La FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO, LIBER, alcanza su trigésimo segunda edición entre la vocación de crecer y de implicar más a los profesionales (y al público) y la desconfianza de parte del sector editorial, que sigue sin ver en ella un verdadero espacio para los intercambios comerciales.
Xavier Mallafré, presidente de la FGEE, señala que la apuesta es que el salón muestre la realidad del libro, un mercado que además de la crisis económica afronta “un cambio de modelo de negocio en los formatos, canales de comercialización y nuevas líneas editoriales”. Lo que se pretende es “compartir experiencias pero también dar salida a operaciones de exportación”.
En los mentideros del mundo editorial se escucha que la Feria ha ido perdiendo empaque. Mallafré lo niega: “Va por barrios, depende de las temáticas. El libro religioso, por ejemplo, está muy contento con Liber. No es lo mismo para una editorial que ya tiene presencia en América Latina que otra que aprovecha la feria para generarla. La inversión de la Federación para que vengan el máximo número de compradores no ha variado en los últimos años y el año pasado globalmente quedaron muy satisfechos. En cuanto a contratación, estamos a niveles ligeramente superiores a los de la última edición. Hay más editores, aunque el espacio de algunos ha ido disminuyendo”.
Jorge Herralde señala un handicap para la consolidación del salón: La alternancia “política” de su sede entre Madrid y Barcelona
El editor Jorge Herralde opina que, después de unos años de “marasmo” y en los que no participaron algunos de los grandes grupos ni ciertas editoriales independientes importantes, desde el año pasado se está llevando a cabo un intento de revitalización. “Desde siempre, lo más efectivo de Liber parece ser la invitación a distribuidores y libreros latinoamericanos, lo que facilita y refuerza el esfuerzo exportador, tan crucial, y más en estos momentos, de la edición española”. No obstante, Herralde señala un handicap para la consolidación del salón: “La alternancia, digamos política, de su sede entre Madrid y Barcelona. Sería preferible optar por una de las ciudades, y, aunque esto no suene muy popular en Madrid, pienso en la importancia cuantitativa de la edición con sede en Barcelona y más aún después de la adquisición de Alfaguara por parte de Penguin Random House”.
Claudio López de Lamadrid considera que Liber está bien situada en el calendario, a una semana vista de la feria de Frankfurt: “Esto se pensó para poder sumar a los editores que venían de América en un solo viaje. Es cierto que los editores de contenido nunca hemos acabado de encontrarle mucho sentido precisamente por eso mismo: su emplazamiento antes de Frankfurt. Al no ser una feria de venta de derechos, tiene un interés más relativo para este tipo de editor. Sí lo tiene para comerciales, distribuidores, libreros… Este año parece que los organizadores se han esforzado en dotarlo de contenido, invitando a muchos escritores y profesionales para ver si consiguen remontarlo por ese lado. Ojalá se consiga, aunque sigo pensando que el reto pendiente de Liber sigue siendo consolidarse como encuentro comercial, algo que nunca ha acabado de lograr”.
Para Carlos Revés, de Planeta, cualquier foro de intercambio de ideas y de debate de iniciativas y proyectos es bueno por definición. “Liber ha tenido que encontrar permanentemente su sentido en una ruta de calendario en la que tiene a la vuelta de la esquina a las dos grandes ferias del sector: Frankfurt y Guadalajara, referentes de compra y venta de derechos internacionales, una, y de comunicación entre autores y público, la otra. Habrá que ver cuál es el resultado del nuevo rumbo que la organización ha querido imprimir a partir de este año –una mezcla de las señas de identidad de Frankfurt y Guadalajara– para valorar el futuro inmediato del salón español del libro”.
Otros factores que han perjudicado la salud del sector, como la caída de la compra pública y la piratería, también se han sentido en la feria. “El libro es necesario para el progreso de la sociedad. Hemos asistido a muchos vaivenes en democracia y tenemos mucho interés en que el libro esté presente en el aula. En cuanto a la edición generalista, es cierto que hoy tiene mucha competencia y que sufre la anomalía española de la piratería. De todo ello discutiremos esta edición, que también está concebida como una semana de la cultura en la que se acerca el libro al público”, concluye Mallafré.
MARTA CABALLERO
Una versión de este artículo ha sido publicada en el número de octubre de 2014, 256, de la Revista LEER (pídalo en su quiosco y en librerías seleccionadas. O mejor aún, suscríbete).