Volvemos a #LEERsinprisa. Qué rápido pasa el tiempo, cuánto hemos echado de menos estos preparativos compartidos de serena lectura… no perdamos un sólo instante, ¡a la mesa de novedades! Y algún paseíto daremos, también, hacia las estanterías con solera para rescatar algún libro al hilo de la actualidad literaria… un lujo al que jamás renunciaremos.
M: Cogemos el calendario. Una fecha clave para entender a una de las grandes voces de la Primera Guerra Mundial: 29 de noviembre de 1915. Están a punto de cumplirse cien años de que Wilfred Owen partiera hacia Francia con los Lancashire Fusiliers. Es el punto crítico en la vida del hombre y su culminación como el poeta que conocemos. Lo explica Antonio Linares en la introducción a la Poesía completa de Wilfred Owen que acaba de publicar Linteo. Que sea el traductor de esta preciosa edición nos provoca un gran alborozo porque él fue, ni más ni menos, responsable de que hace cinco años pudiéramos, ¡al fin! (tras un largo e infructuoso peregrinaje hasta entonces), penetrar de lleno en el hermetismo de William Butler Yeats (grandísima debilidad que pronto abordaremos) y hacerlo nuestro, de la mano de otra joya de la misma editorial (La Escalera de Caracol y otros poemas). Todo un hito en mi currículum lector, eterno agradecimiento a Linares.
B: Yo también ando sublime pero en otro plan, y buscando las esencias en frascos pequeños. No sé si será el signo de los tiempos, pero me da por buscar libros breves, finos, que empezar y acabar en una tarde. Hoy traigo unos cuantos que he leído últimamente. Amortiguada por la luz del atardecer y los sonidos y aromas del jardín palaciego de Escocia donde tiene lugar, la breve y bellísima Historia crepuscular de Stefan Zweig que acaba de publicar Acantilado nos embriaga como a su adolescente protagonista, cautivo de una ciega pasión estival de romanticismo y erotismo exacerbados –¿soy yo o es que acaso como lector contemporáneo contaminado de pornografía interpreto equivocadamente las sutiles descripciones de Zweig?–. Imágenes brillantes y evocaciones de poética elocuencia cautivan más que la exasperante intriga amorosa, reflejo fiel de la torpeza de la chavalería de ayer, hoy y siempre. Pero nuestro escritor no oculta los peligros que pueden aguardar tras una arrebatada experiencia de iniciación…
M: Tras una semana de lluvias y humedades, nos atrevemos a pasear un ratito con los libros por el jardín y apreciamos más que nunca la caricia furtiva de los rayos del sol sobre las hojas… ¡Ah, es otoño, en verdad, jefe, y nos embarga cierta melancolía lírica! Hacemos músculo y nos dejamos enamorar por la Historia de la belleza. De Fidias a Picasso, que nos propone la Fundación Amigos Museo del Prado (Crítica / Círculo de Lectores). Resulta que, entre el otoño de 2014 y la primavera de 2015, se celebró en el Museo del Prado un ciclo de conferencias con este título, «un recorrido por el devenir del concepto que ha sido la clave de bóveda en la que durante siglos se ha sustentado el arte, un análisis sobre el modo en que la belleza se ha concretado en cada momento histórico en manifestaciones como la pintura, la escultura, la arquitectura y la música». Al comienzo de estas páginas lo explica con detalle Carlos Zurita, Duque de Soria, Presidente de la Fundación, para dar paso a 16 prestigiosos especialistas que acercan a las distintas disciplinas, teorías y obras, a los valores estéticos de cada época y estilo, «para descubrir no sólo el devenir histórico de la belleza sino también la escurridiza frontera de los límites del arte».
B: Ay, acaba de llegar una monumental historia del arte editada por Cátedra, Arte en España (1939–2015). Ideas, prácticas, políticas, pero son 900 páginas, y no voy a caer en la tentación de comentarlo porque hoy la cosa va de libros finos, al menos por mi parte. De política, de la mentira política, trata este breve ensayo recuperado ahora por Pasos Perdidos que Alexandre Koyré escribió en 1943 pensando en los totalitarismos, particularmente el alemán, que habían llevado al continente a una sangrienta guerra que inevitablemente se había hecho mundial. Pero su penetrante estudio sobre la maliciosa técnica totalitaria de la mentira en segundo grado –traducido y prologado por Fernando Sánchez Pintado– también ofrece interesantes lecciones sobre el ejercicio de la política en nuestros días. Koyré concluye que las masas de las democracias aliadas, al contrario que las sociedades de los países del Eje, demostraron entonces ser refractarias al juego de espejos totalitario; pero sus argucias, y así lo sugiere Sánchez Pintado, se han acabado filtrando en los sistemas de libertades hasta contaminar fatalmente su desarrollo. Mira a tu alrededor, hojea tu periódico favorito; no te costará encontrarlas.
M: Retornamos del jardín, que hace fresquito y se nos constipan los libros a pesar de sol… «Duelo al sol», de qué nos suena eso… Oh, a la entrada, a nuestros pies, una carta. El remite, neoyorquino. ¡Es Julio Valdeón Blanco! Pocas cosas nos alegran tanto en la vida cotidiana de la redacción como recibir noticia de nuestros adorados corresponsales (por cierto, esta semana no nos cansamos de conversar con Óscar Caballero sobre el nuevo Goncourt, Mathias Enard, del que nos habla en la Carta desde París #LEER267). Por influencia del «Duelo al sol» entre Jonathan Franzen y David Foster Wallace que concierta audazmente la Carta desde Nueva York #LEER267, vamos a recuperar tres libros de Wallace absolutamente irresistibles, para contrastar, por inspiración valdeoniana, con la lectura obligada, esta temporada, de Franzen (Pureza, Salamandra). El primero de ellos es La broma infinita (DeBolsillo) que volvió a la actualidad a raíz del estreno de la road movie The end of the tour de James Ponsoldt (incluida entre las cien mejores novelas en lengua inglesa del último siglo por Time).
B: Wallace y Franzen son la antítesis de lo que propongo hoy… No sé si lo has hecho a propósito. Pero yo sigo a lo mío; tú haz lo propio. De nuevo Cátedra nos sirve en bandeja un conciso aldabonazo acerca del mundo contemporáneo. En La tiranía de los modos de vida, Mark Hunyadi, profesor de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Lovaina, aborda la paradoja moral de nuestro tiempo: “Por respeto ético a los derechos individuales, se nos prepara un mundo que tal vez sea éticamente detestable”. Los derechos individuales están quizá más protegidos que nunca. Pero la apoteosis de éticas restringidas ha redundado en una desatención preocupante del cuadro general. La ética ha acompañado al mundo en su fragmentación, y ha quedado inerme ante la emergencia de nuevas realidades como la revolución digital. Nuestro derecho a la privacidad está ampliamente reconocido y regulado, pero la aceptación de las condiciones de uso de cualquiera de las aplicaciones de nuestro teléfono móvil implica la renuncia a ellos. Si somos verdaderamente celosos de nuestros datos, nos quedamos al margen. Este es quizá el más vívido de los procesos de emergencia en marcha que logran “hacernos pasar de la adaptación progresiva al hecho consumado sin solución de continuidad”. Hunyadi lo tiene claro: “el fraccionamiento de la ética paraliza la ética. Los derechos, las libertades la igualdad son objeto de atención, pero no lo son los modos de vida” que afloran por acumulación de circunstancias.
M: La siguiente obra de Wallace que metemos en la mochila para el fin de semana es, por añadidura, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (DeBolsillo). Se trata de un artículo basado en la experiencia del malogrado autor durante un crucero de lujo por el Caribe. Esta manejable edición nos lo presenta como «una de las radiografías más agudas e irreverentes de la cultura americana de fin de siglo, en la que se entremezclan la familiaridad, el asombro y una mordacidad descabellada». Y es así como, a las puertas del primer fin de semana de noviembre, el mes otoñal y melancólico por excelencia, nos damos cuenta de cuánto echamos de menos a Wallace.
B: Hombre, esto es algo más asequible en lo que a paginación se refiere… Recuerdo que tratamos de Wallace en aquella cover sobre suicidio y literatura que hicimos hace unos años en LEER… Ricardo Fumanal interpretó entonces la ilustración canónica de Ignatius J. Reilly, el inmortal protagonista de La conjura de los necios, para nuestra portada –porque como bien es sabido su autor, John Kennedy Toole, se suicidó antes de ver publicada su asombrosa obra-. Precisamente esta semana nos ha llegado la novela del editor póstumo de La conjura, Walker Percy, cuyo prólogo cimentó la leyenda de aquel libro. Se trata de El cinéfilo, lo edita Alfabia, ganó el National Book Award en 1961 y está situada en una Nueva Orleans carnavalera, como La conjura… Qué casualidad. En fin, ya me he salido de mi compromiso de hoy con los libros finos…
M: Finalmente, jefe, Hablemos de langostas (Literatura Mondadori). En la faja que arropa el libro, nos alegra encontrar la más certera cita crítica de nuestra casa: «El más lúcido, culto y riguroso representante de la novela posmoderna norteamericana». Nos reafirmamos en ello. Junto a otras en la contraportada. La de Michiko Kakutani en The New York Times: «Como en sus mejores obras de ficción, recuerda al lector su enorme talento literario y un agudo sentido para captar lo absurdo de la vida contemporánea americana de principios del milenio». Y James Woods en The Guardian: «Foster Wallace es un soberbio humorista de la cultura… Su exuberancia y sus travesuras intelectuales son un deleite».
B: Con la venia… Pido permiso para rematar. Ya que he sido desobediente de mí mismo, voy a serlo del todo mencionando un libro que no llegó a tiempo de formar parte de nuestro número de noviembre dedicado a Lo que queda de Franco: la actualización de la monumental biografía del dictador que Paul Preston publicó en 1993 y 2002. Equípense con ella los interesados en el personaje y el periodo. Y por supuesto con el último número de LEER. Seguimos leyendo…
B&M #LEERsinprisa