El espía autista
Mai Jia, seudónimo del escritor chino Jiang Benhu (Fuyang, 1964), ha llegado a España para quedarse. Es muy previsible que la reciente aparición en nuestro país de El don (Destino) repita el éxito obtenido por esta novela no solo en China –donde se ha alzado con un sinfín de premios como el Mao Dun Literary Prize o el Chinese National Book Award, entre otros– sino en el resto del mundo desde que fue lanzado internacionalmente, tras su descubrimiento por la traductora inglesa especializada en lengua y cultura del gigante asiático Olivia Milburn, que recomendó de manera entusiasta su publicación.
Antes de dedicarse a la literatura, Mai Jia desarrolló una actividad que resultó determinante para escribir El don, su primera novela, en la que invirtió más de una década de trabajo. Se alistó en el ejército y estudió telecomunicaciones en la Academia de Ingenieros, especializándose en descodificar mensajes y en criptografía, labor en la que demostró una destacada pericia, hasta el punto de que muy pronto le ficharon para una unidad secreta de los servicios de espionaje. Tras abandonar el ejército, llevó durante un tiempo una vida nómada, con continuos traslados de lugares, entre otros el Tibet, donde pasó tres años.
Esa vida errática no le hizo olvidar, sin embargo, su experiencia como espía, que vuelca en su primera salida a la palestra literaria con El don, convirtiéndola en una singular y pionera muestra de la novelística asiática de espionaje. Los seguidores del género de espías encontrarán en El don una agradable sorpresa, aunque la obra no es únicamente un thriller construido con habilidad. Explora asuntos de indudable trascendencia, combinando elementos de un género tan popular como es el de espías con otros de la tradición literaria china y de la narrativa histórica, que goza hoy día de gran predicamento. No en vano, el propio Mai Jia quiso desmarcarse de que su novela no se encuadrase solo como un ejemplo de género: “El juego de espías es solo una tapadera, escribo sobre las personas. Las personas que experimentan la alienación en el trabajo: su espíritu, su destino, su dolor interior y el amor. Eso es lo que me preocupa”.
Quizá el mayor atractivo de la novela sea la invención de su protagonista, que bebe tanto de la experiencia profesional de Mai Jia como de su propio carácter solitario y ensimismado. Al personaje principal de El don lo conocemos sobre todo a través de lo que otros nos cuentan, pero en torno a él gira toda la trama. En Rong Jinzhen el escritor chino ha ideado una figura que encierra una doble condición, cuya posesión marcará su destino. Rong Jinzhen, hijo de una prostituta y de un violento personaje llamado “cabeza de asesino”, es, por un lado, un genio de las matemáticas –por ejemplo, aprendió a multiplicar en su infancia de forma autodidacta–, que tiene el don de ser implacable en descifrar códigos, por lo que será reclutado por las autoridades para incorporarse a la Unidad 701, donde sus días pasan en soledad dedicados obsesivamente al trabajo. Allí es explotado y, sin duda, Mai Jia así lo denuncia. Pero es posible que el trabajo de Rong Jinzhen en la Unidad 701 no sea tan agobiante. La obsesión casa muy bien con su otra característica, que es su dificultad de comunicación con los demás hasta el punto de ser prácticamente autista. Con estos mimbres, Mai Jia traza una historia con varios niveles de lectura en adecuada simbiosis.
La visita de Mai Jia a España está prevista para finales de junio. Sin duda, se encontrará con nuevos seguidores.
CARMEN R. SANTOS