La muerte como estrategia
Este es un libro que uno no quisiera escribir, nunca jamás; poder hacerlo, no obstante, está al alcance de contadísimas personas. Su autor, Fernando Reinares, es catedrático de Ciencia Política y un auténtico especialista en los mundos terroristas. Ejerció como asesor en antiterrorismo del ministro del Interior José Antonio Alonso entre 2004 y 2006. En 2001 escribió Patriotas de la muerte. Quiénes han militado en ETA y por qué, un libro que produjo considerable impacto. Con Antonio Elorza publicó poco después de la matanza de la Estación de Atocha el libro El Nuevo terrorismo Islamista. Del 11-S al 11-M. Ahora, diez años después, ha presentado un pormenorizado estudio sobre quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España.
Este escrito presenta dos partes. Una es ‘Red terrorista del 11-M: origen, componentes y formación’; la otra ‘La conexión Al Qaeda: venganza, oportunidad y estrategia’. Cabe saber que la penetración islamista en España comenzó hace veinte años y pasó inadvertida, esto es, no se sabía de qué iba aquello, ni se adecuó la legislación ni se dotó a las Fuerzas de Seguridad de los medios precisos para impedir esos objetivos. En palabras de los propios terroristas: “La yihad es una violencia contra infieles y apóstatas que está justificada, tanto utilitaria como moralmente, para hacer avanzar o defender el Islam”. Por tanto, el terrorismo viene a ser para ellos un deber, y el asesinato una norma. Veamos otros dos párrafos, uno de definición: “Dejemos que digan que somos terroristas. Sí, es lo que somos. La palabra está en la terminología islámica. Dejemos que la gente nos llame enemigos del pensamiento y la opinión”. Y otro de proyecto: “Al Andalus fue en el pasado una de las piezas fundamentales de nuestra historia y por ello debemos recuperarla, sea como sea, de los infieles”.
El mismo día de los atentados del 11-M (10 bombas en 4 trenes), 24 individuos estaban a punto de ser procesados ante la Audiencia Nacional por pertenecer a una célula de Al Qaeda activa en España. Reinares refiere que la fecha del 11 de marzo quedó plasmada por escrito en Bruselas el 19 de octubre de 2003, antes de que se fijara la fecha de las elecciones generales en España. Analiza las circunstancias personales y sociales de los integrantes de la masacre; una cuarta parte de ellos tenía al menos un familiar dentro del entramado terrorista. Empeñados en instruir a “los leones que venían desde lejos con el fin de prepararse para transformar la tranquilidad de los cruzados en un infierno”. Pasan los años, pasan los siglos y ¡seguimos siendo cruzados!
Puede considerarse casualidad que “entre el 11-S, es decir, el 9/11 según el modo de datar propio de los estadounidenses, y el 11-M” transcurrieran exactamente 911 días. Escribe el profesor Reinares que “venganza y oportunidad se combinaron en la decisión de atentar en España que se tomó en Karachi en diciembre de 2001 y que se ratificó, por motivos no exactamente coincidentes, en Estambul en febrero de 2002”. Se planificó por motivos de venganza. Se preparó por criterios de oportunidad y se ejecutó por razones de estrategia.
Hubo una voluntad evidente de crueldad, de que aquellos atentados fueran lo más cruentos posibles. Los terroristas se sirvieron asimismo de la invasión y ocupación de Irak para justificar la matanza en los trenes de Cercanías y presentarla como un éxito. Se pretendió, y se consiguió en gran medida, la transferencia de culpa –propósito terrorista al cometer atentados– a la sociedad española. Ella había elegido presidente a alguien que, desoyendo el clamor de la ciudadanía, prestó resuelto apoyo a aquella calamitosa y tramposa guerra contra Sadam Husein.
Aquellos atentados no fueron suicidas, porque los terroristas no habían completado los planes que tenían previstos; iban a proseguir en Granada. Cuatro años después se preparó otro segundo 11-M. Iba a ser en enero de 2008, en el Metro de Barcelona. El día 19 unos 14 individuos fueron detenidos en el Raval, entre las 00:40 h. y las 05:00 h. Los responsables de esas detenciones seguirán estando en el anonimato, desconectados de la gratitud ciudadana, porque –paradoja de la Historia– lo que pudo pasar y no pasó no es historia.
MIGUEL ESCUDERO