Napoleón en Egipto
EN 1798 Napoleón Bonaparte convenció al Directorio para invadir Egipto. Ese mismo verano llevó a cabo el desembarco de más de 30.000 soldados galos cuyo objetivo oficial era el de expulsar a los turcos del delta del Nilo y tomar una posición estratégica en la ruta del imperio británico. Pero Napoleón guardaba otros planes relacionados con la búsqueda de la vida eterna, para los cuales se llevó consigo a un centenar de académicos, historiadores y sabios. Si en algún lugar del Planeta podía descansar la clave para profundizar en el más allá y visitar el país de los muertos ese era el interior de las pirámides.
En el plano de la ficción el periodista y novelista estadounidense William Dietrich se acercó a estos hechos través de una magnífica dilogía: Las pirámides de Napoleón (2006) y La clave Rosetta (2008). La trama del primer título parte del hallazgo que hace el protagonista, en 1798 y en París, de un singular medallón que perteneció a Cleopatra. El precioso objeto parece contener la llave que conduce al Libro de Thot y con ese fin, junto a las tropas napoleónicas, viaja a Egipto, donde verá comprometida su seguridad. En La clave Rosetta huye de Egipto en un globo para salvar su vida y en el Mediterráneo oriental es recogido por un buque inglés y posteriormente enviado a la ciudad de Jaffa, donde reanudará de nuevo la búsqueda del libro sagrado.
Magnífico y complementario resulta el ensayo Las claves de Egipto. La carrera por leer los jeroglíficos (Debate), de Lesley y Roy Adkins, que estudian de forma pormenorizada el proceso que llevó a cabo precisamente al equipo de los arqueólogos que llevó consigo Bonaparte. Especialmente atractiva es la descripción que hacen ambos historiadores de la continuación de aquella campaña –menos explotada por la narrativa por lo que tiene de exclusivamente académica y poco aventurera–: cuando en 1822 el filólogo y egiptólogo Jean-François Champollion, un adicto a Egipto, se sirve de todos los hallazgos del grupo de los sabios que viajó en 1798 y dedica su vida hasta que presenta, tras muchas dificultades y ante la Academia de Inscripciones de París, la célebre Carta para M. Dacier relativa al alfabeto fonético jeroglífico utilizado por los egipcios.
Ahora Javier Sierra relanza revisado uno de sus bestseller, El secreto egipcio de Napoleón, que ya había publicado en 2004 en La Esfera de los Libros, con el título La pirámide inmortal. Sierra mezcla a dosis iguales documentación histórica e imaginativas propuestas: en la novela los cristianos y musulmanes cruzan sus caminos y guardan los secretos de los arquitectos de las pirámides, que a su vez ocultan uno mayor: el misterio de todos, el de la inmortalidad, conocimiento al que tal vez tuvo acceso el mismísimo Jesús de Nazaret. La acción trepidante está perfectamente contextualizada en una de las flotas bélicas más grandes jamás armada: Alejandría, Rosetta y Damieta constituyen la base para la batalla que dio fin a tres siglos de dominio otomano en Egipto. Pero en la trastienda, Napoleón lleva a cabo su planeada “agenda secreta”.
DAVID FELIPE ARRANZ
LA PIRÁMIDE INMORTAL Javier Sierra Planeta. Barcelona, 2014 352 páginas. 20 eurosUna versión de este artículo ha sido publicada en el número de octubre de 2014, 256, de la edición impresa de la Revista LEER. Cómpralo en quioscos y librerías, o mejor aún, suscríbete.