La Biblioteca Clásica de la RAE, dirigida por Francisco Rico, presenta el texto crítico canónico del Quijote de Avellaneda, una obra que obligó a Cervantes a reelaborar la segunda parte de su novela y adoptar tramas y técnicas narrativas que serían determinantes para la literatura posterior. Rico y Luis Gómez Canseco, responsable de la edición crítica, debaten para LEER las diversas tesis en torno al Quijote apócrifo.
La licencia es de septiembre de 1614, y aunque los libros autorizados a imprimirse en la Corona de Aragón no podían venderse en Castilla, lo cierto es que la segunda parte apócrifa del que se conocería como Quijote de Avellaneda comenzó a circular muy pronto por Madrid. Por eso es verosímil lo que dice Luis Astrana Marín en su monumental biografía de Cervantes: “Cuando iba por el capítulo LIX [de la segunda parte del Quijote], se estaría ya en el mes de octubre de 1614. Alrededor de esa fecha difundíase por Madrid un libro en octavo, cuya portada decía: Segundo tomo del Ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, que contiene su tercera salida: y es la quinta parte de sus aventuras. Compuesto por el Licenciado Alonso Fernández de Avellaneda, natural de la Villa de Tordesillas (…) Con Licencia, En Tarragona en casa de Felipe Roberto, año 1614”.
El “Quijote de Avellaneda” tenía la intención de molestar a Cervantes, bien por envidia, choque de vanidades o aprovechamiento económico
Sea como fuere, lo cierto es que será a partir de ese capítulo de la segunda parte del Quijote (no del “falso”, sino del “verdadero, el legal y el fiel”, como repetiría Cervantes) cuando obsesivamente el inmortal autor se dedique a vapulear a Avellaneda. Y no es para menos, porque como coinciden la mayoría de los expertos el libro, fuese quien fuese su autor, tenía una clara intención de molestar y atacar a Cervantes, bien por envidias personales, choque de vanidades o sencillamente para aprovecharse económicamente de unos personajes que tenían ya un éxito consolidado entre los lectores. Cosa que, al parecer, no era infrecuente en aquellos años. Habla Francisco Rico (FR): “Se dice que está escrito por un partidario de Lope de Vega que se siente disgustado por las segundas intenciones que, en el caso de las menciones a Lope, se pueden descubrir en Cervantes, pero todos los libros de gran éxito tienen segundas partes apócrifas o auténticas, quiero decir, de La Celestina hubo docenas de imitaciones, más que continuaciones; del Lazarillo tenemos varias continuaciones y el Guzmán de Alfarache también las tuvo”.
La mano de Lope
“Quién sea el autor es importante”, matiza Luis Gómez Canseco (LGC), responsable de la edición crítica, “pero en realidad sólo se dan palos de ciego. Lo que podemos ver es el perfil del personaje, porque eso sí lo tenemos en el libro. A mi juicio lo que queda claro es que Lope de Vega no fue ajeno al asunto. Teniendo en cuenta cómo trabajaba Lope en su entorno y la gente que tenía alrededor para hacerle trabajos sucios… Éste, desde luego, fue un trabajo sucio tan bien hecho que siglos después todavía no sabemos quién lo hizo. A mí me parece verosímil que Cervantes supiera la identidad del autor, porque parece un libro pensado en esos ambientes del mundo madrileño de las letras donde él se movía, y tuvo, si no que saber, sí sospechar de cerca quién pudo ser”.
FR: Pero eso no quiere decir que lo supiera antes de acabar la segunda parte del Quijote. Pudo saberlo después. Y, sí, es probable que lo supiera, pero si lo hubiera sabido antes hubiera echado algún anzuelo para que picara.
LGC: Todo el mundo ha jugado con la curiosidad y lo divertido de buscar quién es olvidándose del propio texto y de la historia que lo rodea, incluso materialmente. En esta edición hemos acotado bastante el proceso que siguió el libro, que es importante para saber el impacto real que tuvo, el número de ejemplares que se pudieron imprimir y, consecuentemente, a cuánta gente pudo llegar.
Esta nueva edición está completamente rehecha tanto en lo textual como en los contenidos y es mucho más completa que la que el propio Gómez Canseco hizo para Biblioteca Nueva en el año 2000. “Es la única edición seria que se ha hecho sobre el Avellaneda”, apunta Rico. Entre otras cosas, aporta materiales novedosos sobre el proceso de impresión: “Si no hay dos impresiones, no digo dos ediciones, una parte del libro se compuso tipográficamente dos veces, y hay que distinguir los ejemplares de la primera y de la segunda composición tipográfica, porque ofrecen diferencias. Por primera vez eso se ha tomado en cuenta”.
En aquella edición, Gómez Canseco afirmaba que “los estudios más recientes del Quijote de 1615 [el de Cervantes] se inclinan por la idea de que Cervantes afrontó una revisión de su segunda parte inmediatamente después de la lectura de Avellaneda” y que “por más que cueste admitirlo, Cervantes leyó y utilizó en beneficio propio textos, personajes, estructuras narrativas y temas del Quijote apócrifo”.
Cervantes utiliza el material del enemigo para construir una novela que cambia la historia de la literatura (Luis Gómez Canseco)
FR: No lo creo. Cervantes reaccionaba inmediatamente a un estímulo y jamás volvía atrás para revisar lo escrito, ni para corregir los errores más groseros. Él tiene una frase que le gusta mucho que es “Olvidávaseme de decir”, y cuando la usa es porque se le ha olvidado de verdad. No vuelve atrás para corregir. No es Cervantes de introducir un matiz sutil en una frase volviendo para atrás, no me lo creo.
LGC: Yo creo que sí y se puede comprobar en el texto. La inteligencia literaria de Cervantes consiste en coger el material del enemigo y rehacerlo. Y no sólo para desmontar lo que dice Avellaneda, sino para construir su novela de una manera tan extraordinaria que cambia la historia de la literatura. La historia de don Álvaro de Tarfe que pasa de la novela de Avellaneda a la novela de Cervantes para desmentir al libro de donde viene es un momento esencial para la literatura moderna. Son juegos de absoluta modernidad, que Cervantes utiliza con la excusa de Avellaneda para reconstruir por completo la concepción de la narrativa de la época. Lo que convierte a Cervantes en ese escritor de potencia enorme y de influencia decisiva para toda la literatura posterior es la segunda parte del Quijote. Y Avellaneda puso su granito de arena para que fuera así.
FR: Lo que ocurre en la segunda parte del Quijote es que Cervantes era muy vanidoso, con razón, y está orgullosísimo del éxito que ha tenido su novela. Cada vez que aparece alguien que reconoce a don Quijote, es alguien que está cantando la gloria de Cervantes. Y en el caso de Avellaneda, eso se extrema. Cervantes muestra con su infinito derroche de gracia y capacidad narrativa que el otro Quijote está lleno de defectos. Estoy convencido de que es una cuestión de vanidad, más que esa idea del personaje en busca de autor, que sí, está, pero un poco por casualidad, secundariamente.
LGC: Claro, lo de la casualidad es importante. No es que Cervantes estuviera pensando yo soy Pirandello y voy a hacer aquí una cosa tremenda. Hay mucho de invención casual, pero de ahí el genio de Cervantes. Por otra parte, el Avellaneda no sólo es una obra determinante para la segunda parte del Quijote, sino que, aunque es un libro menor, es divertido y tiene todavía toques de humor grueso que provocan la risa. Además, es la suma de una ideología conservadora y muy afín al poder, junto a la sal gruesa en lo sexual y lo escatológico. Algo aparentemente contradictorio, pero que le da sentido y singularidad al libro. Avellaneda no es un tonto y sabe que el Quijote es un libro excepcional y aunque en varios momentos deja entrever un odio profundo a Cervantes, hay también una verdadera admiración literaria por su novela.
FR: El Quijote de Avellaneda está hecho con la mentalidad literaria de la época, porque Cervantes es un revolucionario y en cierto modo es un hereje. Y por eso en el siglo XVIII, en la tradición neoclásica, hubo en Francia y en España quienes afirmaron, no sé si se lo creían de verdad o no, que es superior al de Cervantes. Pero eso fue una etapa muy transitoria, porque el Quijote de Avellaneda se soporta y tiene, como dice Luis Gómez Canseco, algunas cosas divertidas, pero en general es muy tosco y sobre todo no tiene la gracia infinita que tiene el original.
FERNANDO PALMERO
Una versión de este artículo fue publicada en el Extra de Navidad 2014, número 258, de la Revista LEER (disponible en el quiosco cultural de ARCE. Suscríbete).