Héroes modernos y chicos hastiados
La mayoría de momentos forman parte de un continuo inalterable en el tiempo, una trayectoria que permite la deducción del futuro, ocasiones que se solapan y se pierden tan pronto como ocurren. Sin embargo, hay momentos que se transforman en acontecimientos, en que el continuo se rompe, en que el punto de giro aparece implacable y sin conocer enmienda, en que nada vuelve a ser como era recordado y todas nuestras perspectivas se difuminan como el humo ante el huracán.
Servando Rocha (Santa Cruz de la Palma, 1974), escritor y editor de La Felguera, es reconocido como uno de los más importantes divulgadores y estudiosos de la contracultura en este país, pero también como uno de los mejores cazadores de esos momentos en los que las certezas se quiebran. Nada es verdad, todo está permitido. El día que Kurt Cobain conoció a William Burroughs (Alpha Decay, 2014), es un libro que se desarrolla en torno a un instante, un encuentro de dos individuos que representaban lo más intenso de diferentes momentos y generaciones, y que da pie a iniciar un viaje, en apariencia anárquico, por los márgenes de la cultura y junto a sus protagonistas.
Todo libro como objeto tiene un comienzo, y el de este, su presentación, sucedió en la cueva de la librería La Central de Callao, en Madrid. Un espacio que se repite en todo el centro histórico de la capital: galerías a varios metros bajo la superficie –donde la vida parece transcurrir siempre bajo las normas de lo aceptado–, subterráneos que funcionaban como despensa, pero también, interconectados, como escape y pasaporte para la aventura de lo inaceptable. Una metáfora perfecta para el contenido del libro; quizá simplemente una casualidad, o quizá una sincronicidad que nos alerta ante la naturaleza del viaje propuesto.
Porque este relato –decíamos anárquico en apariencia– salta en el tiempo aprovechando los túneles de doble recorrido que la historia poseé, y que como las galerías subterráneas sólo están disponibles para el observador atento. Y no sólo somos nosotros, arrogantes habitantes del presente, los que nos colamos sin pedir permiso en el pasado, sino que a veces el pasado de los muertos empieza a pasearse por el presente de los vivos. Hassan i Sabbah, el viejo de la montaña, líder de la secta de los asesinos y autor de la máxima que titula esta obra, se convierte en un viajero del tiempo involuntario sirviendo de excusa para terroristas globales, teóricos del Imperio o escritores de la experimentación que buscaban la liberación de la mente a cualquier precio.
El libro nos retrata a un Burroughs más allá de su faceta como escritor, como alguien en constante lucha con el espíritu feo, un ente presente desde el fatal accidente de Ciudad de Méjico, y que gracias a la ayuda de su amigo Brion Gysin (el único hombre digno de respeto, según Burroughs) acaba revelando su rostro como el de la América del poder y el dinero, acaba tomando la forma de William Randolph Hearst, el magnate de la comunicación, estableciéndose así la confrontación definitiva entre el exterminador de palabras y su mercader máximo.
Este ensayo también indaga en cómo personajes de la cultura contemporánea como Kurt Cobain, de una existencia pública de apenas tres años, acaban siendo repensados como si fueran sublimes portadores de algún mensaje, cuando quizá no eran más que chicos hastiados de un fin de época incapaz de proporcionarles nada más allá de lo material.
El título de la colección donde se inscribe el libro, “Héroes Modernos”, señala ya, de nuevo, a los protagonistas que habitan las interzonas. Aquellos escritores que luchaban en las calles, los que descubrieron que no existía Santo Grial más allá de su propia búsqueda. Una nostalgia entendida no como adoración de museo, sino como iluminación del presente. Una nostalgia de los tiempos en los que la aventura no acababa en la agencia de viajes.
DANIEL BERNABÉ (@diasasaigonados en Twitter; su página personal, danielbernabe.com; sus columnas en Grund Magazine; su primer libro, “De derrotas y victorias”, en Endymion Ed.).