Para empezar, una pieza de coleccionista imprescindible: la edición de lujo, forrada en tela, del clásico (Minotauro). Su encantadora ilustración corrió a cargo de Jemima Catlin, quien bebió directamente las fuentes genuinas para su trabajo. Así lo reveló a la revista LEER, su principal inspiración para obtener un resultado tan fresco fueron “las propias ilustraciones de J.R.R. Tolkien, así como sus luminosas y atmosféricas descripciones” que aseguró haber releído cientos de veces. Es más, durante los tres años de absoluta dedicación a la tarea, confesó haber soñado con uno de los más esperados personajes de la anterior entrega cinematográfica, el gran Beorn…
Cabe preguntarse, como hace El poder del anillo (Encuentro) en la edición revisada: ¿qué es lo que hay en la obra tolkieniana que inspira esta particular devoción casi espiritual? El propio autor de esta publicación, Stratford Caldecott (fallecido este año; aquí nuestro afectuoso recuerdo en su memoria) argumentó para LEER que “un cuento de hadas como El Hobbit no es un mero entretenimiento sino una historia verdadera, y así lo entendió Tolkien”. Por eso, su libro «está diseñado para explorar los significados más profundos de la historia y las intenciones de Tolkien al escribirla”, incrementando el disfrute de la experiencia en el cine.
En estas páginas, Caldecott explica “por qué la Tierra Media, creada a partir de experiencias y lugares reales, es relevante para nosotros hoy”. Destaca, por ejemplo, “las vívidas descripciones naturales, inspiradoras del universo fílmico de Peter Jackson, que nos conceden una nueva mirada del mundo con una mejor apreciación de su belleza y un amor más fuerte por la naturaleza como, de hecho, los escritos tolkienianos contribuyeron a enardecer el movimiento ecologista en los años sesenta”. Pero, sobre todo, resulta importante advertir que “la narración versa sobre la transformación de una personalidad”, es decir, “Bilbo Bolsón nos representa a cada uno de nosotros en un viaje desde la aburrida autocomplacencia hasta un estado mucho más elevado de existencia que Tolkien denomina nobleza de espíritu y que implica la posibilidad de un heroísmo entendido como preparación para el sacrificio por el bien de otros, como el protagonista es capaz de realizar al final”.
No puede olvidarse, estimó Caldecott, que la gesta de estos relatos “comenzó antes de la I Guerra Mundial y que El Hobbit fue escrito en entreguerras de manera que tuvo mucho tiempo para crecer y madurar en el subconsciente tolkieniano antes de encontrar su forma final”. Ahora, “el gran alcance de todo ese mundo a cuyo desarrollo y perfección el autor dedicó toda la vida” puede verse en una panorámica de su obra a través de El poder del anillo, y, en este sentido, “el filme desarrolla un buen trabajo para atraparnos dentro de ese imaginario en el que Tolkien invirtió mucho tiempo no sólo para entretenernos sino también para dejarnos una visión de la verdad, la bondad y belleza que mejoraría nuestras vidas”. Stratford Caldecott ofreció sus interesantes reflexiones como apoyo para profundizar, con un mensaje que sigue vigente para el público español: “¡espero que al menos aliente a leer la obra original y a no contentarse únicamente con ver la película!”.
También Joseph Pearce propone el descubrimiento de los significados más ocultos de El Hobbit con El viaje de Bilbo (Palabra) que «sigue la trama tras los pasos de Bilbo Bolsón en el viaje a la Montaña Solitaria y de regreso a la Comarca, teniendo siempre en cuenta el sentido ético y espiritual que emerge en cada etapa del trayecto”. Así lo manifestó a LEER, instando a recordar que “si Tolkien consideró El Señor de los Anillos como una obra fundamentalmente religiosa y católica, tenemos que entender El Hobbit en los mismos términos para acceder a su nivel de significación más profundo”. Siguiendo esta perspectiva, “El viaje de Bilbo permite comprender y disfrutar la historia en toda su riqueza y hondura, lo que facilitará la observación crítica de los aciertos y debilidades de la adaptación cinematográfica de Peter Jackson”.
Recordamos especialmente el disgusto de Pearce con la primera entrega de la saga. No quedó “muy impresionado”, ya que “se tomaron demasiadas libertades con el texto original” y, en este sentido, su libro “ayuda a restaurar la magnificencia y majestuosidad de la obra”. Sobre las enseñanzas relevantes, el especialista británico nos invitó a apreciar que, «en lo más íntimo, El Hobbit es una meditación sobre las palabras de Cristo recogidas en el Evangelio según San Mateo: donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón, ya que la enfermedad del dragón es similar a los efectos maléficos del poder del anillo en El Señor de los Anillos, se nos advierte con ello de que lo poseído posee al poseedor, de que estamos en peligro de llegar a ser dominados por nuestras posesiones como Smaug o Gollum, adictos a esas cosas que son autodestructivas en última instancia”.
Tal egoísmo recreado “sólo puede superarse con altruismo, entregando nuestra vida a otros en actos amorosos de sacrificio, y El Hobbit nos enseña cómo hacerlo, cómo superar nuestro orgullo para poder amar de la manera más plena, y ésta es, ni más ni menos, la lección más importante que tenemos que interiorizar”. Todos habremos de aprender a ser hobbits, como lo fue el profesor J.R.R. Tolkien. Ya lo dijo Peter S. Beagle: “En una época plagada de libros de autoayuda y de guías superficialmente espirituales para vivir una vida humana y en verdad completa, resulta difícil creer que nadie haya pensado en tomar a los medianos como ejemplo, tanto físico como filosófico, de una vida de ese tipo”. En especial, con la adaptación al cine de El Hobbit en tres partes, La Sabiduría de la Comarca (Zenith) de Noble Smith “puede crear un nicho propio y atraer a un público que no se limite únicamente a los devotos de Tolkien”. En declaraciones a LEER, Smith aseguró que su libro “tiene muchos detalles fascinantes sobre la forma de vida del hobbit, su historia en la Tierra Media y su mentalidad en relación a lo que considera correcto e incorrecto”. A todas luces, se trata de “la lectura perfecta para los interesados en el personaje de Bilbo Bolsón”.
Entre otras curiosas conclusiones, parece que actualmente podríamos tomar ejemplo de las buenas prácticas de la población hobbit sobre “sostenibilidad (viven de todo lo de la Comarca) y autosuficiencia (toman sólo lo que necesitan)”. Tolkien glosó su «estrecha amistad con la Tierra”, una actitud de respeto medioambiental hacia la que podríamos evolucionar para llegar a ser verdaderamente “sabios” como indica Smith. Concluyó el escritor estadounidense que «los hobbits se muestran amables y divertidos, amigos leales y muy valientes cuando tienen que serlo pero, en el fondo, son amantes de la paz, discretos jardineros que desean tener una vida tranquila, y esos son justo los rasgos del carácter de Bilbo que el actor Martin Freeman retrata tan bien en los filmes”. Ahora, de nuevo, volvemos a tener la oportunidad de comprobarlo en la gran pantalla.
MAICA RIVERA (@maica_rivera)