Thriller magnético y más
En estos momentos en los que se ha recrudecido el secular y devastador conflicto palestino-israelí resulta especialmente oportuna la lectura de El enigma de Rania Roberts (Suma de Letras), novela con la que Javier Bernal debuta con buen pie en la narrativa y donde se combinan varias líneas argumentales, desplegadas en diferentes ambientes y lugares, que finalmente confluyen en un final sorprendente.
La novela comienza situándonos en enero de 2010 en Jericó, ciudad enclavada en Cisjordania, territorio administrado por la Autoridad Palestina, y que, junto con Gaza, es un auténtico polvorín en el que se libran cruentas batallas entre las dos comunidades enfrentadas. En Jericó vive Rania, una de las protagonistas de la novela, hija de un palestino y de Samantha, cooperante norteamericana que se convirtió al islamismo. No obstante, su conversión no le impidió enseñar inglés a su hija, que en ocasiones ejerce de intérprete y guía turística, y trasmitirle los valores de la cultura occidental. Esto provoca que Rania se encuentre dividida: “A veces, Rania sentía que pensamientos y sentimientos opuestos la asfixiaban, como en medio de una virulenta tempestad de arena”. Y, sobre todo, no comprende la razón de tanta rabia que provoca una imposible convivencia: “Rania albergaba inquietudes sobre estas creencias: ¿por qué judíos, cristianos y musulmanes se habían matado durante tantos siglos en nombre de su Dios? ¿Por qué, si todos los dioses predicaban bondad y prometían el paraíso? ¿Qué paraíso? Ella pensaba que el paraíso estaba allí, con su familia y sus amigos, en aquella tierra pobre pero divina, no entendía el odio, pero había tanto a su alrededor…”
Rania es una joven ejemplar que ayuda a su madre, quien, tras quedarse viuda, cultiva un huerto de hortalizas que luego vende en el mercado para poder sobrevivir. Asimismo va a la escuela y espera que pronto sea posible casarse con su novio Abdul y llevar una vida feliz. Pero el destino, tras un luctuoso suceso, le tiene preparada una trayectoria bien distinta. En esta parte de la novela, aparece también David Ackermann. Estadounidense, hijo de padres descendientes de judíos alemanes huidos del nazismo, Ackermann estudió en la academia militar de West Point, luego se graduó en Harvard y trabajó en Wall Street en una de sus más importantes entidades de inversiones, Goldstein Investment Bank. Sin embargo, un día decide abandonar el mundo de las finanzas y enrolarse en el ejército israelí, donde pronto asciende al grado de capitán. Quiere, frente al objetivo de hacer dinero, “contribuir de alguna manera a la suerte de su estirpe”. Ese noble deseo le conducirá a vivir en peligro y a enfrentarse a situaciones cargadas de tensión y complejidad.
Precisamente en Goldstein Investment Bank está empleado Max Bogart, el tercer protagonista del libro. Es un ambicioso trader dominado por el vértigo de Wall Street, donde “los sentidos siempre permanecían alerta prestos a lanzarse sobre alguna presa”. Conocemos a Max cuando recibe una llamada del jefe de gabinete del poderoso financiero Bill Parker, conocido como The boss. El gran depredador pretende ficharle para dirigir un nuevo fondo de inversión. Un negocio redondo en el que se le promete a Max la obtención de suculentos beneficios, a la par que convertirse en un primer espada del competitivo universo de Wall Street. Max, emocionado, acepta la oferta. Solo después irá conociendo los detalles y se dará cuenta del precio que debe pagar por su ambición. A Max le acompaña su novia, Debra Williams, famosa periodista que también desempeñará un papel relevante en la historia. Con Max nos trasladamos al segundo gran escenario de la novela: Nueva York y su frenético mercado de valores, en el que “tras la debacle de 2008 nada era ya predecible”.
Tampoco son predecibles los caminos por los que va discurriendo este absorbente thriller. Política, finanzas, religión, servicios secretos como el Mossad, terrorismo islámico, luchas desatadas por el poder, se dan la mano en tramas cruzadas, en las que se entrelazan sus sólidos personajes, mediante un desarrollo que no permite un instante de respiro. Javier Bernal, directivo de una destacada empresa financiera global y que, según ha confesado, tiene entre sus autores de referencia a John Grisham, nos ofrece un relato magnético, servido en un estilo ágil y con abundantes diálogos, que garantiza una amena lectura. Aunque no se queda únicamente en eso. En El enigma de Rania Roberts descubrimos el inquietante subsuelo del mundo de hoy, en el que desgraciadamente no prevalecen los principios éticos y el ser humano no obtiene muchas veces el respeto que se merece como tal.
CARMEN R. SANTOS