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Pardo contra el populismo

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Pre­mio Nacio­nal de Ensayo por La regla del juego, el último tra­bajo del cate­drá­tico de Filo­so­fía de la Uni­ver­si­dad Com­plu­tense, Estu­dios del males­tar (Pre­mio Anagrama), es una disec­ción de los orí­ge­nes y las con­se­cuen­cias de la filo­so­fía líquida, esa forma de pen­sa­miento que aspira a la rea­li­za­ción polí­tica de la ver­dad, gene­rando movi­mien­tos, como el popu­lismo o el inde­pen­den­tismo, que se con­si­de­ran a sí mis­mos “autén­ti­cos” y cuyas pre­ten­sio­nes no son sino la des­truc­ción del Estado de Dere­cho y la ins­tau­ra­ción de los “dis­tur­bios” y las per­for­man­ces como única forma de inter­ven­ción social. Es decir, la des­le­gi­ti­ma­ción del pacto social y la con­cep­ción de la polí­tica como un espa­cio de gue­rra per­ma­nente.  No es la filo­so­fía para José Luis Pardo lucha de cla­ses en la teo­ría, como afir­maba Alt­hus­ser. Es cierto que en todas las eta­pas his­tó­ri­cas del pen­sa­miento ha habido ven­ce­do­res y ven­ci­dos, pero eso no puede lle­var­nos a con­fun­dir la filo­so­fía con un “cuerpo doc­tri­nal o con una cien­cia teó­rica”. En tal caso esta­ría­mos, dice, ante la liqui­da­ción de la filo­so­fía, es decir, ante la impo­si­bi­li­dad misma de la filo­so­fía que no es otra cosa sino “crí­tica”. Y se explica: “Ya sé que este esta­tuto les pare­cerá muy poca cosa a quie­nes aspi­ran a una auten­ti­ci­dad heroica, entre otras cosas por­que la crí­tica no es dema­siado con­ve­niente para quie­nes desean rea­li­za­cio­nes ren­ta­bles o emo­cio­nan­tes o tie­nen aspi­ra­cio­nes impe­ria­les. El filó­sofo no es alguien que posee una ver­dad que otros igno­ran, y que podría, por tanto, en nom­bre de ella, corre­gir a quie­nes se equivocan.

PORTADA ESTUDIOS DEL MALESTAR
Pardo niega que “Estu­dios del males­tar” esté escrito con­tra alguien en con­creto ni que fun­cione como refu­ta­ción de obras como el reciente “En defensa del popu­lismo” de Car­los Fer­nán­dez Liria.

 El filó­sofo es más bien quien somete al tri­bu­nal de la crí­tica a quie­nes afir­man poseer una ver­dad acerca de las cosas sobre las cua­les no cabe cono­ci­miento”. Defi­ni­cio­nes de este tipo, que cual­quier estu­diante de filo­so­fía debe­ría tener cla­ras desde el inicio de la carrera, se le anto­jan a Pardo nece­sa­rias en una facul­tad, la de Filo­so­fía de la Uni­ver­si­dad Com­plu­tense, que se ha con­ver­tido en el labo­ra­to­rio de prue­bas de esa forma “autén­tica” de enten­der la polí­tica que es el popu­lismo. La pul­sión tota­li­ta­ria se puso de mani­fiesto en 2002 con el acoso y la per­se­cu­ción a Gabriel Albiac. Una de sus colum­nas en El Mundo cri­ti­cando a Hugo Chá­vez fue el deto­nante. Luego se supo por qué. Los pro­fe­so­res Car­los Fer­nán­dez Liria, autor del recien­te­mente apa­re­cido En defensa del popu­lismo, y Mon­tse­rrat Gal­ce­rán, la con­ce­jala de Ahora Madrid defen­sora del movi­miento okupa y dueña de nueve inmue­bles, pro­mo­vie­ron el acoso. Su enton­ces pupilo, Luis Ale­gre, que llegó incluso a pro­po­ner una agre­sión directa a Albiac, era uno de los más acti­vos revo­lu­cio­na­rios que cada mañana lle­na­ban de insul­tos un tablón colo­cado en los pasi­llos de la Facul­tad dedi­cado al “reac­cio­na­rio” cate­drá­tico que se negaba a ver en la dic­ta­dura cha­vista el ver­da­dero movi­miento de libe­ra­ción de los pue­blos opri­mi­dos del Ter­cer Mundo y un modelo a imi­tar en Europa. Ale­gre, luego fun­da­dor de Pode­mos y miem­bro de su Con­sejo Ciu­da­dano, fue pre­miado por el Gobierno Boli­va­riano junto a su padrino Fer­nán­dez Liria por la obra El orden del capi­tal. En 150.000 dóla­res se tasó enton­ces su con­tri­bu­ción a la causa.

El comu­nismo, sobre todo desde que se con­vierte en la URSS en una doc­trina que dirige un Estado, siem­pre fue populista

Pardo niega que Estu­dios del males­tar esté escrito con­tra alguien en con­creto y que su obra sea una refu­ta­ción de las deli­ran­tes pro­pues­tas de Fer­nán­dez Liria, prin­ci­pal teó­rico del popu­lismo espa­ñol nucleado en torno a Pode­mos. “Aun­que el libro viene de mucho tiempo atrás”, explica, “tam­bién las dis­cu­sio­nes que ha habido en el seno de la Facul­tad están pre­sen­tes, por­que hay una con­fluen­cia dia­bó­lica entre los que quie­ren cerrar las facul­ta­des de Filo­so­fía o con­ver­tir­las en algo adap­tado al mer­cado del cono­ci­miento, y los que quie­ren sacar la Filo­so­fía de las facul­ta­des y echarla a la calle para que se realice en el mundo. Los intere­ses de los unos y de los otros, aun­que en prin­ci­pio parez­can muy dife­ren­tes, se han encontrado”.

El libro, explica Pardo, surge del asom­bro que le pro­dujo el entu­siasmo por el “comu­nismo” mos­trado por los estu­dian­tes en una con­fe­ren­cia dic­tada en el Para­ninfo de la Facul­tad de Filo­so­fía una tarde de 2010 por un pen­sa­dor fran­cés. “¿Por qué se pro­nun­ciaba esta fór­mula mágica –se pre­gunta Pardo– en una uni­ver­si­dad en lugar de en un mitin polí­tico? ¿Y por qué pre­ci­sa­mente en una Facul­tad de Filo­so­fía, y no en una de His­to­ria o de Socio­lo­gía? (…). Quizá esta reunión de 2010 tam­bién fue, al menos entre otras, un momento fun­da­cio­nal para un movi­miento de bús­queda de la auten­ti­ci­dad en polí­tica al que le espe­ra­ban tiem­pos propicios”.

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José Luis Pardo durante la con­ver­sa­ción con LEER. Foto: Ricardo Torres.

¿A qué crees que se debe esa nueva fas­ci­na­ción por el comunismo?

Es cierto que el comu­nismo fue durante mucho tiempo, des­pués de que se cono­cie­ran los hechos de la URSS y hasta bien entra­dos los años 80 del siglo pasado, un para­digma inte­lec­tual prác­ti­ca­mente indis­cu­tido entre los inte­lec­tua­les. Y esa manera de cap­tar la esen­cia del tota­li­ta­rismo y hacer dife­ren­cias entre tota­li­ta­rismo sovié­tico, donde la idea era buena, y tota­li­ta­rismo hitle­riano, cuya mal­dad nadie dis­cute, se ha con­ser­vado en algu­nas facul­ta­des de Filo­so­fía en las que ha habido pro­fe­so­res, pro­ce­den­tes del ámbito polí­tico, que ante la deca­den­cia del comu­nismo en las socie­da­des demo­crá­ti­cas y del Estado del bie­nes­tar, han con­ser­vado la antor­cha viva en el plano teó­rico y han encon­trado bas­tante entu­siasmo por parte de un estu­dian­tado al que cons­tan­te­mente se le decía que lo que esta­ban estu­diando no ser­vía para nada. Y la idea de encon­trarse con un pro­yecto de cam­biar el mundo les ha resul­tado bas­tante atrac­tivo, aun­que sea esa una enfer­me­dad muy pro­pia de los filó­so­fos y que a larga con­duce al suicidio.

En algu­nas facul­ta­des ha habido pro­fe­so­res que ante la deca­den­cia del comu­nismo polí­tico han con­ser­vado viva la llama en el plano teórico

 ¿Son deter­mi­nan­tes las cau­sas eco­nó­mi­cas en el auge de ese neo­co­mu­nismo que se pre­senta ahora como populismo?

La cri­sis eco­nó­mica ha pro­por­cio­nado una coar­tada per­fecta, pero no hay que olvi­darse de que el comu­nismo, sobre todo desde que se con­vierte en la URSS en una doc­trina que dirige un Estado y que influye en la polí­tica inter­na­cio­nal, siem­pre fue popu­lista. Desde el momento en que tú tie­nes un Estado en el que no fun­ciona la demo­cra­cia par­la­men­ta­ria y sin embargo tie­nes que jus­ti­fi­car que el poder polí­tico es un poder de carác­ter popu­lar, el único camino que te queda es defen­der que existe una espe­cie de cone­xión orgá­nica, casi inme­diata e intui­tiva, entre el líder y el pue­blo. Y eso es el popu­lismo. No cabe duda de que el dete­rioro de las con­di­cio­nes de vida de los tra­ba­ja­do­res ha desem­pe­ñado un papel deter­mi­nante. Yo le llamo Estado del males­tar para indi­car que es una situa­ción que pro­cede del dete­rioro del Estado del bie­nes­tar. Pero de todas mane­ras, ni los por­ta­vo­ces de estos movi­mien­tos ni siquiera sus prin­ci­pa­les apo­yos elec­to­ra­les per­te­ne­cen a la zona más depri­mida de la socie­dad, sino más bien, por lo menos en España, a per­so­nas en una franja de edad que se sitúa lige­ra­mente por debajo de los 40 y que habían pen­sado en un por­ve­nir que la cri­sis eco­nó­mica ha venido a frus­trar. No es que sean los des­he­re­da­dos, sino gen­tes cuyas carre­ras ascen­den­tes se han trun­cado. Algu­nos líde­res de estos movi­mien­tos se fro­tan las manos cada vez que apa­re­cen indi­ca­do­res esta­dís­ti­cos de cómo va dis­mi­nu­yendo en España la clase media, que es siem­pre un impe­di­mento para el enfren­ta­miento entre los extremos.

El popu­lismo no es sola­mente una forma más o menos sen­ci­lla de ganar votos, sino que ter­mina impreg­nando a los adversarios

Pero las estruc­tu­ras del Estado del bie­nes­tar, aun­que están dete­rio­ra­das, no están total­mente des­trui­das. Es cierto que tene­mos unas cifras de desigual­dad com­pa­ra­bles a las de los años 20, pero tam­bién unas estruc­tu­ras de pro­tec­ción que no tie­nen com­pa­ra­ción con las que había en los años 20. La expli­ca­ción de por qué hay que superar el Estado del bie­nes­tar, el Par­la­mento, los tri­bu­na­les de Jus­ti­cia o la prensa libre es una cues­tión que deben expli­car los que quie­ren hacer eso.

 ¿La falta de pre­pa­ra­ción teó­rica de los popu­lis­tas es simi­lar a la que tenían los diri­gen­tes del 68 fran­cés? ¿El recurso cons­tante a Gramsci o a Carl Sch­mitt es por pura ignorancia?

En el 68 la teo­ría tiene mucha menos impor­tan­cia de lo que parece. El pro­pio Fou­cault, cuando le pre­gun­ta­ban dónde estaba en el 68, decía que había estado en Túnez admi­rado de cómo los jóve­nes tune­ci­nos, que no sabían nada de mar­xismo ni tenían dis­cu­sio­nes teó­ri­cas, salían a la calle a jugarse la vida a luchar con­tra un régi­men des­pó­tico. El 68 es más bien la fas­ci­na­ción por la lucha directa, una lucha que supera los arti­lu­gios de la polí­tica par­la­men­ta­ria y se fas­cina por los paí­ses del Ter­cer Mundo, como China, Cuba, o Viet­nam. Ahora es dife­rente y, en el caso espa­ñol, el recurso a la Filo­so­fía tiene un cierto pres­ti­gio. Inde­pen­dien­te­mente de su valía mayor o menor como teó­rico, que lo es de peso, Carl Sch­mitt ha sido durante mucho tiempo un escri­tor nada cool, por­que el nazismo no lo es, pero según se ha ido dete­rio­rando la pro­pia defensa del Estado del bie­nes­tar se ha con­ver­tido en un pen­sa­dor indis­pen­sa­ble al que se cita cons­tan­te­mente. Sch­mitt es una con­ta­mi­na­ción teó­rica, pero ade­más hay una con­ta­mi­na­ción prác­tica, por­que el popu­lismo no es sola­mente una forma más o menos sen­ci­lla de ganar votos, sino que impregna a los contrarios.

La demo­cra­cia nece­sita de unos ciu­da­da­nos res­pon­sa­bles, capa­ces de hacerse cargo de su bie­nes­tar como de su malestar

En Fran­cia, Marine Le Pen se ha lle­vado por delante a buena parte del cen­tro dere­cha y en España, Pode­mos ha hecho lo mismo con el PSOE, por­que no parece haber un intento en el terreno teó­rico con­tra el popu­lismo. No quiero decir que la uni­ver­si­dad o el tra­bajo inte­lec­tual sea la solu­ción o la pana­cea para resol­ver todos los pro­ble­mas, pero la fun­ción de los inte­lec­tua­les es muy impor­tante y no se pue­den jus­ti­fi­car con argu­men­tos al ser­vi­cio de la razón dis­cur­sos que con­du­cen al enfren­ta­miento. Sch­mitt, como otros muchos auto­res, como Jün­ger, repre­senta muy bien esa idea de que la polí­tica par­la­men­ta­ria y el con­trato social son una espe­cie de dis­fraz de la ver­da­dera polí­tica que se pro­duce al mar­gen de las estruc­tu­ras. Natu­ral­mente, suena mucho más autén­tica la polí­tica a la que se refiere Carl Sch­mitt cuando dice que le merece res­peto cual­quier posi­ción polí­tica siem­pre que el que la tenga esté dis­puesto a dar la vida por ella. Esa idea de que las posi­cio­nes polí­ti­cas se auten­ti­fi­can mediante la vio­len­cia, aun­que sea la vio­len­cia sim­bó­lica, está muy de moda en un momento en el cual ese recurso a la auten­ti­ci­dad no es tanto la bús­queda de una polí­tica más autén­tica cuanto la bús­queda de algo más autén­tico que la polí­tica, de otra manera de ges­tio­nar al mar­gen del par­la­mento, de los tribunales…

 Igle­sias lo ha dejado claro, uti­li­za­rán el par­la­mento cuando les interese y cuando no, la calle…

Claro, nece­si­tan las dos cosas. Por eso es falso que en algún momento se les vaya a caer la más­cara de cor­de­ros y vaya­mos a ver al lobo que hay detrás, por­que en reali­dad no es más autén­tico lo uno que lo otro, nece­si­tan estar en las ins­ti­tu­cio­nes, incluso hacer un dis­curso de defensa del Estado de Dere­cho, pero en cual­quier momento pue­den vol­verse con­tra esas mis­mas ins­ti­tu­cio­nes adu­ciendo que en reali­dad son escla­vas del FMI o de pode­res eco­nó­mi­cos ocul­tos. Lo ver­da­de­ra­mente sor­pren­dente es cómo se ha con­se­guido des­per­tar un capi­tal de odio, de ren­cor, de resen­ti­mien­tos social, que segu­ra­mente estaba ahí, por­que de en algún sitio ten­dría que estar, y han logrado capitalizarlo.

Pode­mos no se nutre de «la zona más depri­mida de la socie­dad», sino de quie­nes «habían pen­sado en un por­ve­nir que la cri­sis eco­nó­mica ha venido a frustrar»

¿Crees que esta nueva uto­pía popu­lista puede triun­far, en con­tra de lo que les ocu­rrió a las uto­pías comu­nista y nacio­nal­so­cia­lista, e incluso el sueño de las vanguardias?

Muchos de los que vemos apa­re­cer como nue­vos dis­cur­sos o nue­vos hori­zon­tes polí­ti­cos y cul­tu­ra­les pro­ce­den de la época de las van­guar­dias, de la época ante­rior a la Segunda Gue­rra Mun­dial. Se trata de una manera de reci­clar ideas que son muy vie­jas, que fue­ron his­tó­ri­ca­mente derro­ta­das, y que desde luego no se van a sus­ten­tar en los mis­mos pará­me­tros de vio­len­cia ni en las mis­mas estra­te­gias, pero que recuer­dan a ellas. Es ver­dad que todo el arte con­tem­po­rá­neo viene de las van­guar­dias y que las van­guar­dias tenían un com­pro­miso muy estre­cho con esas nue­vas for­mas de hacer polí­tica, con el comu­nismo y con el fas­cismo, pero me llama mucho la aten­ción cómo ha cre­cido hasta casi ser mayo­ri­ta­ria la jus­ti­fi­ca­ción polí­tica del arte. Cómo los artis­tas inten­tan jus­ti­fi­car sus actua­cio­nes y sus inter­ven­cio­nes acu­diendo a la bon­dad de las cau­sas polí­ti­cas a cuyo ser­vi­cio las ponen, por­que a eso, hasta hace muy pocos años, se le lla­maba esta­li­nismo y era jus­ta­mente aque­llo de lo que los artis­tas que­rían huir como de la peste. Esa colu­sión entre un arte con­tem­po­rá­neo que está en los museos, pero tam­bién fuera de los museos por­que en ellos se siente incó­modo (y por eso orga­niza per­for­man­ces), es para­lela a la inco­mo­di­dad que sien­ten algu­nas fuer­zas polí­ti­cas en el par­la­mento: pien­san que es una ins­ti­tu­ción bási­ca­mente corrupta y orga­ni­zan enton­ces, por­que se sien­ten más cómo­dos, disturbios.

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José Luis Pardo en con­ver­sa­ción con LEER. Foto: Ricardo Torres.

El otro movi­miento que surge como pro­ducto de la este­ti­za­ción o sen­ti­men­ta­li­za­ción de la polí­tica es el inde­pen­den­tismo, ¿cómo es posi­ble que des­pués del siglo XX estos movi­mien­tos resur­jan en una socie­dad pre­ten­di­da­mente culta?

El pro­greso his­tó­rico enten­dido como pro­greso moral y como pro­greso polí­tico en el caso de la demo­cra­cia es un pro­greso muy frá­gil. La demo­cra­cia se sos­tiene sobre con­sen­sos socia­les muy bien esta­ble­ci­dos pero nece­sita de unos ciu­da­da­nos que ten­gan una dosis de res­pon­sa­bi­li­dad sufi­ciente como para hacerse cargo tanto de su bie­nes­tar como de su males­tar cuando toca. Y no hay que dar nin­gún pro­greso por defi­ni­ti­va­mente logrado mien­tras que no exista esa res­pon­sa­bi­li­dad por parte de los ciu­da­da­nos. No creo que deba­mos decir que cual­quier tiempo pasado fue peor, pero tam­poco que cual­quier tiempo futuro tenga nece­sa­ria­mente que ser mejor. Inde­pen­den­tismo y popu­lismo son movi­mien­tos que tie­nen como carac­te­rís­tica gene­ra­li­zada la idea de que no tie­nen una arti­cu­la­ción pro­gra­má­tica muy defi­nida, son movi­mien­tos que cono­cen muy bien las téc­ni­cas para tomar el poder, pero que una vez que lo toman no tie­nen muy claro qué quie­ren hacer con él. El inde­pen­den­tismo y el popu­lismo crean ilu­sio­nes rela­ti­va­mente fáci­les de crear si se dan las con­di­cio­nes y si el sis­tema no tiene nin­guna defensa inmu­ni­ta­ria con­tra ellas. Pro­me­ten cosas que saben que no van a cum­plir por­que siem­pre pue­den echarle la culpa a que España nos roba, al FMI, a la UE… Nunca tie­nen que pagar la culpa de haber hecho pro­me­sas imposibles.

FERNANDO PALMERO (@fer_palmero)

PORTADA278
Este artículo ha sido publi­cado ori­gi­nal­mente en el Extra de Navi­dad Diciem­bre 2016-Enero 2017, número 278, de la edi­ción impresa de la Revista LEER

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