Natural de Barcelona, cosecha del 58 y de familia italo-española, Laura Pérez Vernetti es ejemplo de dibujante inquieta y atrevida que siempre ha discurrido por los caminos menos trillados. Con el reciente Viñetas de plata (presentación en Espacio LEER el 20 de abril), se consolida como abanderada de un nuevo género gráfico que ilumina la obra de poetas clásicos y actuales.
Ya como estudiante de Bellas Artes empezó a dibujar cómics, y allá por 1981, a sus 23 años, y firmando como Laura, Pérez Vernetti se iniciaba profesionalmente en las páginas de El Vívora. Sus historietas llamaron la atención por la rotundidad de sus desnudos femeninos –también los masculinos– y sobre todo por la temática de sus páginas, rondando argumentos mitológicos, literarios y casi filosóficos. Su obra se mantenía en un estándar culto, diferenciado del habitual en los tebeos de aquellos años.
Una de sus primeras obras, titulada El toro blanco, publicada junto al guionista J. M. Lo Duca primero en El Vívora y luego en un álbum monográfico de 1989, dejó la huella de una creadora a tener en cuenta. Fue un formidable arranque, dado el prestigio internacional de Lo Duca, con quien repitió éxito en 1990 con La Trampa.
Encuadrada en los grupos más audaces y atrevidos, se fue forjando una fama de creadora dura e implacable, insobornable y tenaz, que no se apeaba de sus convicciones, sus temas cultos y su estilo impar. Sus historietas evocaban la xilografía, el grabado renacentista, los aguafuertes y los experimentos del expresionismo alemán. El dibujo limpio y rotundo contrastaba con sus temáticas oscuras y comprometidas. “Me apasionan un montón de autores y estilos de diferentes épocas y me resulta, por lo tanto, difícil señalar influencias. Milton Caniff, Will Eisner, Alex Raymond y su Flash Gordon, Hergé, Moebius, los autores españoles del TBO y de Bruguera, Coll, los italianos del Corriere Dei Piccoli, y el Linus, Alterlinus y Alter Alter, americanos como Burns, Chris Ware o Spiegelman, japoneses como Tatsumi o Maruo, franceses como Loustal o David B, la israelita Rutu Modan…”.
En 1996 publica un nuevo libro de historietas, esta vez para Camaleón, en el que interpreta Markheim, el relato de Robert Louis Stevenson. Será la primera de muchas adaptaciones literarias. “Siempre he sido una gran lectora de novela, cuento y poesía, y a lo largo de mi carrera como historietista he adaptado al cómic a un total de 33 escritores: James Joyce, Maupassant, Thomas De Quincey, Carlson McCullers, Marcel Schwob, Dostoyevski, Kafka…
Es en 2011 cuando se decide a dibujar historietas sobre poesía. Luego de sumergirse en la lectura de Pessoa compone un libro titulado Pessoa & CIA editado por la firma especializada en poesía radicada en Málaga Luces de Gálibo. Su responsable, el también barcelonés Ferran Fernández, se convertirá en el avalista de esta nueva etapa creativa de Pérez Vernetti. “Llevaba varios años queriendo adaptar a Pessoa, pero pensaba que era una tarea imposible porque, por ejemplo, El libro del desasosiego mezcla el diario, el ensayo y la ficción. Sin embargo, estudié aquellos pasajes que se podían narrar en secuencia, y lo mismo hice con los poemas de sus diferentes heterónimos y surgió Pessoa & CIA. Desde entonces comencé a relacionarme con diferentes poetas como Jesús Aguado, José Ángel Cilleruelo, Luis Alberto de Cuenca, Isabel Bono, Menchu Gutiérrez, el propio Ferran Fernández y otros; y consideré que, aparte de dibujar a los grandes poetas consagrados como Pessoa o Rilke, también debía apostar por los poetas españoles vivos que en estos momentos están luchando por su poesía, tarea muy difícil”.
Al trabajo sobre Pessoa siguieron otros tres libros para Luces de Gálibo: El caso Maiakovski en 2014, Poémic en 2015 y Yo, Rilke, en 2016. Y para la editora del Centro Cultural Generación del 27 de Málaga, el libro titulado Ocho poemas. Novela Gráfica, en 2016. El último título, por ahora, es Viñetas de Plata (Reino de Cordelia). Medio año trabajando al alimón con Luis Alberto de Cuenca para culminar un volumen de 117 hermosas páginas, con escenas singulares de quince poemas y sus historias, en los que el propio poeta aparece como en cameos cinematográficos.
Pasar de dibujar historias narrativas, algo consustancial al arte de la historieta, a exponer la sensibilidad poética propia de un arte intimista, abstracto y musical ha sido un desafío. Y en ello sigue, con aciertos y dificultades múltiples. “Debido a que llevo dibujando cómics desde hace 37 años, cuando leo visualizo de forma espontánea. La poesía es muy difícil de adaptar al cómic, más que el cuento y la novela, porque en gran parte no es narrativa. En Viñetas de Plata he tenido la suerte de colaborar con un poeta eminentemente narrativo y muy cercano en la estructura poética al guión del tebeo. Luis Alberto siempre ha sido un gran lector y defensor de los tebeos y de la cultura popular y, por lo tanto, muy cercano al lenguaje y al arte del cómic”.
LUIS CONDE
Una versión de este artículo aparece publicada en el número de abril de 2017, 281, de la Revista LEER.