Verdades sinápticas
La controversia parece perseguir a Dick Swaab. Ya estuvo de actualidad en 1985 y en 1990 al dar a conocer diferencias en el hipotálamo de hombres y mujeres o en el cerebro de hombres homosexuales y heterosexuales (esta última investigación le costó amenazas de muerte) y fundar el Banco de Cerebros de los Países Bajos, dedicado a investigar la causa de las enfermedades mentales y facilitar a proyectos de estudio de todo el mundo tejidos cerebrales bien documentados de donantes fallecidos.
Con humor y naturalidad en su escritura, Swaab, en Somos nuestro cerebro (Plataforma Editorial), expone algunas cuestiones sobre el funcionamiento del cerebro en las diferentes edades, la conciencia, las sustancias adictivas o las enfermedades mentales y desvela aspectos derivados: la orientación sexual se decide en la segunda semana de gestación; las mujeres no son inocentes en relación con la pederastia; el cerebro de ambos sexos llega por caminos diferentes al orgasmo; resulta asombroso que en el historial clínico de un paciente, el aspecto sexual sea tabú; gran parte de los antidepresivos se prescriben a personas que no sufren depresión grave y, por lo tanto, no los ayudan. O asuntos más polémicos: la ilusión del libre albedrío; la difusa frontera entre experiencias espirituales y psiquiatría; la correlación positiva entre rezar y padecer problemas mentales, y cómo el rezar por otros es placebo para uno mismo; la tomadura de pelo de Van Lommel y sus experiencias cercanas a la muerte; la dudosa efectividad de la acupuntura y los efectos de la medicación con “hierbas”.
Las secciones finales sobre la muerte contienen algunas de sus páginas más perturbadoras, especialmente para un país como el nuestro, con premisas claras y precisas: “El dolor en la demencia”, “El alzhéimer y el momento preciso para decidir poner fin a la propia vida”, o la regulación de la muerte asistida en ancianos que dan su vida por concluida. Como remate, una afirmación sin réplica posible: “La idea de que el dolor santifica jamás se ha demostrado científicamente”.
JUAN LUIS PUENTE
Una versión de este artículo ha sido publicada en el número de abril de 2014, 251, de la Revista LEER (cómpralo en tu quiosco, en el Quiosco Cultural de ARCE, o mejor aún, suscríbete).