Sufrimos en España la insoportable plaga de un mal llamado “thriller” que sobrealimenta sin pausa el ruido del canal editorial.
En este tiempo en que lo digital aparece como el gran vórtice donde todo confluye y que toda atención atrapa,
Hace algo más de diez años, en septiembre de 2003, LEER dedicaba su portada a la literatura gay, o a