Mucho se ha debatido en los últimos años sobre el futuro del libro. La crisis económica, pero sobre todo la revolución tecnológica y sus consecuencias –el cambio de paradigma, de hábitos de consumo, los nuevos formatos– han absorbido la mayoría de reflexiones y comentarios, eclipsando un problema endémico: en España se sigue leyendo poco y mal. Siete de cada diez españoles no pisan una biblioteca, revelaba el pasado verano la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Pero ya sabíamos que más de un 35 % de los españoles no abre jamás un libro.
La reciente presentación del informe La lectura en España 2017 por parte de la Federación de Gremios de Editores (FGE) vuelve a poner sobre la mesa un problema endémico para el que se vienen sucediendo los planes oficiales de estímulo de la lectura. Los premios María Moliner, por ejemplo, reconocen las mejores iniciativas de base, las que tienen lugar en las bibliotecas públicas, y que suelen ofrecer ejemplos inspiradores. Pero sigue faltando un gran plan nacional que revalorice eficazmente la lectura, sus virtudes, su perentoria necesidad en la construcción de un nuevo humanismo capaz de compensar las carencias de una sociedad en crisis.
En el número de mayo de LEER nos preguntamos: ¿qué hacer? Con Maica Rivera han hablado expertos y docentes como Joaquín María Aguirre (UCM), que pone el dedo en la llaga subrayando «el error de confundir la cultura con industria cultural porque las medidas que solucionan problemas económicos no resuelven carencias culturales».
La búsqueda de soluciones estimulantes pasa por la consulta a profesionales como Daniel Casado, gestor cultural, poeta y músico que lleva dinamizando clubes de lectura en Extremadura desde hace quince años. O el japonólogo Carlos Rubio, que cuenta su satisfactoria experiencia desde Umi, un club de lectura de literatura japonesa en la Biblioteca Pública José Hierro de Talavera.
También ofrece reflexiones interesantes al respecto el nuevo director de la Feria del Libro de Madrid, Manuel Gil, protagonista de nuestra portada y de una esclarecedora entrevista. Profesional de larga trayectoria en casi todos los eslabones de la cadena del libro, Gil afronta con entusiasmo el reto de dirigir la veterana cita madrileña, que entre el 26 de mayo y el 11 de junio cumple su edición número 76 con 480 expositores y más de 700 sellos. Revalorizar la marca, internacionalizar y digitalizar la Feria, construir una programación propia para todo el año y participar activamente de la vida cultural de la ciudad son algunos de los puntales de un proyecto «sensible» ante los nuevos fenómenos asociados a la revolución digital y la defensa del papel de las ferias en el apoyo y difusión de la lectura.
La realidad española contrasta con Francia: en marzo, una encuesta revelaba que el 84 por ciento de sus ciudadanos lee libros, y un 49 por ciento lo hace a diario. Lo cuenta desde París Óscar Caballero para ilustrar cómo allí la efervescencia del debate político se refleja inevitablemente en otra gran pasión francesa como son los libros. Repasamos las lecturas para unas elecciones decisivas para un país que inventó la figura del intelectual y que vive con leído apasionamiento su devenir político. Desde el inaugural affaire Dreyfus Jordi Corominas repasa a sus autores comprometidos, con el foco en Camus y en contraste con Sartre. Y ante la posibilidad, aunque sea remota, de ver a Le Pen en el Elíseo, damos el salto a Estados Unidos y, a toro pasado de la victoria de un potencial aliado como Donald Trump, buscamos autores que desde la academia han respaldado un proyecto que no es solo, no puede serlo, la estrafalaria bravata con que se ha caricaturizado al magnate, visión que no ha hecho otra cosa que galvanizar sus apoyos y sus inquietantes intenciones.
Y hablando de escritores comprometidos, en su celebrada sección mensual, la Auténtica Entrevista Falsa, Víctor Márquez Reviriego se reencuentra con José Luis Sampedro –de quien fue alumno de Estructura Económica– en el centenario del nacimiento del escritor y economista fallecido en 2013 y que acabó sus días como santo laico de muchos indignados.
Escritor, guionista, director de cine y máscara de sí mismo, Ray Loriga fue emblema de aquel fenómeno editorial de los años 90 encuadrado en la llamada Generación X, un grupo de escritores que poco o nada tenían en común y cuyos nombres se han desvanecido con el tiempo. Él sin embargo ha salvado la criba del tiempo y veinticinco años de su debut literario con Héroes se ha alzado con el XX Premio Alfaguara. En vísperas de la publicación de Rendición, Fernando Palmero ha conversado para LEER con el escritor madrileño. Arranca así el repaso de la actualidad libresca, que prosigue con la charla entre Raúl Minchinela y Rubén Lardín a propósito del recién publicado libro del segundo, La hora atómica; la visita de Jesús Marchamalo a la biblioteca de Felipe Benítez Reyes; reseñas de lo último de Coetzee, Cristina Morales, Sergi Puertas, Luis Magrinyà, Guelbenzu o Carme Riera, entre otros; o, porque en LEER tenemos vocación de desvelamiento, la atención en el centenario de su fallecimiento a la figura olvidada de Juan Andrés, jesuita adscrito a la obliterada escuela universalista y fundador de los estudios de literatura universal y comparada, objeto de una exposición en la Biblioteca Histórica de la UCM y de varias novedades editoriales. En materia de Infantil y Juvenil, Ada del Moral reivindica al ilustrador italiano Roberto Innocenti, publicado en España por editoriales como Fondo de Cultura Económica o Kalandraka.
No falta la crónica de ferias y festivales, de Trujillo a Getafe, y el avance de próximas citas de las cuales LEER es medio colaborador, como las ferias del libro de Teruel y Fuenlabrada, donde la Revista contará con caseta propia y celebrará dos actividades en torno a James Matthew Barrie y G. K. Chesterton.
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Arriba, ilustración de Manuel Martínez Muñiz para la campaña de fomento del libro y la lectura auspiciada por el Ministerio de Cultura en 1994.