Lleva 14 años enfrascado en una investigación descomunal con ambiciones de totalidad sobre los orígenes y el desarrollo de las ideas comunistas, de la que acaba de publicar el segundo volumen. Los enemigos del comercio es la gran obra de un pensador tan riguroso y metódico como heterodoxo y polémico.
Pensó que el de las drogas era el mayor tabú al que podía enfrentarse, pero tras el “cero patatero” que sacó en su oposición a cátedras, en la que presentó un pequeño ensayo que había quedado como un apéndice descolgado de Sesenta semanas en el Trópico, descubrió que había otro que operaba con más contundencia aún: “Mi investigación intenta ser absolutamente ecuánime, no dedico un solo adjetivo peyorativo a mi objeto de estudio histórico, pero parece que sólo se puede hablar de esta cuestión si te dan un diploma previo para historiar el fenómeno. Si no, eres un traidor y mereces que te lleven al Gulag”.
¿Qué se propuso con ‘Los enemigos del comercio’?
Mi idea básica era establecer el principio de continuidad entre los comunistas protocristianos y los comunistas científicos que vienen a partir de Babeuf y la Revolución Francesa, y hacerlo con una investigación en profundidad, porque ahora sé más, tengo internet y no estoy en una celda de castigo, como cuando escribí mi libro sobre las drogas.
¿Escribió Historia general de las drogas en la cárcel?
Lo redacté allí, sí. Cuando entré, llevaba dos maletas con las fichas que había elaborado durante años. Lo único malo de la cárcel son las malas compañías, y para estar solo tienes derecho a pedir incomunicación. Estuve bien, pero tras un año entero sin hablar con nadie, acabé haciéndolo solo.
Ahora, no es que hable solo, pero sí lo hace desde una independencia y un rigor tan poco habituales que la imposibilidad de encasillarlo hace que muchos lo traten con la condescendencia que se otorga a los locos. Pero nada más lejos de la realidad. Antonio Escohotado (Madrid, 1941) es uno de los más sólidos pensadores españoles, como demuestran obras ya clásicas como Ensayo sobre la filosofía de la religión de Hegel, Realidad y substancia o Caos y orden. En su biblioteca políglota, donde faltan todos los libros que ha ido prestando y no le devolvieron, ocupan un lugar privilegiado las obras de Kant, de Hegel, de Aristóteles, de Marx, de su admirado Solón y una colección de filósofos presocráticos a los que dedicó otra de sus obras de referencia: De physis a polis. La evolución del pensamiento griego desde Tales a Sócrates.
Por el segundo tomo de su ambiciosa Los enemigos del comercio ha recibido críticas de todos los que no conciben el trabajo intelectual como una actividad libre de prejuicios. Su concepción del Estado, por ejemplo, no contenta ni a intervencionistas ni a liberales: “Ahora escuchamos estas cosas fantásticas de que están desmantelando el Estado del Bienestar, pero la única solución es arruinarlo, porque de donde no hay no se puede sacar. Es el sueño de la cornucopia, es decir, el cuerno de la abundancia, sueños mágicos combinados con teorías conspiratorias y un rencor infinito. Por otra parte, se ha llegado a formar un nuevo escolasticismo liberal muy curioso a partir de la interpretación que hace de Murray Rothbard, un norteamericano muy simplón, que tiene cierto valor a mi juicio como jurista en su crítica del contrato del depósito irregular de dinero, pero que por lo demás es un ignorante, es el anarcocapitalista puro y el que genera todos los odios. Sin embargo, está completamente de acuerdo con los marxistas en una cosa curiosa, y es que el Estado es culpable, no los gobiernos, el Estado. Para mí el Estado es inocente”.
¿Está trabajando ya en el tercer tomo?
Sí, estoy en los cinco años de la égida de Lenin y en el periodo de 1918 a 1928. Lenin gobierna cinco años y Stalin emerge como líder indiscutido en 1928, pero entre medias hay unos años de indecisión en los que están Kamenev, Zinoviev, Trotsky, Bujarin y Stalin. Aparte de las obras completas de Lenin, estoy consultando el utilísimo libro de E. H. Carr, La Revolución Bolchevique, y la obra de Richard Pipes. La de Carr, que digamos es pro bolchevique, la puedo consultar completa (son unos 14 volúmenes) en el Marxists Internet Archive, y la de Pipes, otros tantos, en la Online Library of Liberty. El historiador antiguo normalmente recurría a una bibliografía o a otra. Ahora con internet puedes consultar las dos y, si tienes paciencia, leer, por ejemplo, todos los memorandos de Lenin que no estaban censurados, unos 4.700 aproximadamente. Si los lees por orden cronológico, vas descubriendo al personaje, cómo vive, cómo respira, y para mí es enormemente iluminador.
¿Por qué la imagen de Lenin ha salido mejor parada que la de Stalin?
Es curiosísimo, porque no ha habido una persona más cruel y más decidida a solucionar las cosas por la violencia que Lenin. Hay una carta al Politburó del año 22, a la que hace referencia Pipes, en la que dice que la hambruna que vive Rusia les favorece, porque es mejor ser pocos pero mejores, y que como las ciudades están llenas de miles de cadáveres insepultos, es el momento ideal para acabar de saquear los templos y con sus riquezas alimentar al pueblo. Un loco. Un demente.
Empieza usted estudiando ontología y a los presocráticos y acaba en Lenin.
El primer tercio de mi vida lo dediqué a familiarizarme con la caja de herramientas del ontólogo, para no hablar de prestado: ser, no ser, devenir, forma, materia… conceptos sobre los que gira la posibilidad de comunicar cualquier cosa a los demás. Luego me di cuenta de que la ontología había desaparecido, que era un saber caduco, porque Hegel lo llevó a un extremo insuperable. No me cabe en la cabeza que alguien diga que Hegel es idealista, eso es una chorrada gigantesca que no se le ocurre nada más que a un ignorante o a un loco. En este segundo volumen de Los enemigos del comercio dedico unas cuantas páginas a desmontar la necedad esa de que él tenía el mundo cabeza abajo y Marx lo pone cabeza arriba. El único idealista de la película es Marx. Lo llaman determinismo, pero es voluntarismo puro y duro. Hegel es todo lo contrario: lo verdadero es el todo, lo verdadero es el resultado, todo a priori va siendo desmentido; la filosofía de Hegel es una filosofía de la mediación, es decir, de cómo lo inmediato va siendo abolido continuamente. Es el filósofo del devenir, el filósofo de la muerte, el filósofo de la finitud. Es el primer cristiano que deja de creer en la inmortalidad del alma y sigue siendo cristiano. Como yo. Me considero cristiano en el sentido de que lo que retengo de Jesús es la primacía del fuero interno, la obligación de atenerse a la conciencia. Es un paso más que el que dio Sócrates. Y eso creo que justifica que Jesús sea, o el cristianismo sea, la divisa de mi civilización, la civilización Occidental.
Su primer libro, sin embargo, fue sobre Marcuse.
Sí, me resultaba muy atractiva la combinación de Hegel y Freud que hace Marcuse, porque en Marcuse el marxismo es muy cutáneo. Además, ambos, Hegel y Freud, son maestros míos, junto con Aristóteles. Sólo ya en la ancianidad descubrí a Hume como el cuarto tutor de mi espíritu. En el tercer tomo, cuando hable de la revisión que hizo la Escuela de Fráncfort, voy a seguir diciendo que Marcuse es el único que tiene alguna cosa que decir, porque Horkheimer y, sobre todo, Adorno son soporíferos y absurdos.
Y hablando de revisiones, ¿qué le parece la que hizo Lacan de Freud?
Que es una de las demoliciones más completas que se puede uno imaginar, porque Freud es un genio y Lacan no sólo es bobo, sino que es un bobo maligno. En aquella época, Lacan, Deleuze, Guattari y en buena medida también Foucault hacían una especie de verborrea ridícula, donde a base de extrañísimas construcciones sintácticas conseguían producir la apariencia de un hallazgo conceptual, que por supuesto no existía. Hegel comentaba que el espíritu francés tiene como culminación la ocurrencia, lo ingenioso. Y lo era en los tiempos de La Rochefoucauld, pero después del Terror empezó a adoptar unas formas más precisas, empezó a ser vanguardia y ya directamente se dedicó a epatar al tonto, al que se dejaba. Como además, todos éstos eran del PC francés, de alguna manera tenían un halo de santidad.
¿Es el socialismo el tronco común de los dos totalitarismos del siglo XX?
Tiene muchísima gracia que los comunistas y los marxistas hablen de los fascistas como alguien distinto de ellos. ¿Es que no se han enterado de que nazi significa nacional socialista y de que lo único que tienen en común de verdad Lenin y Stalin con Hitler es el socialismo en sentido totalitario? La gran diferencia se da entre el socialismo democrático, al estilo de Saint-Simon, y los socialistas mesiánicos o comunistas propiamente dichos. Es increíble que un comunista propiamente dicho diga que Hitler, que considera a Lenin la gran figura del siglo, no es comunista. En España, por ejemplo, Ledesma Ramos es comunista y José Antonio, también, en gran medida. Basta leer los textos. Mi padre fue uno de los fundadores de la Falange (yo creo que hay al menos una línea del Cara al Sol escrita por él) y, al igual que Ridruejo y otros muchos, empezó siendo socialista de Besteiro.
¿Qué lecturas recuerda de sus años de militancia?
Entre otros, leíamos a Lukács, El asalto a la razón, e Historia y conciencia de clase. Ahora, al hacer este segundo tomo, me he dado cuenta de que Lukács viene de Rosa de Luxemburgo, emplea textualmente las mismas palabras y sigue las mismas líneas de razonamiento. Pero sobre todo, leíamos Nuestra Bandera y Mundo Obrero y hacíamos campañas de alfabetización en Moratalaz o San Blas, que eran en realidad campañas de propaganda en las que decíamos que Stalin y Jruschov eran los buenos y que la malvada era Norteamérica. ¡Qué cosas! EEUU es el imperio más tierno y menos agresivo que recuerda la Historia de la Humanidad con muchísima diferencia. Han venido a socorrer a Europa dos veces de la salvajada que habíamos montado con nuestros odios fratricidas. El mundo ya puede darse con un canto en los dientes por que estén ahí sus portaaviones y sus divisiones. Quién hubiera podido resistir a Stalin sino ellos. Pero volviendo a aquellos tiempos, nuestra militancia comunista era como un tablao flamenco, afortunadamente, si no, habría sido una colección de chekas y asesinatos. Cada día teníamos una escisión porque cada cual quería ser más de izquierdas que el otro. El uno era maoísta, el otro descubría a Enver Hoxha, aquel mamarracho de Albania, los otros eran guevaristas… todos muy serios, eso sí.
¿Qué es ser de izquierdas?
No lo sé. ¿Significa ser comunista en el sentido de Marx y el Apocalipsis de San Juan, cuyo programa es idéntico? En el Apocalipsis te encuentras párrafos en los que se dice que temblarán ante el castigo inminente todos los comerciantes, los armadores de buques y los nuevos ricos. No los ricos, los nuevos ricos. La misma idea primaria que está desde Daniel y el deutero-Isaías: el rico es el malo, el pobre es el santo y hay que abolir el instrumento criminal para mantener y ensanchar la propiedad privada que es el comercio. Luego, lo que hace la Patrística greco-latina es simplemente ser fiel a la tesis de que no puedes tener a Dios y al dinero, tienes que elegir entre Dios y el dinero, y eso aparece 22 veces en el Nuevo Testamento. Por eso es muy gracioso que digan que el comunismo es una creación de Marx, es insólito. Por otra parte, en el Nuevo Testamento se realiza la gran operación conceptual de convertir al chivo expiatorio en un instrumento de venganza colectiva, que promete eugenesia y liquidar a nuestros enemigos.
¿Pero tiene algo que ver el discurso de Pablo de Tarso con el de Jesús?
Sí, en una cosa: vamos a prolongar la sociedad esclavista que es mucho mejor que la sociedad comercial. Y le vamos a decir al esclavo: resignación, obedece de corazón. Y también: el que no trabaje que no coma, que es lo mismo que decía Lenin.