Fois, atávico y deslumbrante
Gran libro Memoria del vacío; gran acierto de una editorial de reciente creación, Hoja de Lata, que como otras pequeñas ha venido para rescatar libros que de otra manera pasarían injustamente inadvertidos, borrados del mapa por el aluvión de títulos que colapsa el panorama editorial, a menudo tan parecidos entre sí que serían fácilmente intercambiables sin que pasara absolutamente nada.
En Italia, Marcello Fois (Nuoro, 1960) es un reconocido escritor, dramaturgo y guionista que ha ganado el Premio Italo Calvino con Picta en 1992 y el Grinzane Cavour de Narrativa italiana, en 2007, con la novela que aquí reseñamos, estilísticamente notable. “Así se había quedado la luna, bebiendo un horizonte dentado como el borde de una cáscara de huevo rota en dos, tan perezosa casi como la Muerte, como si se hallara casi en el primer sueño”.
Podría decirse que Memoria del vacío es un libro trágico a la manera de las tragedias griegas, con corifeos que a modo de eco magnifican lo que acaece. Todo en él es circular como el principio que se precipita hacia el fin para una vez concluido reiniciarse de nuevo, como la vida y la muerte que se retroalimentan en una espiral de sangre, abocadas a confluir con la fuerza del destino que traemos escrito al nacer. Aunque tiene una estructura compleja, se nota que el autor es dramaturgo; la lectura no se ve interferida por las distintas piezas, que encajan armoniosamente. Hay cinco partes o actos con pequeñas introducciones y capítulos que pautan un discurrir cronológico con pasajes en sombra que se esclarecen a medida que el relato avanza.
La novela, ambientada en Cerdeña, se hace telúrica al contacto con un paisaje y una geografía mamados por el autor y metabolizados hasta hacerse tangibles y materiales. Estamos en 1902 cuando Felice y Samuele, padre e hijo, acuden a la celebración de un bautizo en una aldea vecina. En el camino de vuelta una circunstancia desgraciada cambia el rumbo de sus existencias. Hay un halo lorquiano, entre atávico y deslumbrante, y otro faulkneriano en la voz interior que se adentra con precisión quirúrgica en una realidad sombría. De hecho Fois cita Mientras agonizo en el encabezamiento de la segunda parte del libro.
Tras ese primer augurio que se produce en el viaje de vuelta tras la celebración, Samuele crecerá y se alistará como voluntario en la guerra de Libia y luego en la Primera Guerra Mundial. En ambas contiendas su comportamiento heroico le valdrá para ser ascendido, a cabo y sargento respectivamente, a la vez que entra en contacto con compañeros de su misma región que luego tendrán un papel importante en la vida del joven sardo, que en ambas ocasiones, a su regreso a casa, se encuentra con el destino que le aguarda para empezar a cumplirse. Entonces, como marionetas que nada pueden hacer para soltar los hilos, comienza la danza ancestral de afrentas y venganzas. Los caciques omnipotentes que hacen y deshacen a su antojo se ven desafiados por el joven oficial, que si algo no tiene es miedo. Samuele Stocchino, de hecho, está basado en un personaje real, un bandolero similar a los maquis que en España se echaron al monte en los estertores de la Guerra Civil. Si bien Fois aclara que la biografía tal como la refleja es inventada.
Valga la ficción para componer una novela original y diferente aunque de claras resonancias míticas. El autor se mueve bien en los distintos registros y ambientes, pero las incursiones en el frente bélico son magistrales. La guerra de trincheras, las sensaciones, el olor, el miedo, el bando contrario, el silencio, el fragor del combate, la muerte, la vulnerabilidad… Todo es tan real que se tiene la sensación de asistir a una rememoración imposible, pues Fois ni siquiera había nacido.
MILAGROS FRÍAS
La versión completa de este artículo ha sido publicada en el número de septiembre de 2014, 255, de la Revista LEER (cómpralo en tu quiosco y en librerías seleccionadas, o mejor aún, suscríbete).