Una mujer en Moncloa
¿Qué ocurriría en España si una mujer fuese elegida por el pueblo como presidenta del Gobierno? Hagamos un poco de política ficción con el autor de esta novela: el martes 28 de junio de 2011, en el Congreso sito en la plaza de las Cortes de Madrid, la primera oradora sube al estrado y presenta un discurso audaz y combativo, “¡Vamos a por ellos!”. Las sesiones se han terminado con motivo de la llegada del verano y el secretario general de los socialistas, Blas Penagos, aborda a la primera política honrada que se cruza en su camino mientras se dirige a reunirse con sus hijos en la calle Ortega y Gasset: la esperan para comer y para ella son lo más importante en su vida. “Mis hijos y mi marido van por delante de cualquier cosa, aunque también me debo al servicio del país desde que acepté servir como diputada”, contestación que la protagonista le da a Penagos y que sirve al lector para situarse rápidamente con respecto a esta mujer, hecha de otra pasta, construida del metal de la honradez. Y eso desconcierta a la casta.
Moncloa. Una mujer hace historia (Vivelibro, 2014), de Germán Gullón, supone un oportuno aldabonazo a las conciencias sociales de una España que ha sufrido muchos cambios y que ha sido testigo de los desmanes chulescos de una clase política cuya ética se les va, como dirían en el Siglo de Oro, como agua por banasto. Emerge así la líder de un partido periférico, Ciudadanos Independientes: Pepa Benavides, profesora titular de inglés en la Universidad, lanza un inteligente discurso que impacta como un torpedo en los abrevaderos de la aborregada clase política española y a unos les da un vuelco de corazón y a otros ganas de cerrarle la boca, de la que salen tantas palabras que amenazan con acabar con sus privilegios. Un grupo de personas que sufre hartazgo de la esclerosis de corrupción hispánica conecta con la sensibilidad de Pepa Benavides: se trata de personas con conciencia que la ayudan a poner en marcha un plan de acción política que acabe de una vez por todas con el bipartidismo. La realidad plural de España, deja traslucir Gullón, no puede reducirse tan solo a dos opiniones: en la vida real existen muchas más sensibilidades políticas –como Ciudadanos, UPyD, Izquierda Unida y la sorpresa de Podemos– que retratan otros colores del espectro social y otros intereses que a día de hoy ni el PP y ni el PSOE representan.
También las fuerzas políticas tientan a Pepa Benavides –ejercicio natural en agrupaciones que viven y medran a la sombra del cambalache y de las puertas giratorias–, propuestas que Pepa esquiva con criterios éticos, descubriendo con cada negativa, la monumental corrupción silenciosa que funciona en muchos ámbitos del mundo político. Estos dos grupos antagónicos que tiran, cada uno por su lado, de Pepa Benavides, son retratados por Germán Gullón con la elegante crítica de quien conoce los entresijos del Poder, que funcionan igual en la vida académica y que él mismo ha tenido que sufrir.
Plantea Gullón una idea sumamente atractiva: probablemente una mujer gobernase nuestro país con mayor capacidad, con una tranquilidad y un poso reflexivo acumulados en el observatorio de excepción que le han obligado siglos de poder masculino. Pero lo más importante es que esta mujer ideal que perfila sabiamente Gullón está dispuesta a cambiar el escenario político en su dimensión moral. Los intestinos de la política exterior y los almuerzos donde se ofrecen prebendas de poder a cambio de alianzas puntuales conforman el telón de fondo de esta excelente novela en la que conservadores y socialistas quieren ganar ventaja a cualquier costa.
Hemos de destacar también el papel que juegan en Moncloa desde la primera página los medios de comunicación y que en España se han amoldado al bipartidismo, a la doble opinión –liberal y progresista–: sin embargo, la variedad de publicaciones digitales ayuda a que haya más voces, porque los periódicos ya establecidos ofrecen las mismas opiniones y la juventud está harta. Los lobbies, los grupos de poder, negocian con los partidos políticos y promueven un maridaje de los medios con la casta política. De modo que los jóvenes ya no siguen la vida política y reciben otra inspiración en las redes sociales, donde hay variedad, porque ya no se fían –con razón– de las cabeceras.
En Moncloa se pacta una legislatura más corta, de dos años: cuatro años es casi insoportable para cualquier país europeo, según Gullón. El conocido “rodillo” en tiempo del dominio socialista, para airear todo lo que ha sido taponado, ya no es viable. También la crisis influye en el modo de hacer política y las presiones monetarias de los nacionalistas catalanes y vascos, que copian el estilo del miniprograma electoral del Partido Ciudadanos Independientes, ya no surte el mismo efecto: cuando el país se enfrenta a una crisis económica de dimensiones mundiales, las reivindicaciones económicas nacionalistas no parecen oportunas. Esta cuestión que nos desune en España, la del nacionalismo, es invención germánica del siglo XIX, una “creación” de alambique que ha traído a Alemania y a Europa muchas catástrofes. El escritor hace una firme apuesta por la libertad del individuo, frente al nacionalismo de vía estrecha. Para Germán Gullón la democracia para los españoles es ese traje que aún nos queda grande y por eso hemos de acudir frecuentemente al sastre para que nos lo arregle.
Germán Gullón, catedrático de literatura profundamente humano, es maestro de hispanistas y pasa la mitad de su vida en Holanda. Por eso le chocan las diferencias existentes entre la prensa holandesa y la española: en el país del tulipán hay una diversidad mucho mayor. También por eso –además de por su innegable talento–, por el privilegio del observador que vive en dos mundos, esta aventura novelesca le ha salido redonda.
DAVID FELIPE ARRANZ @MarcapaginasGR