Me impactó la imagen de C.S. Lewis al lado de la de Sigmund Freud en la portada del libro del Dr. Nicholi, supe inmediatamente que saltarían chispas si juntaba a ambos sobre el escenario”, rememoraba Mark St. Germain para LEER en el número de noviembre de 2013 de la revista. Así fue como escogió el estimulante libro La cuestión de Dios (Rialp), del psiquiatra Armand M. Nicholi, como base para alumbrar un texto teatral, Freud’s last sesión (estrenado en 2009). Después, lo enriqueció con “otras muchas lecturas porque era más relevante conocer a estas dos celebridades por sus distinciones y similitudes como seres humanos que hacerlo a través de sus diferencias filosóficas”.
Lo cierto es que su intuición primera se vio respaldada por el éxito de la obra, constatando que Lewis es un revulsivo perfecto en nuestro tiempo. Esto viene a ser corroborado, una vez más, por el actual montaje de Tamzin Townsend, que dirige La sesión final de Freud hasta el 22 de febrero en la Sala Pequeña del Teatro Español. Son Eleazar Ortiz y Helio Pedregal (en la imagen superior) quienes, desde hoy, encarnan en escena al padre de las Crónicas de Narnia y al del psicoanálisis, respectivamente, en esta versión de Ignacio García May. Ambos emocionan con un trabajo actoral que llega a la médula del conflicto desde la fragilidad de lo humano, los dos expuestos al límite: Freud octogenario, al borde del suicidio, recibe en su despacho de Hampstead (Londres) al prometedor catedrático de Oxford Clive Staples Lewis durante la turbulenta jornada que llevó a Inglaterra a declarar la guerra a Hitler (3 de septiembre de 1939), para hablar sobre “la cuestión de Dios”.
Baste una mínima matización antes del estreno: todo lo que se le escatima en magnitud a la figura lewisiana por razones de juventud en desventaja frente a un Freud doliente y resabiado, que en la piel de Pedregal se crece por momentos, se compensa con unas breves pero certeras palabras finales con las que Ortiz sabe emocionar hasta equilibrar limpiamente la balanza en su favor.
No nos cabe duda de que St. Germain seguirá encantado con el recorrido de su obra, como ya declaraba a LEER en 2013, “porque sólo le augurábamos un par de semanas en cartel cuando comenzamos a trabajarla en la Barrington Stage Company hace varios veranos”, explicaba, sin reparos en confesar haberse enamorado del montaje triunfal que esta compañía mantuvo en la ciudad de Nueva York, con el mismo reparto, durante casi dos años.
MAICA RIVERA (@maica_rivera)