Soberanía alimentaria
La producción agrícola y de alimentos se ha convertido en una industria globalizada dominada por grandes compañías multinacionales. Éstas basan su negocio en una producción altamente tecnificada y en unos mercados sometidos a la especulación. La ganancia y no la satisfacción de las necesidades de la población ni la adecuada retribución de los productores es el motor de este sistema. De este modo puede resumirse la descarnada visión que Gustavo Duch tiene del mercado mundial de los alimentos. Antiguo portavoz de Veterinarios sin Fronteras y conocedor por su trabajo de las tensiones y necesidades de los países pobres, Duch se ha especializado en el estudio de la globalización y los mercados alimentarios. Obras anteriores como Con los pies en la tierra (Icaria Editorial) y Alimentos bajo sospecha (Los Libros del Lince) le han convertido en un destacado crítico de la globalización alimentaria.
En esta nueva entrega, No vamos a tragar, Duch explica cómo la crisis financiera mundial sólo ha servido para agravar la situación del mercado global de la alimentación. En su opinión, la crisis está siendo aprovechada por el «perverso sistema agroalimentario mundial para causar más penalidades y destrozos» y de ahí que proponga plantar cara diciendo «no vamos a tragar».
Duch propone cambiar la agricultura concebida como negocio por otra que piense en las necesidades de las personas, especialmente en los países en desarrollo. Estos han sufrido la acelerada implantación de sistemas agrícolas que potencian la siembra de monocultivos para la exportación, productos que requieren grandes inversiones en maquinaria y fertilizantes y que no dejan apenas beneficio a quienes los cultivan. El dominio de los mercados mundiales y de los escalones de intermediación por las poderosas industrias y entidades financieras hacen que el precio recibido por el productor primario no le permita subsistir. El abandono de los cultivos variados y locales por las variedades para la exportación se ha llevado a cabo en todo el mundo y ha dejado a las poblaciones locales inermes: ni pueden abastecerse con el autocultivo como antes ni pueden enriquecerse con la nueva actividad.
De este modo, explica Duch, los campesinos quedan esclavos de la necesidad de semillas, fertilizantes, pesticidas y otros insumos que requieren los nuevos cultivos y que les venden las grandes compañías agroquímicas que dominan el sistema.
La nueva obra de Duch se convierte en una proclama en favor de un nuevo orden agrícola: «No vamos a tragar con una economía que no esté al servicio de la gente. No vamos a tragar con la política de acaparamiento de tierras cultivables, ni con la especulación en bolsa con los alimentos. No vamos a tragar con una agricultura industrializada que no conduce a que las personas estén bien alimentadas, sino que provoca hambre, obesidad, destrucción de la pequeña agricultura sostenible y, lo más grave, una cuchillada a la Tierra que nos acoge», afirma el autor, que con esto último recuerda que la industrialización agrícola conduce a un uso de la tierra que no es sostenible y que termina con su fertilidad.
«Soberanía alimentaria» es el término que se utiliza para reivindicar el derecho de las personas a elegir su actividad y su futuro. Duch señala cómo existen ya movimientos de campesinos en países de América Latina y África que luchan para salir del perverso sistema en el que están inmersos. En el otro extremo están los consumidores occidentales, que deberían ser conscientes de dónde viene lo que comen, y moverse para comprar alimentos cuyo origen no dañe a las personas ni al medio ambiente.
PEDRO CÁCERES (@Pcaceres_)
NO VAMOS A TRAGAR Gustavo Duch Los Libros del Lince. Barcelona, 2014 208 páginas. 16 eurosPara saber más:
- Palabre-ando: blog de Gustavo Duch.
- Página de “No vamos a tragar”
Una versión de esta reseña ha sido publicada en la sección Páginas Verdes de Pedro Cáceres en el número de septiembre de 2014, 255, de la Revista LEER (cómpralo en tu quiosco y en librerías seleccionadas, o mejor aún, suscríbete).