Javier Expósito tiene una voz fuerte y serena de actor, gestos cuidadosos y una fortaleza entre montañesa y espiritual. En sus ojos brilla la poesía y a su rostro lo ilumina un ascetismo jugoso, como de personaje de Ribera escapado a un cuadro de Chagall. La oportunidad de comprobarlo llega mañana, durante su firma de Pájaros en los bolsillos (Editorial la Huerta Grande) prevista en la caseta 32 (librería Antonio Machado) #FLM15 de 19:00 a 21:00 h.
Toda su trayectoria humana y profesional es un canto a la independencia. He aquí a un outsider integrado que va de frente y no se calla. Escribe desde que recuerda. A los trece años se autodenominaba “El animal” por rechazo a las matanzas que perpetran los seres humanos. Veía en el mundo un espejo de crueldad, quizás porque “Expósito” es una marca de orfandad, la de un abuelo abandonado a las puertas de un convento del norte peninsular. El muchacho intentó ignorar ese estigma. De “El animal” pasó a firmar Javier Herbosa, todo para saltarse aquel apellido. Al final, paradojas del destino, hasta que no lo asumió, no logró publicar ni construir su particular acceso a los cielos este periodista de formación y labor, poeta desde la médula y enamorado de la vida y del mundo, que borra los géneros del arte y la literatura en aras de la libertad total del sentimiento. “Las pequeñas cosas tienen su exacto reflejo en las grandes. Todo está relacionado. Que yo abrace un árbol permite que se abran mundos posibles, que me conecte a las raíces y a las copas y a la corteza, que yo mismo sea un árbol que permanece en su sitio. Mi literatura es mi eje. Hay una parte que viene de mí y otra que filtro por mis creencias. Nuestra manera de movemos en la tierra tiene su reflejo en el cielo. Mi literatura es para el corazón y el alma”, dice. Primero publicó Más alto que el aire (Libros del Olivo) del que sostiene, en su idea de escritor como canal, que le fue dictado igual que si fuera un escriba de su propio daimon, su mitad más sabia. Aquel breviario para el alma sigue vivo en las librerías y en las representaciones con las que recorre España cual bardo clásico, con todo lo antiguo y eterno de esta vocación que es más condición que oficio. Más alto que el aire fue escrito después que Pájaros en los bolsillos, libro de relatos sugerente y encantador que también despliega en veladas donde fusiona con gusto música, narración y poesía.
“Pájaros en los bolsillos me ha enseñado a dorar la virtud de la paciencia y a aceptar que lo que tiene que suceder, sucede”. Porque, tras diez años migrando, han anidado en La huerta grande, proyecto editorial capitaneado por Joaquín García-Quirós, ingeniero industrial y empresario, Philippine González-Camino, periodista y escritora y Fernando Gomarín Guirado en cuya colección de narrativa “Hespérides” se han editado estos cuentos donde cotidianeidad, clasicismo y modernidad se concretan en historias sorprendentes para escuchar y leer. La huerta grande ha sido, en palabras de Expósito, “una revelación.”. “Sólo tirando del hilo de la sincronía se puede salir de los laberintos”, explica sobre la compenetración de la que disfruta con sus editores. Javier Expósito es un hombre de palabra, símbolos y señales que ya no se mueve sin esa química que surge de las afinidades electivas. No en vano conoce a fondo el asunto engorroso de los libros en calidad de autor y también de editor ya que capitanea la colección Obra Fundamental de la Fundación Santander que revitaliza a Eduardo Zamacois (Cortesanas, bohemios, asesinos y fantasmas) o a Elena Fortún y Matilde Ras (El camino es nuestro), creadores con voz propia a quienes España se empeña en olvidar. Si de algo es caballero este ciudadano del mundo es de la Literatura de la Luz pues, si desde la oscuridad o a través de ella se llega a la claridad, toda sombra esconde un regalo; así, abomina alegremente de la tragedia y desesperanza que rezuman tantos libros de autoficción ombliguista. Para Expósito literatura y vida van unidas, lo que obliga a una coherencia que tiene su precio. “No creo en los que escriben sólo desde la mente y defienden que el escritor no tiene nada que ver con la obra”, comenta. Sus modelos son quienes unieron humanismo y arte, como León Felipe. “No imagines sufrimientos que no hayas experimentado y no dibujes cuadros que no hayas visto, pues la mentira en un cuento es mucho más aburrida que en una conversación”, avisaba Chéjov. Y Pájaros en los bolsillos también sigue este principio, lejos de las temáticas colectivas donde tantos autores se enquistan al calor mediático.
“Las emociones y los sentimientos nunca pasan de moda. Estos cuentos nunca podría haberlos escrito sin vivirlos. En cuanto a su brevedad y a la forma casi fragmentaria en la que están escritos responde a la manera en la que hoy vivimos y leemos”, explica. Estas mil y una noches, tan escuetas y certeras, enganchan desde el primer párrafo sin concesiones a lo esperado y destilan humor, ternura, crueldad, romanticismo, magia, leyenda y naturaleza. Además, a pesar de pequeños homenajes a Buzzati, Rulfo, Chéjov o Borges, Javier Expósito nunca se deja aplastar por los maestros. Tiene demasiado que contar, muchos mundos paralelos que investigar. De su mirada íntima surge una voz propia, refrescante. Con mensaje y propósito pero sin pamemas. “Estamos conectados para aprender los unos de los otros pero vivimos en un sistema donde hay poca empatía, la costumbre de etiquetar. Se incentiva el miedo y el gregarismo.” En definitiva, la misma incomprensión y extrañamiento que viven Juan Gallina, encerrado en el gallinero por poner huevos con los que su familia comercia o Charrito, un niño de agua que, asaeteado por espinos mientras juega, termina de nuevo en el vientre de su madre no se sabe si para renacer o víctima de un canibalismo liberador.
Nuestra manera de movemos en la tierra tiene su reflejo en el cielo. Mi literatura es para el corazón y el alma
Experimenta también con la historia que convierte en leyenda y en mito (El árbol Gaugia y La corte milagrosa) o la búsqueda de la mujer y el amor (La rosa inmarchitable). Pájaros en los bolsillos son pequeñas historias extraordinarias, una radiografía de las emociones y el espíritu. “Ya no creo en los géneros literarios, en las fronteras ni en que seamos de un sitio u otro sino de todas partes y todas las almas”, declara. “Esta es una época donde se lucha contra los sueños para que no se cumplan porque realizarlos es ser libre. Son esenciales para el ser humano. Somos lo que soñamos. Sin ellos se anula la posibilidad de llegar a ser el que eres, mi meta”, añade. La mejor vacuna contra esta amenaza es leer con calma el pavoroso relato El saurio del sueño, descripción de las andanzas del oniraptor, muy buscado por los grandes consorcios económicos gracias a su capacidad de destruir sueños.
Suerte que aún quedan cruzados como Javier Expósito, autor bien centrado en su eje, para recordar a los lectores que la literatura da alas para volar y armas para pelear contra el negocio del desánimo.
Ada del Moral