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Escohotado: «Decir que Hegel era idealista es de ignorantes»

Antonio Escohotado, rodeado de sus libros.
En el arran­que de la reno­vada web de LEER recu­pe­ra­mos en su ver­sión ínte­gra la última entrega de una de nues­tras sec­cio­nes más segui­das, Las Biblio­te­cas Fan­tás­ti­cas: un pre­texto noti­cioso nos sirve para acer­car­nos a figu­ras rele­van­tes de la cul­tura y la socie­dad espa­ño­las a tra­vés de los libros que apre­cian y ate­so­ran. En nues­tro último Extra de Navi­dad visi­ta­mos en su casa Torre­lo­do­nes a Anto­nio Escoho­tado, que aca­baba de publi­car la segunda entrega de su monu­men­tal obra Los enemi­gos del comer­cio (Espasa). Lo firma FERNANDO PALMERO.

Lleva 14 años enfras­cado en una inves­ti­ga­ción des­co­mu­nal con ambi­cio­nes de tota­li­dad sobre los orí­ge­nes y el desa­rro­llo de las ideas comu­nis­tas, de la que acaba de publi­car el segundo volu­men. Los enemi­gos del comer­cio es la gran obra de un pen­sa­dor tan rigu­roso y metó­dico como hete­ro­doxo y polé­mico.

Pensó que el de las dro­gas era el mayor tabú al que podía enfren­tarse, pero tras el “cero pata­tero” que sacó en su opo­si­ción a cáte­dras, en la que pre­sentó un pequeño ensayo que había que­dado como un apén­dice des­col­gado de Sesenta sema­nas en el Tró­pico, des­cu­brió que había otro que ope­raba con más con­tun­den­cia aún: “Mi inves­ti­ga­ción intenta ser abso­lu­ta­mente ecuá­nime, no dedico un solo adje­tivo peyo­ra­tivo a mi objeto de estu­dio his­tó­rico, pero parece que sólo se puede hablar de esta cues­tión si te dan un diploma pre­vio para his­to­riar el fenó­meno. Si no, eres un trai­dor y mere­ces que te lle­ven al Gulag”.

¿Qué se pro­puso con ‘Los enemi­gos del comercio’?

Mi idea básica era esta­ble­cer el prin­ci­pio de con­ti­nui­dad entre los comu­nis­tas pro­to­cris­tia­nos y los comu­nis­tas cien­tí­fi­cos que vie­nen a par­tir de Babeuf y la Revo­lu­ción Fran­cesa, y hacerlo con una inves­ti­ga­ción en pro­fun­di­dad, por­que ahora sé más, tengo inter­net y no estoy en una celda de cas­tigo, como cuando escribí mi libro sobre las drogas.

¿Escri­bió His­to­ria gene­ral de las dro­gas en la cárcel?

Lo redacté allí, sí. Cuando entré, lle­vaba dos male­tas con las fichas que había ela­bo­rado durante años. Lo único malo de la cár­cel son las malas com­pa­ñías, y para estar solo tie­nes dere­cho a pedir inco­mu­ni­ca­ción. Estuve bien, pero tras un año entero sin hablar con nadie, acabé hacién­dolo solo.

Ahora, no es que hable solo, pero sí lo hace desde una inde­pen­den­cia y un rigor tan poco habi­tua­les que la impo­si­bi­li­dad de enca­si­llarlo hace que muchos lo tra­ten con la con­des­cen­den­cia que se otorga a los locos. Pero nada más lejos de la reali­dad. Anto­nio Escoho­tado (Madrid, 1941) es uno de los más sóli­dos pen­sa­do­res espa­ño­les, como demues­tran obras ya clá­si­cas como Ensayo sobre la filo­so­fía de la reli­gión de Hegel, Reali­dad y subs­tan­cia o Caos y orden. En su biblio­teca polí­glota, donde fal­tan todos los libros que ha ido pres­tando y no le devol­vie­ron, ocu­pan un lugar pri­vi­le­giado las obras de Kant, de Hegel, de Aris­tó­te­les, de Marx, de su admi­rado Solón y una colec­ción de filó­so­fos pre­so­crá­ti­cos a los que dedicó otra de sus obras de refe­ren­cia: De phy­sis a polis. La evo­lu­ción del pen­sa­miento griego desde Tales a Sócra­tes.

Por el segundo tomo de su ambi­ciosa Los enemi­gos del comer­cio ha reci­bido crí­ti­cas de todos los que no con­ci­ben el tra­bajo inte­lec­tual como una acti­vi­dad libre de pre­jui­cios. Su con­cep­ción del Estado, por ejem­plo, no con­tenta ni a inter­ven­cio­nis­tas ni a libe­ra­les:  “Ahora escu­cha­mos estas cosas fan­tás­ti­cas de que están des­man­te­lando el Estado del Bie­nes­tar, pero la única solu­ción es arrui­narlo, por­que de donde no hay no se puede sacar. Es el sueño de la cor­nu­co­pia, es decir, el cuerno de la abun­dan­cia, sue­ños mági­cos com­bi­na­dos con teo­rías cons­pi­ra­to­rias y un ren­cor infi­nito. Por otra parte, se ha lle­gado a for­mar un nuevo esco­las­ti­cismo libe­ral muy curioso a par­tir de la inter­pre­ta­ción que hace de Murray Roth­bard, un nor­te­ame­ri­cano muy sim­plón, que tiene cierto valor a mi jui­cio como jurista en su crí­tica del con­trato del depó­sito irre­gu­lar de dinero, pero que por lo demás es un igno­rante, es el anar­co­ca­pi­ta­lista puro y el que genera todos los odios. Sin embargo, está com­ple­ta­mente de acuerdo con los mar­xis­tas en una cosa curiosa, y es que el Estado es cul­pa­ble, no los gobier­nos, el Estado. Para mí el Estado es inocente”.

¿Está tra­ba­jando ya en el ter­cer tomo?

Sí, estoy en los cinco años de la égida de Lenin y en el periodo de 1918 a 1928. Lenin gobierna cinco años y Sta­lin emerge como líder indis­cu­tido en 1928, pero entre medias hay unos años de inde­ci­sión en los que están Kame­nev, Zino­viev, Trotsky, Buja­rin y Sta­lin. Aparte de las obras com­ple­tas de Lenin, estoy con­sul­tando el uti­lí­simo libro de E. H. Carr, La Revo­lu­ción Bol­che­vi­que, y la obra de Richard Pipes. La de Carr, que diga­mos es pro bol­che­vi­que, la puedo con­sul­tar com­pleta (son unos 14 volú­me­nes) en el Mar­xists Inter­net Archive, y la de Pipes, otros tan­tos, en la Online Library of Liberty. El his­to­ria­dor anti­guo nor­mal­mente recu­rría a una biblio­gra­fía o a otra. Ahora con inter­net pue­des con­sul­tar las dos y, si tie­nes pacien­cia, leer, por ejem­plo, todos los memo­ran­dos de Lenin que no esta­ban cen­su­ra­dos, unos 4.700 apro­xi­ma­da­mente. Si los lees por orden cro­no­ló­gico, vas des­cu­briendo al per­so­naje, cómo vive, cómo res­pira, y para mí es enor­me­mente iluminador.

Libros de referencia

¿Por qué la ima­gen de Lenin ha salido mejor parada que la de Stalin?

Es curio­sí­simo, por­que no ha habido una per­sona más cruel y más deci­dida a solu­cio­nar las cosas por la vio­len­cia que Lenin. Hay una carta al Polit­buró del año 22, a la que hace refe­ren­cia Pipes, en la que dice que la ham­bruna que vive Rusia les favo­rece, por­que es mejor ser pocos pero mejo­res, y que como las ciu­da­des están lle­nas de miles de cadá­ve­res inse­pul­tos, es el momento ideal para aca­bar de saquear los tem­plos y con sus rique­zas ali­men­tar al pue­blo. Un loco. Un demente.

Empieza usted estu­diando onto­lo­gía y a los pre­so­crá­ti­cos y acaba en Lenin.

El pri­mer ter­cio de mi vida lo dedi­qué a fami­lia­ri­zarme con la caja de herra­mien­tas del ontó­logo, para no hablar de pres­tado: ser, no ser, deve­nir, forma, mate­ria… con­cep­tos sobre los que gira la posi­bi­li­dad de comu­ni­car cual­quier cosa a los demás. Luego me di cuenta de que la onto­lo­gía había des­a­pa­re­cido, que era un saber caduco, por­que Hegel lo llevó a un extremo insu­pe­ra­ble. No me cabe en la cabeza que alguien diga que Hegel es idea­lista, eso es una cho­rrada gigan­tesca que no se le ocu­rre nada más que a un igno­rante o a un loco. En este segundo volu­men de Los enemi­gos del comer­cio dedico unas cuan­tas pági­nas a des­mon­tar la nece­dad esa de que él tenía el mundo cabeza abajo y Marx lo pone cabeza arriba. El único idea­lista de la pelí­cula es Marx. Lo lla­man deter­mi­nismo, pero es volun­ta­rismo puro y duro. Hegel es todo lo con­tra­rio: lo ver­da­dero es el todo, lo ver­da­dero es el resul­tado, todo a priori va siendo des­men­tido; la filo­so­fía de Hegel es una filo­so­fía de la media­ción, es decir, de cómo lo inme­diato va siendo abo­lido con­ti­nua­mente. Es el filó­sofo del deve­nir, el filó­sofo de la muerte, el filó­sofo de la fini­tud. Es el pri­mer cris­tiano que deja de creer en la inmor­ta­li­dad del alma y sigue siendo cris­tiano. Como yo. Me con­si­dero cris­tiano en el sen­tido de que lo que retengo de Jesús es la pri­ma­cía del fuero interno, la obli­ga­ción de ate­nerse a la con­cien­cia. Es un paso más que el que dio Sócra­tes. Y eso creo que jus­ti­fica que Jesús sea, o el cris­tia­nismo sea, la divisa de mi civi­li­za­ción, la civi­li­za­ción Occidental.

Su pri­mer libro, sin embargo, fue sobre Marcuse.

Sí, me resul­taba muy atrac­tiva la com­bi­na­ción de Hegel y Freud que hace Mar­cuse, por­que en Mar­cuse el mar­xismo es muy cutá­neo. Ade­más, ambos, Hegel y Freud, son maes­tros míos, junto con Aris­tó­te­les. Sólo ya en la ancia­ni­dad des­cu­brí a Hume como el cuarto tutor de mi espí­ritu. En el ter­cer tomo, cuando hable de la revi­sión que hizo la Escuela de Fránc­fort, voy a seguir diciendo que Mar­cuse es el único que tiene alguna cosa que decir, por­que Horkhei­mer y, sobre todo, Adorno son sopo­rí­fe­ros y absurdos.

Y hablando de revi­sio­nes, ¿qué le parece la que hizo Lacan de Freud?

Que es una de las demo­li­cio­nes más com­ple­tas que se puede uno ima­gi­nar, por­que Freud es un genio y Lacan no sólo es bobo, sino que es un bobo maligno. En aque­lla época, Lacan, Deleuze, Guat­tari y en buena medida tam­bién Fou­cault hacían una espe­cie de ver­bo­rrea ridí­cula, donde a base de extra­ñí­si­mas cons­truc­cio­nes sin­tác­ti­cas con­se­guían pro­du­cir la apa­rien­cia de un hallazgo con­cep­tual, que por supuesto no exis­tía. Hegel comen­taba que el espí­ritu fran­cés tiene como cul­mi­na­ción la ocu­rren­cia, lo inge­nioso. Y lo era en los tiem­pos de La Roche­fou­cauld, pero des­pués del Terror empezó a adop­tar unas for­mas más pre­ci­sas, empezó a ser van­guar­dia y ya direc­ta­mente se dedicó a epa­tar al tonto, al que se dejaba. Como ade­más, todos éstos eran del PC fran­cés, de alguna manera tenían un halo de santidad.

¿Es el socia­lismo el tronco común de los dos tota­li­ta­ris­mos del siglo XX?

Tiene muchí­sima gra­cia que los comu­nis­tas y los mar­xis­tas hablen de los fas­cis­tas como alguien dis­tinto de ellos. ¿Es que no se han ente­rado de que nazi sig­ni­fica nacio­nal socia­lista y de que lo único que tie­nen en común de ver­dad Lenin y Sta­lin con Hitler es el socia­lismo en sen­tido tota­li­ta­rio? La gran dife­ren­cia se da entre el socia­lismo demo­crá­tico, al estilo de Saint-Simon, y los socia­lis­tas mesiá­ni­cos o comu­nis­tas pro­pia­mente dichos. Es increí­ble que un comu­nista pro­pia­mente dicho diga que Hitler, que con­si­dera a Lenin la gran figura del siglo, no es comu­nista. En España, por ejem­plo, Ledesma Ramos es comu­nista y José Anto­nio, tam­bién, en gran medida. Basta leer los tex­tos. Mi padre fue uno de los fun­da­do­res de la Falange (yo creo que hay al menos una línea del Cara al Sol escrita por él) y, al igual que Ridruejo y otros muchos, empezó siendo socia­lista de Besteiro.  

¿Qué lec­tu­ras recuerda de sus años de militancia?

Entre otros, leía­mos a Lukács, El asalto a la razón, e His­to­ria y con­cien­cia de clase. Ahora, al hacer este segundo tomo, me he dado cuenta de que Lukács viene de Rosa de Luxem­burgo, emplea tex­tual­mente las mis­mas pala­bras y sigue las mis­mas líneas de razo­na­miento. Pero sobre todo, leía­mos Nues­tra Ban­dera y Mundo Obrero y hacía­mos cam­pa­ñas de alfa­be­ti­za­ción en Mora­ta­laz o San Blas, que eran en reali­dad cam­pa­ñas de pro­pa­ganda en las que decía­mos que Sta­lin y Jrus­chov eran los bue­nos y que la mal­vada era Nor­te­amé­rica. ¡Qué cosas! EEUU es el impe­rio más tierno y menos agre­sivo que recuerda la His­to­ria de la Huma­ni­dad con muchí­sima dife­ren­cia. Han venido a soco­rrer a Europa dos veces de la sal­va­jada que había­mos mon­tado con nues­tros odios fra­tri­ci­das. El mundo ya puede darse con un canto en los dien­tes por que estén ahí sus por­taa­vio­nes y sus divi­sio­nes. Quién hubiera podido resis­tir a Sta­lin sino ellos. Pero vol­viendo a aque­llos tiem­pos, nues­tra mili­tan­cia comu­nista era como un tablao fla­menco, afor­tu­na­da­mente, si no, habría sido una colec­ción de che­kas y ase­si­na­tos. Cada día tenía­mos una esci­sión por­que cada cual que­ría ser más de izquier­das que el otro. El uno era maoísta, el otro des­cu­bría a Enver Hoxha, aquel mama­rra­cho de Alba­nia, los otros eran gue­va­ris­tas… todos muy serios, eso sí.

¿Qué es ser de izquierdas?

No lo sé. ¿Sig­ni­fica ser comu­nista en el sen­tido de Marx y el Apo­ca­lip­sis de San Juan, cuyo pro­grama es idén­tico? En el Apo­ca­lip­sis te encuen­tras párra­fos en los que se dice que tem­bla­rán ante el cas­tigo inmi­nente todos los comer­cian­tes, los arma­do­res de buques y los nue­vos ricos. No los ricos, los nue­vos ricos. La misma idea pri­ma­ria que está desde Daniel y el deutero-Isaías: el rico es el malo, el pobre es el santo y hay que abo­lir el ins­tru­mento cri­mi­nal para man­te­ner y ensan­char la pro­pie­dad pri­vada que es el comer­cio. Luego, lo que hace la Patrís­tica greco-latina es sim­ple­mente ser fiel a la tesis de que no pue­des tener a Dios y al dinero, tie­nes que ele­gir entre Dios y el dinero, y eso apa­rece 22 veces en el Nuevo Tes­ta­mento. Por eso es muy gra­cioso que digan que el comu­nismo es una crea­ción de Marx, es insó­lito. Por otra parte, en el Nuevo Tes­ta­mento se rea­liza la gran ope­ra­ción con­cep­tual de con­ver­tir al chivo expia­to­rio en un ins­tru­mento de ven­ganza colec­tiva, que pro­mete euge­ne­sia y liqui­dar a nues­tros enemigos.

¿Pero tiene algo que ver el dis­curso de Pablo de Tarso con el de Jesús?

Sí, en una cosa: vamos a pro­lon­gar la socie­dad escla­vista que es mucho mejor que la socie­dad comer­cial. Y le vamos a decir al esclavo: resig­na­ción, obe­dece de cora­zón. Y tam­bién: el que no tra­baje que no coma, que es lo mismo que decía Lenin.

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