Guerrero, estrella pop
“Cuando contemplamos las fotografías del multitudinario cortejo fúnebre tras la muerte de Jacinto Guerrero en Madrid, en septiembre de 1951, nos preguntamos si corresponden a una manifestación por un héroe nacional, un militar que salvó la patria o un líder político de inmenso calado en el pueblo. Pero la realidad es que esa infinita multitud que en ese día –declarado de luto en Madrid– alfombra la Gran Vía y llora emocionada está ahí para despedir el féretro… ¡de un compositor de zarzuelas!” (El siglo de la zarzuela. 1850–1950. José Luis Temes. Siruela, 2014).
El hábito madrileño de los cortejos funerarios, pese a recientes manifestaciones de admiración popular, ha quedado paulatinamente neutralizado por la evolución de la sociedad y el crecimiento de una ciudad que no se puede permitir quedar colapsada por los sentimientos. Así se vio con el de Sara Montiel, que quedó en sainete… Desde aquello ninguna estrella lo incluirá en sus voluntades póstumas. Pero durante mucho tiempo sirvió para medir la verdadera popularidad y dimensión pública de los personajes. El luto por Guerrero, como tres años después el de otro Jacinto, Benavente, da la dimensión de la importancia del compositor, ignorado hoy por unas nuevas generaciones que saben muy poco del pasado cultural de España.
A paliar esto deberían contribuir montajes como Jacinto Guerrero. Vida de Zarzuela, un pequeño gran espectáculo creado por Pedro Martínez y que se puede disfrutar en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, de miércoles a domingo, hasta el próximo 4 de mayo. La obra, producida por la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, es un delicioso ejercicio de metateatro. Asistimos al ensayo de una obra sobre la figura de Guerrero con una directora cómicamente despótica, interpretada por la estupenda Lorena Toré Vallecillo, con un pequeño elenco sometido a los continuos cambios impuestos por esta mujer al borde de un ataque de nervios, alterada por la presencia en el elenco de su ex, Camilo (Camilo Maqueda en la representación que pudimos disfrutar el pasado domingo), sosias de Guerrero: su paciente y eficiente ayudante (interpretado por el propio Pedro Martínez), el maestro al piano (encarnado por el director musical del espectáculo, Elías Romero) y la soprano (Sagrario Salamanca), objetivo preferente de las invectivas de Lorena.
Las divertidas tensiones del ensayo se alternan con los parlamentos sobre la vida de Guerrero y las interpretaciones musicales de algunas de las romanzas de sus zarzuelas, como Duerme, duerme corderito de La alsaciana (1921), Esta mañana mu tempranito de La rosa del azafrán (1930) Doña Mariquita o Hay que ver de La montería (1922), que Pedro Martínez pone en atinada correspondencia con la coreografía del Vogue de Madonna, uno de los números más divertidos de la representación.
Y es que Guerrero, como Madonna, nació un 16 de agosto… y como ella fue una estrella pop de su tiempo. Acudimos al reciente y enciclopédico El siglo de la zarzuela de José Luis Temes editado por Siruela para confirmarlo e ilustrarnos sobre la figura del compositor nacido en Ajofrín, Toledo, en 1895. El personaje casa con el tono y el fondo del espectáculo que le rinde homenaje, en el que el público es invitado a participar a modo de coro. “Cuando Guerrero dirigía la orquesta en sus zarzuelas, a menudo se volvía hacia el público y cantaba a voces sus propias melodías mientras reía a carcajadas”.
El “melodismo colectivo y popular” del exitoso compositor arrebató al público de los 20 y 30. Pese a ser genio de los géneros castizos predominantemente asociados hoy en día con Madrid, Guerrero era aún más popular en Barcelona. “Él afirmó repetidas veces que había ganado más dinero en Cataluña que en la capital”, señala Temes en su libro. Carencias técnicas y ramplonerías musicales aparte, “su alegría era lo que necesitaba la sociedad española que le fue contemporánea, como la sociedad de fines del XIX necesitó a un Federico Chueca”. Este “infalible melodista, ajeno a todo intelectualismo, y directo siempre a la sensibilidad popular” hizo una fortuna y estuvo en condiciones de construirse un teatro a la medida, el Coliseum de la Gran Vía Madrileña de Casto Fernández-Shaw y Pedro Muguruza. Un sueño de teatro, grande, moderno, espacioso, apto para grandes montajes de zarzuela y revista. “Además», cuenta Temes, «la familia Guerrero ocupó una de las viviendas anejas al teatro… ¡con comunicación directa con el escenario! De tal manera, don Jacinto se pondría en el futuro el traje de concierto en su casa y por un pasillo saldría directamente al foso”. Vida de zarzuela, no cabe duda.
BORJA MARTÍNEZ (@BorjaMzGz)
Modernas, no os sintáis amedrentadas: Jacinto Guerrero también es para vosotras; sobre todo si sois fans de Madonna. Parte del elenco de “JG, vida de zarzuela”, reproduce la coreografía del “Vogue” que sincronizan durante la representación con el “Hay que ver” de “La montería”.