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Relecturas

Warhol sobre Warhol

Andy Warhol en el Museo de Pérgamo, en Berlín, en marzo de 1982 (fotografía de Christopher Makos incluida en el libro 'Warhol / Makos. En Contexto' editado en España por La Esfera de los Libros).Andy Warhol en el Museo de Pérgamo, en Berlín, en marzo de 1982 (fotografía de Christopher Makos incluida en el libro 'Warhol / Makos. En Contexto' editado en España por La Esfera de los Libros).
Hoy, 10 de junio, abre sus puer­tas en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid la expo­si­ción “Mitos del Pop”. Comi­sa­riada por Paloma Alarcó, es uno de los acon­te­ci­mien­tos artís­ti­cos del verano madri­leño. En ella, no podía ser de otro modo, ocupa un lugar pre­emi­nente el arte y la figura de Andy War­hol. Por ello res­ca­ta­mos un texto publi­cado en LEER en el Extra de Navi­dad de 2007, que con motivo de la retros­pec­tiva “War­hol sobre War­hol” orga­ni­zada por La Casa Encen­dida de Madrid, repa­saba la dimen­sión lite­ra­ria del ‘Papa del Pop’ a tra­vés de sus incla­si­fi­ca­bles y fas­ci­nan­tes libros testimoniales.
 

Si Euge­nio D’Ors situaba toda obra de arte en una escala entre dos eones, lo clá­sico y lo barroco, cabe pre­gun­tarse dónde habría situado nues­tro pri­mer crí­tico de arte la pro­duc­ción en serie de la fac­to­ría war­ho­liana. La ten­ta­ción de redu­cir su obra a mera arte deco­ra­tiva, refren­dada por la pro­li­fe­ra­ción de war­ho­li­za­cio­nes de todo tipo que inun­dan nues­tras vidas, esta­ría más que jus­ti­fi­cada. Por­que todo el mundo quiere su War­hol; la ima­gen anó­nima con­ver­tida en icono, aun­que sea de andar por casa.

Ahí es donde se encuen­tra la clave de la tras­cen­den­cia de War­hol. En el artista de Pit­ts­burgh se podrían diag­nos­ti­car todos los sín­to­mas de la con­di­ción pos­mo­derna. En su vida y en su obra. Una obra basada para algu­nos crí­ti­cos en su pro­funda pasi­vi­dad como hom­bre. En sus 25 años de estre­llato, entre 1962 y 1987 –año de su pre­ma­tura muerte–, con­di­cionó deci­si­va­mente con su irres­pon­sa­ble magis­te­rio el deve­nir del arte del siglo XX, y su pre­sunta bana­li­dad sir­vió para radio­gra­fiar ejem­plar­mente un tiempo y un lugar. Reba­sada la fron­tera del cam­bio de siglo, el canon war­ho­liano, el están­dar colo­rista y repe­ti­tivo que él inau­gu­rara, sigue entu­sias­mando, pul­ve­ri­zando coti­za­cio­nes y con­fi­gu­rando una suerte de cla­si­cismo de la posmodernidad.

La lite­ra­tura tes­ti­mo­nial de War­hol recoge, para quien sepa inter­pre­tarla, las cla­ves de su arte y de su tiempo

Se impone, pues, docu­men­tar el fenó­meno. Y el ego del artista con­tri­buyó no poco a dejar un ras­tro pro­lijo de su dis­cu­rrir por el mundo. La lite­ra­tura tes­ti­mo­nial de War­hol recoge, para aquel que sepa inter­pre­tarla ade­cua­da­mente, las cla­ves para enten­der su arte, que es el de toda una época. Una época que tiene como esce­na­rio Nueva York, capi­tal ofi­ciosa de Occi­dente, donde sucede todo, que hace tiempo que había arre­ba­tado a París la con­di­ción de cen­tro artís­tico del pla­neta. Y casi todo toca de cerca a War­hol. Ya lo dijo su gale­rista, Leo Cas­te­lli, en una oca­sión tras su muerte: “Tenía el genio de reunirlo todo y con­ver­tir todo el ambiente de aquí, de Nueva York, en obra de arte”. Ter­mó­me­tro de Amé­rica, le bau­tizó un semanario.

Los libros de Andy tie­nen su ori­gen casi siem­pre en con­ver­sa­cio­nes tele­fó­ni­cas o gra­ba­cio­nes –War­hol usó gra­ba­dora desde el 64, y siem­pre la lle­vaba con él–. Junto con su cámara foto­grá­fica, com­po­nía el impres­cin­di­ble kit Andy, con­ve­nien­te­mente guar­dado en la sem­pi­terna mochila del artista, que hasta el androide creado en los 80 para inter­pre­tarle en una obra de tea­tro lle­vaba siem­pre a cues­tas–. Con el tiempo será su secre­ta­ria, Pat Hackett, la encar­gada de trans­cri­bir las refle­xio­nes, los des­car­gos sen­ti­men­ta­les, las con­fe­sio­nes y los coti­lleos del artista.

El ejem­plo más diá­fano del ori­gen de esta lite­ra­tura war­ho­liana se encuen­tra en Dia­rios, libro publi­cado por Hackett dos años des­pués de la muerte de War­hol (En España edi­tado por Anagrama en 1990 y recu­pe­rado hace unos años para su colec­ción de Com­pac­tos), que con­tiene 11 años de con­ver­sa­cio­nes tele­fó­ni­cas y gra­ba­cio­nes casi dia­rias. A tra­vés de ellas se pue­den seguir los alti­ba­jos aními­cos del artista y la evo­lu­ción de las suce­si­vas eta­pas crea­ti­vas que atra­vesó. “Sigo bus­cando ideas”, recoge el 15 de agosto de 1985. “Este otoño van a cam­biar las cosas y la gente va a cam­biar total­mente, por­que el quinto año es cuando empieza real­mente la década, los 80. Bus­ca­rán entre la gente y ele­gi­rán a los mejo­res de los últi­mos cinco años, esos serán los que per­du­ren como gente de los 80”.

La obra biográfico-literaria de War­hol sirve tanto como la de Bret Eas­ton Ellis para carac­te­ri­zar la opu­lenta socie­dad de las gran­des ciu­da­des nor­te­ame­ri­ca­nas de fina­les de los 70 y los 80. El len­guaje de Eas­ton Elllis en nove­las como Menos que cero o Ame­ri­can Psy­cho recuerda pode­ro­sa­mente el estilo narra­tivo, elíp­tico y des­ma­yado, de los libros de Warhol.

La obra biográfico-literaria de War­hol sirve tanto como la de Bret Eas­ton Ellis para carac­te­ri­zar la opu­lenta socie­dad nor­te­ame­ri­cana de fina­les de los 70 y los 80

Un breve reper­to­rio de per­las tes­ti­mo­nia­les: “En el New York Times había un gran artículo sobre el cán­cer gay (sic) y decía que no saben qué hacer con ello. Está adqui­riendo pro­por­cio­nes de epi­de­mia y dicen que los chi­cos que tie­nen tan­tas rela­cio­nes sexua­leslo lle­van en el semen (…). Me da miedo cogerlo bebiendoen el mismo vaso o sim­ple­mente estando cerca de esos chi­cos que van a las sau­nas” (Dia­rios, 12de mayo de 1982; párrafo reve­la­dor de la vida de un War­hol siem­pre rodeado de chi­cos gua­pos, pero desde muy pronto refrac­ta­rio al con­tacto físico y sexual).

No sé, estoy un poco con­fuso res­pecto al arte (15 de mayo de 1983). No sé si cam­biar o seguir igual. Bueno, sí lo sé. No quiero cam­biar, no quiero cam­biar”. Es la época de la repro­duc­ción mecá­nica –siem­pre lo fue, pero enton­ces más que nunca– de sus lucra­ti­vas cons­tan­tes artís­ti­cas. Las seri­gra­fías ela­bo­ra­das por sus cola­bo­ra­do­res man­te­nían engra­sada la mul­ti­mi­llo­na­ria maqui­na­ria de Andy War­hol Enterprises.

_Mi filosofiaâ•œLa filo­so­fía de Andy

Un año antes de comen­zar su pro­yecto de Dia­rio, en 1975, War­hol publi­caba Mi Filo­so­fía de A a B y de B a A (The Phi­lo­sophy of Andy War­hol), un libro incla­si­fi­ca­ble en el que a par­tir de con­ver­sa­cio­nes con un álter ego múl­ti­ple, B –la citada Hackett o su amiga Bri­gid Polk, habi­tual recep­tora de las lla­ma­das de Andy recién levan­tado cada mañana–, se cons­truye una suerte de estilo de vida, con opi­nio­nes de War­hol sobre el arte, la vida y la muerte en torno a un puñado de epí­gra­fes –Amor, Belleza, Fama, Tra­bajo, Eco­no­mía, Atmós­fera, Éxito– orga­ni­za­dos por su cola­bo­ra­dor Bob Cola­ce­llo.

Nue­vas per­las, esta vez pro­ve­nien­tes de esta par­ti­cu­lar Filo­so­fía –dis­po­ni­ble en España de la mano de Tus­quets en su colec­ción Fábula–: “Creo en las luces bajas y en los espe­jos estra­té­gi­cos. Creo en la ciru­gía esté­tica”; “Siem­pre me ha gus­tado tra­ba­jar con las sobras, con­ver­tir los des­per­di­cios en cosas”; “Lo bueno de este país es que Amé­rica empezó la tra­di­ción por la cual los con­su­mi­do­res más ricos com­pran esen­cial­mente las mis­mas cosas que los pobres (…). Todas las Coca-Colas son igua­les y todas las Coca-Colas son bue­nas. Liz Tay­lor lo sabe, el pre­si­dente lo sabe, el men­digo lo sabe y tú lo sabes”; “Me gusta el dinero en la pared. Supon­ga­mos que vas a com­prar un cua­dro de 200.000 dóla­res. Creo que debe­rías coger ese dinero, atarlo y col­garlo de la pared. Así, cuando alguien te avi­sara, lo pri­mero que vería sería el dinero en la pared”. “Ser real­mente rico, creo, es tener un espa­cio, un inmenso espa­cio vacío. Creo real­mente en los espa­cios vacíos, aun­que, como artista, hago un mon­tón de basura” (su lujosa casa del Upper East Side hacía las veces de enorme alma­cén, aba­rro­tado de colec­cio­nes, anti­güe­da­des y obje­tos, muchos sin emba­lar, que su pro­pie­ta­rio revi­saba coti­dia­na­mente); “Es mucho mejor hacer Arte Comer­cial que Arte por el Arte, por­que el Arte por el Arte no aporta nada al espa­cio que ocupa, mien­tras que el Arte Comer­cial sí (si el Arte Comer­cial no aporta nada a su pro­pio espa­cio, no tiene mer­cado)”; “Com­prar es mucho más ame­ri­cano que pen­sar, y yo soy el colmo de lo americano”.

Sus libros ali­men­ta­ban el debate sobre si tras lo que hacía y decía había algo más que provocación

No se tra­taba más que de tras­la­dar a for­mato de libro las decla­ra­cio­nes sen­sa­cio­na­les que con fre­cuen­cia War­hol ofre­cía a los medios de comu­ni­ca­ción, que for­ma­ban parte del per­so­naje y ali­men­ta­ban el debate sobre si War­hol se creía lo que decía o sólo era afán de pro­vo­ca­ción. En 1980 él y sus cola­bo­ra­do­res repi­tie­ron la fór­mula con Popism, una suerte de relato bio­grá­fico de los años 60, la década pro­di­giosa de War­hol, en la que des­co­lló en el mundo del arte, con­si­guió legi­ti­mar su pro­puesta artís­tica con­tra la volun­tad de los ya en reti­rada popes del expre­sio­nismo abs­tracto y con­vir­tió su pri­mera Fac­tory en uno de los meo­llos de la cul­tura under­ground, lla­mada con el tiempo a ocu­par los anaque­les de la cul­tura esta­ble­cida. Varias gene­ra­cio­nes de la crea­ción neo­yor­quina nacie­ron en los suce­si­vos loca­les de la Fac­tory, desde los rene­ga­dos exis­ten­cia­lis­tas del Village de los 60 hasta la del con­sumo y la opu­len­cia yup­pie de comien­zos de los 80.

_WarholAque­llos auto­res que han abor­dado la figura de War­hol han recu­rrido inde­fec­ti­ble­mente al legado tes­ti­mo­nial del artista. Cabe des­ta­car la bio­gra­fía de refe­ren­cia escrita por Vic­tor Bockris, –cola­bo­ra­dor suyo entre 1977 y 1981–, The life and death of Andy War­hol (publi­cada en España por Arias Mon­tano –1991– en una edi­ción difí­cil­mente encon­tra­ble). Bockris rea­liza un docu­men­tado tra­bajo basado en, ade­más de los pape­les de Andy, nume­ro­sos tes­ti­mo­nios del entorno del pin­tor y de la escena neo­yor­quina de la época.

Una época admi­ra­ble­mente ilus­trada por el libro del Chris­top­her Makos, publi­cado en España por La Esfera de los Libros, titu­lado War­hol / Makos, En con­texto. Con pró­logo de Peter Wise, gran amigo y cola­bo­ra­dor de War­hol, y un texto adi­cio­nal de Vin­cent Fre­mont, vice­pre­si­dente de Andy War­hol Entrer­pri­ses y pro­duc­tor de los pro­gra­mas de tele­vi­sión que hizo Andy para cade­nas de cable como la MTV, Makos, uno de esos ami­gos estre­chos que de manera un tanto para­si­ta­ria acom­pa­ña­ban a War­hol a todas par­tes, ha selec­cio­nado fotos rea­li­za­das entre 1976 y marzo de 1987: las últi­mas imá­ge­nes per­te­ne­cen al fune­ral por War­hol cele­brado en la cate­dral de San Patricio.

BORJA MARTÍNEZ

Una ver­sión de este artículo fue publi­cada ori­gi­nal­mente en el número 188 (Extra de Navi­dad diciem­bre 2007-enero 2008), de la Revista LEER.
 
Ima­gen supe­rior: Andy War­hol en el Museo de Pér­gamo de Ber­lín en marzo de 1982 (foto­gra­fía de Chris­top­her Makos incluida en el libro “War­hol / Makos. En Con­texto” edi­tado en España por La Esfera de los Libros).

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