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Una pica en el Midwest

En 2009 Ana Merino llegó a Iowa City, cuna del tallerismo literario anglosajón, para dirigir la creación del máster de escritura creativa en español. Diez años después, el Master of Fine Arts (MFA) in Spanish Creative Writing de la Universidad de Iowa es una referencia ineludible en el cada vez más universal y atomizado mapa de la literatura en español. Esta es la crónica en primera persona de esta aventura insólita. Por ANA MERINO

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El MFA de espa­ñol de la Uni­ver­si­dad de Iowa se rati­ficó ofi­cial­mente un jue­ves 16 de febrero de 2012, o al menos ese fue el día que lo cele­bra­mos por todo lo alto en el Old Capi­tol, icono y cora­zón del cam­pus, pero la his­to­ria de su ges­ta­ción y naci­miento es com­pleja y está llena de ele­men­tos que a veces recuer­dan a una ficción.

Fue en el otoño de 2008 cuando el escri­tor chi­cano San­tiago Vaquera-Vásquez me escri­bió a mi correo de Dart­mouth College con el anun­cio de una plaza que salía a con­curso para desa­rro­llar y diri­gir un MFA de espa­ñol en la Uni­ver­si­dad de Iowa. Nos pre­sen­ta­mos bas­tan­tes escri­to­res, pero yo tenía a mi favor la expe­rien­cia ame­ri­cana y haber par­ti­ci­pado en la crea­ción y con­so­li­da­ción de dos maes­trías. En los años que tra­bajé en Appa­la­chian State Uni­ver­sity en Boone, Caro­lina del Norte, monté una maes­tría para edu­ca­do­res, y luego, en los años que tra­bajé en Dart­mouth College, me metí de lleno en el pro­yecto de James Sturm y Miche­lle Ollie de cons­truir un MFA para crea­do­res de cómic en White River Jun­ction en Ver­mont. Es decir, en parte gra­cias a The Cen­ter for Car­toon Stu­dies (CCS) y todo lo que aprendí par­ti­ci­pando en el pro­ceso de su ges­ta­ción entre 2004 y 2009, me sentí pre­pa­rada para enfren­tar la aven­tura de Iowa.

Recuerdo que cuando me estaba mar­chando de Nueva Ingla­te­rra y ya había acep­tado la plaza de Iowa, James Sturm me dio gran­des con­se­jos y me advir­tió sabia­mente de las dife­ren­cias entre desa­rro­llar un más­ter de crea­ti­vi­dad en el con­texto de una escuela uni­ver­si­ta­ria sin ánimo de lucro, como la de ellos, frente a una uni­ver­si­dad esta­tal como la de Iowa. James tenía toda la razón; la pre­sión que se siente para cum­plir con los requi­si­tos en el con­texto aca­dé­mico reglado puede lle­gar a ser bru­tal. Durante dos años y medio, de agosto de 2009 a diciem­bre de 2011, tra­bajé como una auten­tica fiera desa­rro­llando toda la docu­men­ta­ción que nos per­mi­tió per­sua­dir a los esta­men­tos de la uni­ver­si­dad y a los regen­tes del estado de Iowa para abrir el pro­grama y que nos lo finan­cia­ran. Luego he sido la direc­tora del pro­grama hasta diciem­bre de 2018, cuando sentí que ya se había con­so­li­dado el pro­yecto y que era un buen momento para que otros lo ges­tio­na­sen y yo vol­viera a tener tiempo para escribir.

Apren­diendo a enseñar

En mi etapa ante­rior a Iowa, en Nueva Ingla­te­rra, suce­den dos cosas clave que mode­lan mi expe­rien­cia como crea­dora talle­rista. En el otoño de 2007 mi padre, el escri­tor José María Merino, es invi­tado por Dart­mouth College a dar un semi­na­rio de escri­tura de cuento en el depar­ta­mento de espa­ñol. Vivir un tri­mes­tre con él allí fue for­mi­da­ble. Tuve la opor­tu­ni­dad de verle en acción con los estu­dian­tes mien­tras le ayu­daba con la logís­tica de la clase del taller de cuento que impar­tió. Hizo mara­vi­llas con los estu­dian­tes, les motivó de una manera sor­pren­dente y logró que escri­bie­ran cuen­tos estu­pen­dos. No eran chi­cos con per­fil de escri­to­res, eran jóve­nes uni­ver­si­ta­rios que a tra­vés de la escri­tura crea­tiva que­rían mejo­rar su espa­ñol. Por eso, ver cómo mi padre adap­taba su expe­rien­cia de los talle­res de las escue­las de letras de España a ese tipo de per­fil me ayudó a enten­der cómo se podía ampliar el currí­cu­lum, y cómo dia­lo­ga­ban el campo de la crea­ti­vi­dad lite­ra­ria y el del apren­di­zaje para fines espe­cí­fi­cos. Toda­vía guardo copia del tema­rio de aquel taller de mi padre, que tituló “Apro­xi­ma­ción al cuento lite­ra­rio”, y que ha sido la base de los talle­res de fic­ción crea­tiva que yo misma he dise­ñado para la Uni­ver­si­dad de Iowa o para la Uni­ver­si­dad de San Gallen en Suiza.

Por otra parte, en el otoño de 2008 The Cen­ter for Car­toon Stu­dies me invitó a impar­tir el taller de escri­tura y lec­tura para los aspi­ran­tes a auto­res de cómic del más­ter en White River. Tuve enton­ces la opor­tu­ni­dad de tra­ba­jar con el per­fil de los crea­do­res de cómic y ayu­dar­les a refor­zar su dimen­sión narra­tiva y lite­ra­ria. Un año des­pués me con­tra­taba la Uni­ver­si­dad de Iowa para que creara y diri­giera el MFA de Escri­tura Crea­tiva en espa­ñol que que­rían establecer.

Ana Merino, en el centro, con los cofundadores del Center for Cartoon Studies, Michelle Ollie y James Sturm, el historietista Art Spiegelman y su esposa, la editora y directora de Arte de New Yorker Françoise Mouly. / Cortesía Ana Merino
Ana Merino, en el cen­tro, con los cofun­da­do­res del Cen­ter for Car­toon Stu­dies, Miche­lle Ollie y James Sturm, el his­to­rie­tista Art Spie­gel­man y su esposa, la edi­tora y direc­tora de Arte de “New Yor­ker” Fra­nçoise Mouly. / Foto cor­te­sía Ana Merino

Me mudé al Medio Oeste y tuve que apren­der a adap­tarme a los tiem­pos y a la infra­es­truc­tura de las uni­ver­si­da­des públi­cas de inves­ti­ga­ción esta­dou­ni­den­ses. Dart­mouth College es una ins­ti­tu­ción pri­vada, per­te­ne­ciente a la pres­ti­giosa Liga de la Hie­dra –Ivy Lea­gue–, mien­tras que The Uni­ver­sity of Iowa es pública y forma parte de las Big Ten. Al mar­gen de las cate­go­rías y cir­cuns­tan­cias téc­ni­cas, ir a Iowa City, cuna de los MFA y del talle­rismo lite­ra­rio anglo­sa­jón con su pres­ti­gioso Wri­ters’ Works­hop, me pare­ció una opor­tu­ni­dad única. Pero tam­bién supuso un gran sacri­fi­cio. Dejé un tra­bajo for­mi­da­ble en Dart­mouth College, donde mi carrera como inves­ti­ga­dora del cómic y los estu­dios de la infan­cia estaba des­pe­gando y había estado lle­vando a cabo varios pro­yec­tos liga­dos al acti­vismo y al com­pro­miso como parte de la for­ma­ción peda­gó­gica. Durante mi tiempo en Dart­mouth y White River tuvo lugar el hura­cán Katrina, y uno de mis pro­yec­tos fue pre­ci­sa­mente ir a Biloxi, en la zona donde impactó el ojo del hura­cán, en junio de 2007 con un grupo de volun­ta­rios a cola­bo­rar con Hands On Gulf Coast a dar apoyo en las tareas de recu­pe­ra­ción. Mien­tras me encar­gaba de la logís­tica coti­diana de los volun­ta­rios, ofre­cía cla­ses a los niños migran­tes que esta­ban teniendo difi­cul­ta­des para inte­grarse. Al año siguiente fui con un grupo de estu­dian­tes a la Repú­blica Domi­ni­cana para cola­bo­rar en unos pro­yec­tos con la comu­ni­dad hai­tiana migrante que tra­ba­jaba en pési­mas con­di­cio­nes en los cul­ti­vos de caña de azú­car. Tam­bién en esa época fui mucho a México a reca­bar infor­ma­ción sobre la reali­dad de los niños en situa­ción de riesgo y aban­dono que vivían bajo la tutela del DIF (Cen­tros de Desa­rro­llo Inte­gral de la Familia).

Cuando me ofre­cie­ron la posi­bi­li­dad de desa­rro­llar el MFA de Iowa, pensé que era fun­da­men­tal que aquel pro­yecto de escri­tura crea­tiva tuviera un com­po­nente de acti­vismo social. Que la crea­ti­vi­dad y los talle­res toca­ran a la comu­ni­dad que los rodeaba, y que los escri­to­res com­par­tie­ran esa pasión por la lec­tura y la escri­tura con los niños y los ado­les­cen­tes de las comu­ni­da­des his­pa­nas. A la vez que fui creando todo el currí­cu­lum aca­dé­mico, los talle­res téc­ni­cos y el plan de estu­dios, diseñé y fundé el Spa­nish Crea­tive Lite­racy Pro­ject, donde los niños y los ado­les­cen­tes han sido la prio­ri­dad de los talle­res y acti­vi­da­des comu­ni­ta­rias que lle­va­mos haciendo desde 2010. No puedo enten­der la crea­ti­vi­dad como pro­fe­sión sin esa ver­tiente del talle­rismo social. Ser escri­tor con­lleva aspec­tos de vida com­pro­me­tida con el presente.

 Cole­gas y amigos

Debo des­ta­car al falle­cido pro­fe­sor y cate­drá­tico Tom Lewis, que era jefe del Depar­ta­mento de espa­ñol y por­tu­gués en la época en que bus­ca­ban a alguien para que mon­tara el MFA, como el pri­mer motor que ayudó a ges­tar el pro­grama. Tom nego­ció con­migo mi con­trato en la pri­ma­vera de 2009, supo con­ven­cerme, por­que para ir a Iowa tenía que dejar atrás ese mag­ní­fico tra­bajo en Dart­mouth College y toda mi impli­ca­ción directa con The Cen­ter for Car­toon. Lewis lle­vaba un tiempo aca­ri­ciando esa idea de un pro­grama en espa­ñol con el poeta chi­leno Oscar Hahn, que se aca­baba de jubi­lar como pro­fe­sor, y dos escri­to­res, el tam­bién chi­leno Roberto Ampuero y el latino San­tiago Vaquera, que tam­bién daban cla­ses en el depar­ta­mento. Ni Roberto ni San­tiago tenían la titu­la­ri­dad, por lo que todo el peso de la ges­tión y cons­truc­ción del pro­yecto recayó sobre mis hom­bros de pro­fe­sora titu­lar recién lle­gada. Hubo otras per­so­nas clave que me ayu­da­ron en la redac­ción de la pro­puesta del pro­yecto. Por un lado, mi colega Brian Goll­nick, un pro­fe­sor mexi­ca­nista y tra­duc­tor que tiene una habi­li­dad espe­cial con la edi­ción de docu­men­tos farra­go­sos en inglés, y por otro el geó­grafo Marc Arms­trong, direc­tor de la Divi­sión de Len­guas desde el verano de 2010 y que tuvo la ama­bi­li­dad y pacien­cia de ayu­darme con el for­ma­teo y muchos aspec­tos prác­ti­cos de aque­lla propuesta.

Iowa City, Abril de 2010. Con el escritor chileno Roberto Ampuero, el chicano San­tiago Vaquera-Vásquez y el colombiano Santiago Gamboa. / Foto cortesía Ana Merino
Iowa City, Abril de 2010. Con el escri­tor chi­leno Roberto Ampuero, el colom­biano San­tiago Gam­boa y, sen­tado junto a Ana Merino, el chi­cano San­tiago Vaquera-Vásquez. / Foto cor­te­sía Ana Merino

A lo largo de estos años han ido lle­gando otros cole­gas que se han incor­po­rado al pro­yecto. En agosto de 2011 suma­mos al pres­ti­gioso escri­tor cen­troa­me­ri­cano Hora­cio Cas­te­lla­nos Moya, que ahora ya es titu­lar, y a quien pudi­mos con­tra­tar enton­ces gra­cias a un fondo del Digi­tal Huma­ni­ties. Hora­cio fundó, en febrero de 2013, la Revista digi­tal Iowa Lite­ra­ria en la que cola­boré acti­va­mente den­tro del comité edi­to­rial durante su pri­mera época, que duró hasta el otoño del 2017. Comenzó siendo la revista digi­tal del MFA, pero ahora es del Depar­ta­mento, y aun­que la siguen lle­vando los estu­dian­tes escri­to­res del MFA incor­pora a pro­fe­so­res de estu­dios lite­ra­rios en el equipo.

Ese agosto de 2011 tam­bién llegó al pro­grama el escri­tor mexi­cano Luis Hum­berto Crosth­waite, que estuvo con noso­tros hasta la pri­ma­vera del 2013. Y luego, en el otoño de 2012, llegó el poeta espa­ñol Luis Muñoz, que con­si­guió la titu­la­ri­dad en la pri­ma­vera de 2019 y ha tomado el relevo de la direc­ción del pro­grama. Hay otros dos escri­to­res que han tra­ba­jado con noso­tros, el mexi­cano Fritz Glo­ck­ner, que impar­tió talle­res entre enero y mayo de 2015, y más recien­te­mente, durante el otoño de 2018, el escri­tor gua­te­mal­teco Eduardo Hal­fon. A Eduardo le guardo un espe­cial cariño por­que quedó con­migo de fina­lista para la plaza de Iowa. Yo fui la ele­gida y me dedi­qué estos diez años al pro­yecto ges­tor; mien­tras tanto, mi amigo Eduardo ha cons­truido una carrera espec­ta­cu­lar como escri­tor. Ambos sabe­mos que si le hubiera tocado a él desa­rro­llar este pro­yecto hubiera tenido que renun­ciar a muchos aspec­tos de su lado crea­tivo. Tenerle como escri­tor invi­tado en Iowa impar­tiendo talle­res cuando ya estaba con­so­li­dado el MFA tuvo mucho encanto y era en cierta forma cerrar el círculo. Eduardo por un tiempo pudo ima­gi­narse en otra vida siendo pro­fe­sor en Iowa, ha vivido la expe­rien­cia del MFA cuando estaba ya asen­tado, y ahora es muy feliz con la exi­tosa vida que tiene como escri­tor en París.

Des­cu­brirse desde otros géneros

Hay varias cosas que me pare­cen clave de nues­tro MFA, y una es que el pro­grama sea mul­ti­ta­lle­rista, es decir, que el escri­tor que llega a for­marse expe­ri­mente con todo tipo de talle­res. Aun­que los alum­nos ten­gan un per­fil con­creto, pue­dan des­cu­brirse escri­biendo desde otros géne­ros. El MFA es parte del Depar­ta­mento de espa­ñol y por­tu­gués, y los estu­dian­tes deben tomar cua­tro cur­sos de corte aca­dé­mico con los pro­fe­so­res inves­ti­ga­do­res. Luego está la parte fun­da­men­tal de los talle­res, que deben ser varia­dos y per­mi­tir que el estu­diante expe­ri­mente la crea­ción desde dife­ren­tes géne­ros. Todos toman talle­res de poe­sía y fic­ción y tam­bién de no-ficción o de tea­tro, que sole­mos ofre­cer con regu­la­ri­dad. Tam­bién he ofre­cido varias veces el de cómic, y en una de esas oca­sio­nes los estu­dian­tes de Iowa hicie­ron cola­bo­ra­cio­nes con los estu­dian­tes del Cen­ter for Car­toon Stu­dies; aquel estu­pendo expe­ri­mento se con­vir­tió en un dos­sier sobre cómics para la revista digi­tal Iowa Lite­ra­ria. Hay ade­más un taller abierto para refor­zar el desa­rro­llo de un pro­yecto que puede ser de cual­quier género. Al final todos toman entre siete u ocho talle­res y se gra­dúan con una tesis crea­tiva, que debe con­te­ner mate­ria­les talle­rea­dos durante los dos años en Iowa y se defiende frente a un comité de al menos tres miem­bros: un direc­tor y dos lectores.

Como la Uni­ver­si­dad de Iowa es un lugar muy espe­cial con varia­dos y pres­ti­gio­sos pro­gra­mas crea­ti­vos en inglés, nues­tros estu­dian­tes tie­nen ade­más la opor­tu­ni­dad de tomar cua­tro cur­sos fuera de nues­tro depar­ta­mento. Nor­mal­mente eli­gen semi­na­rios del Works­hop, o de no-ficción y talle­res del MFA de tra­duc­ción lite­ra­ria. La parte más intensa de mi ges­tión era coor­di­nar las admi­sio­nes con un comité eva­lua­dor y ase­gu­rar fon­dos para que todos nues­tros estu­dian­tes admi­ti­dos tuvie­ran finan­cia­ción con ayu­dan­tías o becas. Muchas veces me tocaba adap­tar los mate­ria­les de las soli­ci­tu­des de aspi­ran­tes ibe­roa­me­ri­ca­nos al sis­tema esta­dou­ni­dense para que fue­ran per­fi­les com­pe­ti­ti­vos y pudie­ran ser eva­lua­dos por comi­tés exter­nos. Nues­tro MFA es en espa­ñol, pero la uni­ver­si­dad lo ges­tiona todo en inglés, por lo que me pasaba muchas horas escri­biendo infor­mes y car­tas en inglés.

Ana Merino y Horacio Castellanos Moya, retratados en Managua durante el festival Centroamérica Cuenta 2014. / Daniel Mordzinski
Ana Merino y Hora­cio Cas­te­lla­nos Moya, retra­ta­dos en Mana­gua durante el fes­ti­val Cen­troa­mé­rica Cuenta 2014. / Daniel Mordzinski
 Apren­der enseñando

Me gusta mucho ense­ñar talle­res. Crear y dise­ñar el de poe­sía me ayudó a orde­nar mi pro­pia mirada como poeta. Ela­bo­rar acti­vi­da­des para per­fi­les varia­dos de escri­to­res que no nece­sa­ria­mente quie­ren ser poe­tas, o han leído poe­sía, pero que gra­cias a nues­tro taller expe­ri­men­tan con esa posi­bi­li­dad. El taller de tea­tro tam­bién es muy espe­cial por­que empecé a escri­bir tea­tro pre­ci­sa­mente en Iowa City, y allí tam­bién pude estre­nar La reden­ción, mi ter­cera obra, con un mon­taje que incluía en su elenco a los miem­bros de la comu­ni­dad, y que seguía dia­lo­gando con la idea del talle­rismo com­pro­me­tido. Me ilu­siona pen­sar que los escri­to­res que pasan por aquí pue­dan expe­ri­men­tan la aven­tura crea­tiva uni­ver­si­ta­ria de una forma abierta y com­pro­me­tida. Al menos así entiendo yo la idea del talle­rismo y lo que sig­ni­fica ser un escri­tor que com­parte con los demás su pro­ceso crea­tivo y aspira a que la lite­ra­tura lle­gue a todas par­tes. Los estu­dian­tes desa­rro­llan un pro­grama de lec­tu­ras públi­cas bilin­gües en cafés de la ciu­dad que lla­ma­ron “Sub­ti­tu­la­dos”, y es en espa­ñol con sub­tí­tu­los. A la vez que hacen sus lec­tu­ras sue­len fabri­car diver­ti­dos fan­zi­nes que fun­cio­nan como para­tex­tos crea­ti­vos que com­ple­men­tan sus propuestas.

En la pri­ma­vera de 2013 gra­dua­mos al pri­mer grupo. Las pio­ne­ras fue­ron dos espa­ño­las: Rosa­rio Mérida con una obra de fic­ción y Paula Lama­mié de Clai­rac con una de poe­sía. Desde enton­ces no hemos parado de cele­brar los éxi­tos de los alum­nos que han vivido el MFA con noso­tros. Entre nues­tras gra­dua­das des­ta­can la nove­lista argen­tina Lolita Copa­ca­bana o la recién galar­do­nada con el pre­mio Tus­quets de novela Elisa Ferrer, pre­ci­sa­mente con un libro que tra­bajó en nues­tro pro­grama. Tam­bién están las poe­tas Vio­leta Gil o Helena Gar­cía Mariño, que ya publi­ca­ron los poe­ma­rios que talle­rea­ron en Iowa, o el poeta Carlo Ace­vedo, que con el poe­ma­rio que hizo con noso­tros ganó el Pre­mio Arci­preste de Hita. Entre los narra­do­res des­ta­can el colom­biano Iván Parra, que saca ya su libro de cuen­tos, el argen­tino Pablo Otto­ne­llo, que tam­bién publicó sus cuen­tos, el escri­tor espa­ñol Miguel Serrano Larraz, que está en su segundo año, o el colom­biano José Covo, que se gra­duó la pri­ma­vera pasada y pronto sacará su novela. Tam­bién hemos gra­duado a alum­nos apa­sio­na­dos por el tea­tro como Samuel Jam­bro­vic, que escri­bió una estu­penda pieza que espe­ra­mos se monte algún día.

Para muchos es sor­pren­dente la can­ti­dad de talento que sale de la pequeña Iowa City. Noso­tros, los del MFA de espa­ñol, hemos gra­duado desde mayo de 2013 a 26 estu­dian­tes, y el pró­ximo año se suma­rán otros siete que están ahora fina­li­zando sus pro­yec­tos. He tenido la inmensa suerte de ser parte de esta curiosa fic­ción de escri­to­res ilu­sio­na­dos que bus­can su camino lite­ra­rio pasando por Iowa City para hacer un MFA.

Revista LEER, número 295, Otoño/Invierno 2019

 

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