Canalejas, una esperanza frustrada
España se entrega con periodicidad variable a una afición paradójica: convertir en santos laicos a políticos destruidos por la propia patria. Lo hemos visto con los recientes entusiasmos colectivos por la figura de Adolfo Suárez, aquel hombre que traicionado por todos y que, empeñado en construir una alternativa política en torno a sí, llegó a rogar que le quisieran menos y le votaran más. En nuestro tumultuoso XIX sucedió con Prim, cuya momia ha ofrecido novedosas noticias sobre su muerte transmitidas por Francisco Pérez Abellán en un reciente libro.
Y pasó, claro, con José Canalejas, cuyo asesinato, el 12 del 11 de 1912, contribuyó sin duda a mitificar la figura de esta rara avis del Partido Liberal, capaz de tener una voz propia en aquella cajón desastre de intereses y terminar imponiéndose desde la heterodoxia y plantear un equilibrado proyecto gubernamental de reformas y progreso contra la oposición de casi todos, desde el integrismo religioso a la izquierda ajena al sistema de la restauración.
Ayer en su columna de El Mundo Arcadi Espada elogiaba la labor intelectual de FAES; estigmatizada por el partido matriz del que depende, “entre las fundaciones políticas españolas su liderazgo en calidad y cantidad es indiscutible”, aseguraba. Una prueba de los méritos de FAES, dignos de toda consideración más allá de la sensibilidad política de cada cual, es esta excelente biografía de Canalejas editada por Gota a Gota, el sello de la Fundación; un político que en principio no cabría alinear con la tradición ideológica del Partido Popular –si es que cabe remontarla tan atrás…–. Presentada también ayer en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, su autor, Salvador Forner, es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante y titular de la cátedra Jean Monnet de Historia e Instituciones de la Europa Comunitaria.
Aunque por origen y formación replicaba con fidelidad el pedigrí de la elite política de la Restauración, Canalejas ofrece “unos rasgos de carácter independiente y de voluntad de poder que lo singularizan, y un empeño de renovación programática del liberalismo español que no tiene antecedentes ni continuadores”, señala Salvador Forner en el prefacio del libro. Desde el republicanismo radical y progresista de su primera época a la plena aceptación de la monarquía y de la figura ya desaparecida de Cánovas, Canalejas nunca renunció a la integración política y material de las clases obreras en el régimen de la Restauración.
Abanderado en 1890 del sufragio universal y de la democratización del servicio militar, desde el Gobierno afrontó con decisión buena parte de los problemas nacionales que habían quedado sin resolver con la grave crisis que provocara en 1909 la salida de Maura, el otro político de talla del periodo. En octubre de 1912, pocas semanas antes de su asesinato, el Congreso aprobaba el proyecto de Mancomunidades que otorgaba autogobierno a las cuatro provincias catalanas, y que este año precisamente cumple 100 años de su puesta en funcionamiento (hoy el Cultura/s de La Vanguardia dedica un amplio dossier a su historia y ejecutoria). El proyecto de Ley de Asociaciones parecía encauzar la cuestión clerical, y los conflictos laborales del año anterior, con la resolución gubernamental de la huelga ferroviaria, parecían remitir, ofreciendo un horizonte de paz social y estabilización del régimen de la Restauración inimaginable dos años antes.
El magnicidio abortó las perspectivas de la experiencia Canalejas y “truncó una de las posibilidades de renovación del liberalismo español, sin que ninguno de los dirigentes que le sucedieron rayase a su altura”, subraya Forner. Cuando el político ferrolano moríaa tiroteado frente a la Librería San Martín, en la Puerta del Sol, a manos del anarquista Manuel Pardiñas, un paisano suyo llamado Francisco, teniente de infantería, estaba a punto de cumplir 20 años en su destino africano…
BORJA MARTÍNEZ (@BorjaMzGz)