Al sonido de las campanillas del árbol de Navidad (¡otra criatura de luz se ganó las alas!) le acompañan susurros feéricos. No es una sorpresa, sabemos que la “gente menuda” siempre vuelve en tiempo navideño para reclamar protagonismo y recordarnos algunas lecciones importantes a través de su literatura, dejando después, a la partida y cierre de la historia, hermosas promesas de futuro en los corazones anhelantes de los lectores. Hagamos memoria para la ocasión. Por estas mismas fechas, hace dos años andábamos incluyendo en nuestra carta a los Reyes Magos aquellos maravillosos Cuentos de hadas de George MacDonald publicados por Atalanta. Y ahora, la editorial completa la apuesta con el lanzamiento de Fantastes, el título más importante del ilustre escocés que viene siendo adorado por tantos fieles como el más destacado escritor de fairy tales de la época victoriana y gran padre de la fantasía literaria moderna.
Nunca fue tan deliciosamente explícito abrir un libro y adentrarse en ese mundo al otro lado que nos aguarda tras las páginas. MacDonald, especialista en crear umbrales, físicos y místicos a la vez, para describir el proceso de tránsito (¡siempre mágico!), nos hace vivir un sueño lúcido con aventuras animadas por árboles parlantes, caballeros andantes, una dama blanca y otra hechizada en un espejo (Lewis Carroll integraba el círculo de amistades del escritor, no lo olvidemos), un ogro de largos dientes, estatuas bailarinas… ¿o sólo está contando el paso del alma por el reino de la muerte? Y si el suyo es un misterioso romanticismo cristiano sobre la buena muerte, ¿acaso cuando habla de dormir hace referencia, paradójicamente, a despertar? Todo dependerá de las capacidades, sensibilidad, gustos y ánimo de cada uno para acceder al nivel determinado de experiencia simbólica. Pero entonces, ¿a qué alude todo eso, en definitiva, si no a la propia vida? Asumamos nuestra condición mitopática como hizo el excepcional prologuista C.S. Lewis con la inestimable ayuda de su amigo J.R.R. Tolkien. Intentémoslo para acompañar genuinamente al joven protagonista, Anodos, en su “ascenso” íntimo, que incluye los tormentos de su propia sombra, a través de pasajes descriptivos tan exhaustivos como el afán de los pintores prerrafaelitas por plasmar el detalle de la naturaleza.
Lo fácil con Fantastes es quedarse en el tópico romántico o dejarse llevar por las tentadoras interpretaciones freudianas y junguianas. Pero no hallaremos ahí las claves que la han elevado a la categoría de obra revolucionaria y primordial. Al menos así lo entendemos quienes, siguiendo las pautas lewisianas del prólogo, invitamos a leerla advirtiendo la esencia inclasificable del autor, reconociéndole como gran conquistador de un territorio inédito entre la alegoría y la mitopoiesis; es decir, así lo sentimos quienes presumimos de tener sangre de hada y, como la primera mujer del cuento, necesitamos vivir constantemente en la frontera del País de las Hadas para comer de vez en cuando lo mismo que ellas.
Lejos se quedan, ajenos al verdadero secreto revelado, aquellos que reducen la debilidad de C. S. Lewis por su querido maestro, el subcreador MacDonald, a una mera afinidad a causa de la temprana orfandad de madre que ambos sufrieron. Basta con observar la fuerza con que, a las primeras de cambio, Narnia nos transporta a Fantastes (y viceversa) para intuir que la unión entre ambos imaginarios es mucho más compleja y profunda. A todas luces, el de MacDonald es uno de los libros más influyentes en la vocación y el pensamiento de Lewis, como documenta el experto británico Colin Duriez en la enciclopedia de referencia The A-Z of C.S. Lewis (Lion Hudson), añadiendo un dato ponderativo: según el hijo y biógrafo del escocés, Greville MacDonald, ningún otro escrito de su progenitor superó el enfoque imaginativo y el poder expresivo de esta obra que tenemos entre manos. No existen razones para dudarlo. Es la historia más vieja de todos los tiempos que ha de ser leída con ojos jóvenes. Te hará volver a creer en las hadas y, una vez iniciado el camino, no habrá vuelta atrás. Si te atreves a mirarla de frente, todo eso te dice Fantastes de sí misma. Por tanto, se trata de una propuesta ideal para esta época del año.
MAICA RIVERA (@maica_rivera)