumera Rivera, que se aprovisiona con ello de argumentos para defender una estrategia de éxito internacional sin precedentes contra el consabido prejuicio del sector hacia un género que desprecia en términos de “mero entretenimiento”. No ayuda para “desprejuiciar” que el origen de esta literatura sea el formato de “novelita corta”, barata y de quiosco. Frente a ello, afirma la editora: “La realidad es que actualmente disponemos de publicaciones muy dignas, buenas e incluso obras magníficas en el catálogo”. El problema, dice, es que “no llegan a entrar dentro de los circuitos porque no se consideran una lectura seria”.
En ventas, asegura que, “tras la crisis, se observa una recuperación, y, por ejemplo, el catálogo digital es inmenso y presenta unas ventas considerables”. No le cabe duda de que “la estadounidense Nora Roberts ha sido la autora de estrella durante mucho tiempo”, y que “hoy sigue gustando”. Por eso una miniserie completa de su obra es parte de los lanzamientos importantes invernales. También gozan de una cálida acogida las series de la irlandesa Lynne Graham, “hay predilección entre las lectoras, según nos han contado, por su Alpha Male, ese protagonista fuerte y protector, muy pagado de sí mismo pero al que la mujer acaba transformando en un corderito”. Por otro lado, destaca a Diana Palmer como “clásico americano” y a Megan Hart en la temática erótica. Se unen a esta temporada apuestas de internacional que pasan por: Elizabeth Lowell, Stephanie Laurens, Linda Howard, Susan Weaks, Susan Andersen, Julia London y Sarah Morgan. Todo un desfile de estrellas por la alfombra rosa que permitirá que editores de todo el mundo como María Eugenia Rivera puedan seguir asegurando que “decir Harlequin es decir la gran Novela Romántica”.
MAICA RIVERA (@maica_rivera)
Una versión de este artículo aparece publicada originalmente en el número de febrero de 2017, 279, de la edición impresa de la Revista LEER.