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A través de los silencios

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El silen­cio es una puerta. Y cada vez son más los que sien­ten la lla­mada desde el otro lado. Lo segui­mos cons­ta­tando con el hito de la duo­dé­cima edi­ción alcan­zada por la Bio­gra­fía del silen­cio (Siruela) de Pablo d´Ors. Para cele­brar el acon­te­ci­miento edi­to­rial, se con­vocó ayer un encuen­tro con el autor en el Audi­to­rio de Casa del Lec­tor de Madrid (Paseo de la Cho­pera, 10). Para unir­nos a la exi­tosa cele­bra­ción, a la que asis­ti­mos, res­ca­ta­mos y actua­li­za­mos este repor­taje publi­cado en el número del pasado mes de marzo de la revista.
 

En una de esas mira­das desola­das a esta socie­dad presa de la pro­funda cri­sis de valo­res sobre la que tanto teo­ri­za­mos, de repente, un pál­pito. Algo se mueve, no fuera sino den­tro. La impre­sión se ve sus­ten­tada por cierta evi­den­cia al obser­var la nota­ble demanda de libros reli­gio­sos y espi­ri­tua­les. Sí, claro, entre ellos encon­tra­mos mucho pro­ducto des­ca­fei­nado y auto­ayu­das edul­co­ra­das, pero eso no hace sino con­fir­mar nues­tra intui­ción pri­mera: la indus­tria tam­bién se ha dado cuenta de esta “inquie­tud social” (o “des­per­tar” para los más opti­mis­tas) y reac­ciona con su lógica de oferta masiva y ciega ante un jugoso nicho de mercado.

En todo este ámbito, siem­pre ha habido maes­tros autén­ti­cos y gurús frau­du­len­tos, y es difí­cil dis­cer­nir, pero hay cri­te­rios para hacerlo como, por ejem­plo, des­con­fiar cuando el autor se ensalza hablando de sí mismo, por­que la ver­da­dera sabi­du­ría te enseña a ser humilde y a no com­por­tarte como un mesías”, explica a LEER el sacer­dote cató­lico y dis­cí­pulo zen Pablo d´Ors. Por el con­tra­rio, el humor es un fac­tor sig­ni­fi­ca­tivo para no per­der el norte tras un falso guía espi­ri­tual, “cuanto más sabia es la per­sona, más capa­ci­dad tiene de reírse de sí misma”.

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Pablo d’Ors.

Estas bre­ves con­si­de­ra­cio­nes bas­tan para con­fir­mar que no nos equi­vo­ca­mos al acu­dir al nieto de Euge­nio d´Ors como voz experta para pro­fun­di­zar en la temá­tica. Sabía­mos de ante­mano que, en busca del silen­cio, pere­grinó a pie hasta Com­pos­tela y viajó al desierto del Sáhara, al Monte Athos y al Hima­laya. Tam­bién fue fun­da­dor del semi­na­rio de entre­na­miento espi­ri­tual Bus­ca­do­res de la Mon­taña, una ini­cia­tiva viva cuya suge­rente deno­mi­na­ción des­cu­bri­mos hace justo un año en las pági­nas de Memo­rias de un hom­bre de madera de Andrés Ibá­ñez (repor­taje “Pupila inerte, cora­zón ardiente”; revista LEER, marzo de 2013). Ahora, el doc­tor en teo­lo­gía que com­bina el Evan­ge­lio con el zen nos dice que pue­den bas­tar seis meses de medi­ta­ción per­se­ve­rante para per­ca­tar­nos de que pode­mos vivir de otra manera. El ensayo en el que lo cuenta, Bio­gra­fía del silen­cio (Siruela), ha alcan­zado la duo­dé­cima edi­ción en un tiempo récord. “Se trata de una refle­xión sobre mi pro­pia expe­rien­cia de silen­cia­miento inte­rior”, declara a LEER, “pero no es un libro sólo para cre­yen­tes, quie­nes se acer­ca­rán a él desde una bús­queda reli­giosa, sino tam­bién para no cre­yen­tes que lle­ga­rán movi­dos por una inquie­tud mera­mente espiritual”.

En defi­ni­tiva, “es una expe­rien­cia abierta a todos”. Ni siquiera hay una dife­ren­cia sus­tan­cial entre la medi­ta­ción que se pre­senta en esta obra y la con­tem­pla­ción en el sen­tido más reli­gioso del tér­mino, “sólo que los no cre­yen­tes se refe­ri­rán a estar en el pre­sente mien­tras que los cre­yen­tes habla­re­mos de estar en la pre­sen­cia”.

Lo que parece común en todo Occi­dente es la “resis­ten­cia al silen­cio”. Esta per­ti­naz reti­cen­cia ocu­rre por­que éste implica “una invi­ta­ción a un encuen­tro con noso­tros mis­mos y resulta que no nos gus­ta­mos, en cuanto apa­rece lo que somos ante noso­tros, nos da miedo”. Es más, la medi­ta­ción que nos des­cu­bre esta lec­tura tiene lugar en silen­cio y quie­tud, dos cir­cuns­tan­cias de las que “sole­mos huir los occi­den­ta­les, quie­nes no ten­de­mos a la con­cen­tra­ción sino a la dispersión”.

 En todo este ámbito, siem­pre ha habido maes­tros autén­ti­cos y gurús frau­du­len­tos, y es difí­cil discernir

Sin embargo, el silen­cio nos crea, des­pués, adic­ción. “Cierto”, corro­bora d´Ors, “pues si per­se­ve­ra­mos en la prác­tica, des­cu­bri­re­mos que vivi­mos per­ma­nen­te­mente fuera de noso­tros mis­mos y es bueno vol­ver al hogar”. De hecho, cuando le pedi­mos que nos defina el silen­cio, habla “en pri­mera ins­tan­cia, de una nos­tal­gia, por­que todos tene­mos la intui­ción de que el silen­cia­miento nos hará bien”. Segui­da­mente, cita “el pánico, por­que no somos, como desea­ría­mos, exclu­sivo terri­to­rio de luz (ver­dad, belleza y bien) sino que en nues­tro inte­rior tam­bién hay som­bras (codi­cia, ambi­ción, vani­dad…) y no las afron­ta­mos”. Para con­cluir, se refiere al “con­cepto de reve­la­ción por­que el silen­cio te des­cu­bre quién eres, es el camino a la patria de la iden­ti­dad, del pro­pio yo, donde podre­mos cum­plir nues­tro des­tino de seres huma­nos”. Ahí radica “la poten­cia sana­dora del silen­cio”, en que “te recon­ci­lia con­tigo mismo mediante un tra­bajo de puri­fi­ca­ción (de la mirada, del oído y, sobre todo, del cora­zón), poten­cia­dor de una visión más ajus­tada de la reali­dad”.

Res­pecto al ros­tro más árido del silen­cio, “ése es el desierto, una fre­cuente fase inte­rior de seque­dad, sin par­ti­cu­la­res des­cu­bri­mien­tos, en el camino de medi­ta­ción”, deta­lla d´Ors. Durante esa difí­cil etapa en la que resulta impres­cin­di­ble man­te­nerse fiel a la dis­ci­plina, “vas a tien­tas y per­se­ve­rar resulta tan duro como lo es seguir tra­ba­jando en un texto lite­ra­rio en momen­tos sin ins­pi­ra­ción”. La clave reside en no dejar de tener fe en la lla­mada, que “es pura­mente imper­so­nal, una pro­mesa mis­te­riosa hacia un des­tino que no tene­mos claro pues se trata de un sen­dero que se va haciendo”. Sí, efec­ti­va­mente, desde el silen­cio “te llama algo; y los cre­yen­tes podre­mos decir que nos llama Alguien”.

El inte­lec­tual mani­fiesta una apro­xi­ma­ción men­tal a la reali­dad mien­tras que la medi­ta­ción es un acer­ca­miento sapiencial

dorsbiografiasilencio¿Y por qué hay tan­tos inte­lec­tua­les que se han sen­tido atraí­dos por el silen­cio pero han errado con faci­li­dad en esta nueva vía abierta ante ellos? Tam­bién para esto tiene res­puesta el escri­tor. Sucede que “el inte­lec­tual mani­fiesta una apro­xi­ma­ción men­tal a la reali­dad, a tra­vés de una exclu­siva inmer­sión racio­nal, mien­tras que la medi­ta­ción es un acer­ca­miento sapien­cial”. Por tanto, la solu­ción al pro­blema de los inte­lec­tua­les, que tie­nen una acti­tud pose­siva al que­rer pene­trar en la reali­dad mediante los ins­tru­men­tos de la razón, “es dar un salto a lo intui­tivo para alcan­zar al sabio, quien, con su acti­tud recep­tiva, per­mite que la reali­dad pene­tre en él”.

Con un sereno ahon­da­miento en todos estos pen­sa­mien­tos, Bio­gra­fía del silen­cio aborda la medi­ta­ción como una viven­cia, tre­menda y fas­ci­nante, de muerte y rena­ci­miento. Tal cual, sin con­ce­sio­nes a la lige­reza de otras estan­te­rías tris­te­mente cer­ca­nas en la libre­ría. Esto no ha supuesto un obs­táculo para su gran éxito de ven­tas, “algo que, en cierta medida, es sor­pren­dente”, opina el autor. Sin embargo, viene ava­lado por el hecho de que “actual­mente hay una enorme bús­queda espi­ri­tual por parte de muchas per­so­nas, gente de la Igle­sia y de fuera de ella, que sien­ten una pro­funda insa­tis­fac­ción ante la vida pura­mente mate­rial, desean res­pon­der a un anhelo inte­rior y encuen­tran en la medi­ta­ción, en el camino del silen­cio, al menos una puerta que pue­den traspasar”.

Este fenó­meno edi­to­rial des­puntó cuando se cum­plían treinta años desde que el direc­tor ale­mán Phi­lip Grö­ning pidiera per­miso a la Orden de los Car­tu­jos para rodar su impac­tante docu­men­tal El gran silen­cio, un autén­tico acon­te­ci­miento cine­ma­to­grá­fico euro­peo, sin diá­logo (pro­mo­cio­nado con el lema “sólo al pres­cin­dir del len­guaje se empieza a ver, sólo en el silen­cio más abso­luto se empieza a oír”), cuyo estreno en España data del año 2006. Es un buen momento para revi­sarlo, bas­tan ape­nas unos minu­tos para com­pro­bar cuánto nos cuesta con­cen­trar­nos en el silen­cio y, a la vez, cuán nece­si­ta­dos esta­mos de ese urgente silen­cia­miento para seguir evolucionando.

MAICA RIVERA (@maica_rivera)

Una ver­sión de este artículo fue publi­cada en el número de marzo de 2014, 250, de la edi­ción impresa de la Revista LEER.
 
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