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Manuela Carmena: «la cultura no se hace desde el ayuntamiento»

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No solo es la alcal­desa de la capi­tal, sino su con­ce­jal de Cul­tura ‘en fun­cio­nes’ (con­so­li­da­das, da la impre­sión, hasta el final de su man­dato en 2019). En el ecua­dor del mismo, y en vís­pe­ras del que debe­ría ser uno de sus momen­tos este­la­res –la pre­sen­cia de Madrid como ciu­dad invi­tada en la Feria Inter­na­cio­nal del Libro de Gua­da­la­jara–, LEER con­versa con Manuela Car­mena sobre polí­tica cul­tu­ral y alguna cosa más.

Media mañana de un día cual­quiera en Madrid de un octu­bre inusual­mente esti­val. La Gran Vía colap­sada. De ven­ta­ni­lla en ven­ta­ni­lla, los con­duc­to­res com­par­ten su des­di­cha y comen­tan la deci­sión del Ayun­ta­miento de semi­pea­to­na­li­zar en 2018 la emble­má­tica ave­nida, que se abrió hace algo más de cien años a golpe de derribo pre­ci­sa­mente para des­con­ges­tio­nar la Villa. Viendo este lío de trá­fico está claro que la Gran Vía no está amor­ti­zada como arte­ria, pero que tam­poco es efi­caz como eje este-oeste. El Con­sis­to­rio ya ha tomado una deci­sión; la polí­tica al fin y al cabo es tomar decisiones.

Pocos días des­pués, una impre­sión edi­to­rial en un perió­dico no pre­ci­sa­mente pro­clive al gobierno muni­ci­pal madri­leño como ABC: “Qui­zás algún día la alcal­desa se decida a poner algo de orden en las dis­pa­ra­ta­das ideas de sus con­ce­ja­les”. El sub­texto de este apunte es inequí­voco: sus chi­cos son un desas­tre, pero la alcal­desa es otra cosa. Parece haberse ganado una res­pe­ta­bi­li­dad al mar­gen de las siglas con las que acci­den­tal­mente alcanzó el bas­tón de mando.

Del mismo modo que por no ver la tele­vi­sión polí­tica uno igno­raba qué era Pode­mos poco antes de que la marca morada obtu­viera sus sor­pre­si­vos cinco dipu­tados en las Euro­peas del 14, tam­poco creía un año más tarde que la marea de sim­pa­tía naif, rozando a veces la cur­si­le­ría, que acom­pañó la can­di­da­tura de Manuela Car­mena a la Alcal­día de Madrid con­se­gui­ría colo­carla en la máxima res­pon­sa­bi­li­dad muni­ci­pal. Pero el neo­tier­nismo de la vete­rana magis­trada, hábil­mente ins­tru­men­ta­li­zado por la marca elec­to­ral de Pode­mos en la capi­tal, se ajus­taba como ani­llo al dedo a las nece­si­da­des del Madrid post 15-M y reco­gió con éxito sufi­ciente un des­con­tento y una demanda de muni­ci­pa­lismo con que res­pon­der a las con­tra­dic­cio­nes de la ter­cera urbe de Europa.

Algo más de dos años des­pués de aque­llo Car­mena apa­rece cen­trada y ele­gi­ble para una amplia base elec­to­ral no ali­neada con Pode­mos. Ha mar­cado dis­tan­cias con la nomen­cla­tura de Ahora Madrid, que se ha tenido que con­for­mar con ponerse a las órde­nes de un con­sis­to­rio pro­fe­sio­na­li­zado que en lo admi­nis­tra­tivo repre­senta mucha más con­ti­nui­dad de lo que podría pare­cer. En el ecua­dor de su man­dato cunde la impre­sión de que si Car­mena se vuelve a pre­sen­tar esta vez sí que ganará, por­que se ha gran­jeado cierto con­senso posi­tivo entre la ciu­da­da­nía no sig­ni­fi­cada. La opo­si­ción se debate entre un dis­curso exce­sivo, que carga tor­pe­mente las tin­tas en lo ideo­ló­gico sin dar en el clavo de las fla­que­zas del Ayun­ta­miento, o dejarse retra­tar del brazo de Car­mena, en entra­ña­ble estampa nuera-suegra inven­tada por su homó­loga en el gobierno auto­nó­mico, la pre­si­denta de la Comu­ni­dad de Madrid Cris­tina Cifuen­tes. Hasta el menos favo­ra­ble de los comen­ta­ris­tas, Fede­rico Jimé­nez Losan­tos, que la motejó con el inge­nioso ape­la­tivo de “abue­lita lobo”, casi sucumbe, como él mismo reco­no­ció en una de sus alo­cu­cio­nes radio­fó­ni­cas maña­ne­ras, cuando Anson, Luis María, se la pre­sentó –“tene­mos que ver­nos, Fede­rico”– durante la inau­gu­ra­ción del esta­dio Wanda Metropolitano.

Uno da fe del mag­ne­tismo de la alcal­desa des­pués de con­ver­sar con ella en su des­pa­cho de Cibe­les. Sali­mos de allí con la sen­sa­ción de no haber cum­plido con las obli­ga­cio­nes del ofi­cio. Se nos ven las cos­tu­ras… Ni por Cata­luña le pre­gun­ta­mos. Pero no venía­mos a eso. Madrid acude como pro­ta­go­nista a la Feria del Libro de Gua­da­la­jara, la gran cita del libro en espa­ñol. Una enorme res­pon­sa­bi­li­dad, en tanto que sobre el invi­tado recae la orga­ni­za­ción de un gran número de even­tos cul­tu­ra­les y espec­tácu­los que ame­ni­zan la semana larga de la Feria. El run run en Madrid sobre las defi­cien­cias del pro­grama es atro­na­dor, pero al mar­gen del coti­lleo y la male­di­cen­cia más o menos jus­ti­fi­ca­dos tiene inte­rés obje­tivo hablar con la alcal­desa de su idea de la ges­tión de la Cul­tura, sobre todo teniendo en cuenta que ella misma es res­pon­sa­ble del área tras la sus­ti­tu­ción de la polé­mica Celia Mayer.

¿Está satis­fe­cha con el pro­grama de Madrid en Guadalajara?

No puedo decir mucho al res­pecto, pero a mí me hubiera gus­tado hacer algo más inno­va­dor. Me he que­dado un poco con la sen­sa­ción de que hemos hecho algo más clá­sico, pero hay que acep­tar que move­mos todo un sec­tor de la cul­tura que tiene sus pará­me­tros, y que vamos a una feria que tam­bién tiene sus reglas.

¿Qué impor­tan­cia tiene esta cita para Madrid?

Que Madrid esté reco­no­cida con tanta per­so­na­li­dad como para que pueda ser alter­na­tiva a un país me parece impor­tan­tí­simo. Hasta ahora sola­mente Los Ánge­les lo había sido. Creo que ese es el papel de las gran­des ciu­da­des mun­dia­les, ter­mi­nar ante­po­nién­dose de algún modo a sus paí­ses. Y han ele­gido Madrid por­que es un cri­sol, una ciu­dad llena de vida, que en este momento ofrece unos plan­tea­mien­tos polí­ti­cos nue­vos y muy lla­ma­ti­vos y que está viviendo una ver­da­dera revo­lu­ción cul­tu­ral. Está explo­tando muchí­sima cul­tura en Madrid. Es una ciu­dad que está mar­cando ten­den­cias, que está inno­vando, que está moviéndose.

El direc­tor de la Feria del Libro de Madrid, Manuel Gil, me con­taba hace unos días que les ha pro­puesto traerse el pabe­llón que ha dise­ñado Alberto Campo Baeza e ins­ta­larlo en el Retiro durante la Feria de 2018.

Sí, esta­mos viendo cómo hacerlo por­que nos parece una idea fan­tás­tica. La Feria del Libro, que es una cita firme y con­so­li­dada, nece­sita cosas nue­vas para dar el salto hacia ade­lante que se merece.

Gil tiene muchas ideas, pero la orde­nanza del par­que no per­mite muchas florituras…

Hay que pen­sar que a lo mejor no va a poder ser den­tro del Retiro. Aun­que la pri­mera reac­ción sea pen­sar que los res­pon­sa­bles de estos espa­cios son dema­siado rigu­ro­sos, luego te das cuenta de que tie­nen razón… Los jar­di­nes his­tó­ri­cos nece­si­tan un cui­dado impre­sio­nante. Pero yo creo que es posi­ble bus­car un empla­za­miento para que la Feria crezca, que sea con­ti­nua­ción del Retiro pero no sea el Retiro.

¿Qué libros le han mar­cado a lo largo de su vida?

Es difí­cil res­pon­der, han sido tan­tos… De niña recuerdo que me entu­siasmó Robin­son Cru­soe, que leí pri­mero en una de esas ver­sio­nes infan­ti­les com­pen­dia­das. Tam­bién recuerdo Heidi, o La cabaña del tío Tom

¿Y en la adolescencia?

Para mí la ado­les­cen­cia fue una época enor­me­mente agi­tada, en la que quizá tuve menos encuen­tro con los libros. Pero algo des­pués, toda­vía en la juven­tud, recuerdo La forja de un rebelde, la saga de Los Thi­bault o Cien años de sole­dad cuando ya vivía en Bar­ce­lona. Recuerdo la sen­sa­ción de ir por la calle deseando encon­trarme con alguien a quien decirle que aquel era un libro increí­ble, y creo que es algo que de algún modo nos pasó a todos. En cuanto a ensayo, me impactó mucho La mís­tica de femi­ni­dad de Betty Frie­dan. Era mucho más actual que El segundo sexo de Beau­voir, que me des­cu­brió muchas cosas pero que tenía mucho más sen­tido en los años 50 que a fina­les de los 60. Sin embargo el libro de Frie­dan era una ver­da­dera suble­va­ción, que des­cri­bía con una luci­dez tre­menda lo que estaba pasando enton­ces en Esta­dos Uni­dos. Es un libro grandioso.

¿Y ahora?

Ahora me cuesta más leer nove­las. Me gus­tan las bio­gra­fías y la his­to­ria. Ayer ter­miné un libro muy curioso sobre La Perri­choli, a tra­vés de la cual se aborda la his­to­ria tar­día del virrei­nato del Perú.

¿Cuál era su pro­yecto cul­tu­ral cuando asu­mió la Alcaldía?

Yo creo que la cul­tura no se hace desde el Ayun­ta­miento, brota en la ciu­dad, y lo que hay que hacer es fomen­tar que brote, que la cul­tura nazca y se desa­rro­lle con como­di­dad. Tene­mos que acom­pa­ñar el fenó­meno cul­tu­ral, darle lo que nece­sita, ali­men­tarlo. Pero noso­tros no somos la cul­tura. No tiene nin­gún sen­tido, por ejem­plo, que el Ayun­ta­miento se ponga a hacer expo­si­cio­nes; eso deben hacerlo los museos y las ins­ti­tu­cio­nes cul­tu­ra­les. El Ayun­ta­miento lo que puede hacer es lla­mar la aten­ción sobre los gran­des museos, y lle­gado el caso coor­di­nar e impul­sar pro­yec­tos comu­nes, como una gran pro­puesta que esta­mos ideando para fina­les de 2018 y 2019 sobre la sole­dad en las ciu­da­des. La idea que tene­mos no es tanto traer muchas obras sino decir, en El Prado hay esto, en el Reina Sofía esto, en el Thys­sen esto, y noso­tros hacer de coor­di­na­do­res e impul­so­res. Esa es mi idea de lo que debe ser el papel de las ins­ti­tu­cio­nes en rela­ción con la cultura.

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¿Qué balance hace de estos dos años de gestión?

Noso­tros tuvi­mos un pro­blema al prin­ci­pio, y es que afron­ta­mos muchí­sima con­fron­ta­ción por cues­tio­nes muy adje­ti­vas que tenían muy poco que ver con la cul­tura en sí misma [la polé­mica por la pri­mera cabal­gata de Reyes, o los titi­ri­te­ros acu­sa­dos de apo­lo­gía del terro­rismo en el Car­na­val de 2016]. Eso generó una ten­sión que pro­dujo un replie­gue del equipo que lle­vaba Cul­tura y retrasó algu­nos pro­yec­tos. Cuando todo aque­llo suce­dió a mí me pare­ció intere­sante reno­var el equipo. Vinie­ron unas nue­vas direc­to­ras gene­ra­les más intro­du­ci­das en el tejido cul­tu­ral, y eso deter­minó que cuando Celia Mayer fue a dar a luz y yo quedé sus­ti­tu­yén­dola, pensé final­mente que era mejor ofre­cerle otra res­pon­sa­bi­li­dad, por­que ante cual­quier cosa que ella hacía se le echa­ban los medios encima. A veces los medios de comu­ni­ca­ción te elo­gian o te cri­ti­can por cosas que ni siquiera han suce­dido, y en oca­sio­nes son capa­ces de gene­rar un man­tra o una situa­ción que te difi­culta el tra­bajo polí­tico. Al mar­charse Celia sentí que yo no tenía el pro­blema que ella tenía ante la opi­nión pública. Yo he seguido haciendo cosas que ella hacía. Sí hemos cam­biado algu­nas cosas, pero sobre todo hemos inten­tado moti­var al equipo y seguir la línea estra­té­gica de la que hablaba antes.

En este punto de la legis­la­tura da la impre­sión de que el Gobierno muni­ci­pal, al mar­gen de los cho­ques ideo­ló­gi­cos que men­ciona, y mer­ced a una ges­tión razo­na­ble­mente homo­lo­gada, se ha ganado la con­fianza gene­ral, incluida la de quie­nes no vota­ron, no vota­mos a Ahora Madrid. No sé qué per­cep­ción tie­nen uste­des desde el Ayuntamiento.

Yo sí tengo esa impre­sión. Ayer inau­guré el ter­cer encuen­tro de turismo de com­pras y eco­no­mía –Sum­mit Shop­ping Tou­rism & Eco­nomy– en el Cai­xa­Fo­rum, un foro que a priori pue­des pen­sar que no le pega a este Gobierno, pero que en reali­dad tiene que ver con un asunto que para mí es muy impor­tante. Noso­tros esta­mos fomen­tando el turismo de com­pras por­que sabe­mos que es una manera de dar riqueza a la ciu­dad. Madrid tiene mucho comer­cio pequeño y nos interesa ayu­dar al sec­tor, que es impor­tan­tí­simo por­que ofrece sin­gu­la­ri­dad al tejido comer­cial de la ciu­dad. Pre­pa­ra­mos un dos­sier que pre­sen­ta­mos ante los asis­ten­tes, y me hizo mucha gra­cia por­que todos los que esta­ban allí, empre­sa­rios, y algu­nos muy vin­cu­la­dos al mundo de la dere­cha como Josep Piqué o Juan Villa­longa, me hicie­ron muchí­si­mos elo­gios. Hice pro­pues­tas con­cre­tas y ellos las reco­gie­ron. Y tene­mos bas­tante con­senso al res­pecto, la verdad.

Hay un aspecto espe­cial­mente intere­sante en su acción polí­tica, y es el esfuerzo por des­cen­tra­li­zar la ciu­dad. Madrid es de las capi­ta­les euro­peas más des­equi­li­bra­das en ese sen­tido; todo pasa por el centro.

Pre­ci­sa­mente hoy les hemos ofre­cido a los quios­que­ros ven­der el mer­chan­di­sing de los dis­tri­tos que hemos pre­sen­tado recien­te­mente. Las cami­se­tas lle­van un libro den­tro en el que se explica por qué hemos ele­gido unos ico­nos y no otros. La gente no conoce la Venus del Man­za­na­res, y es pre­ciosa… Y ahí está tam­bién, por ejem­plo, la polí­tica que hemos puesto en mar­cha para reflo­tar las tres quin­tas his­tó­ri­cas, que esta­ban aban­do­na­das. La pri­mera en estar lista es la de los Moli­nos, que se con­vierte en una suerte de pala­cio de los niños, pero la reina de todas esas des­cen­tra­li­za­cio­nes va a ser el museo de la duquesa de Osuna en El Capri­cho, en una esquina de Madrid como es Bara­jas, y que va a ser espectacular.

¿Cómo afronta el Ayun­ta­miento el fenó­meno de la nueva espe­cu­la­ción vin­cu­lada sobre todo a los alqui­le­res turís­ti­cos, y que ha influido nota­ble­mente en el incre­mento de los pre­cios en los dos últi­mos años?

Noso­tros ahí sabe­mos lo que hay que hacer, lo que pasa es que no hemos podido hacerlo toda­vía por­que no hemos resul­tado lo sufi­cien­te­mente efi­ca­ces para cons­truir noso­tros mis­mos, y ahora nos esta­mos plan­teando cam­biar de estra­te­gia y ven­der par­ce­las que tiene el Ayun­ta­miento, u ofre­cer los dere­chos de super­fi­cie para que cons­tru­yan los pri­va­dos con una reserva de vivien­das para el Ayun­ta­miento. Vemos que es el camino, es lo que se ha hecho en París y en otras ciu­da­des. El Ayun­ta­miento tiene que hacer una polí­tica de vivienda muy fuerte entrando en deter­mi­na­das zonas y poniendo unos alqui­le­res bajos que ayu­den a bajar los pre­cios, por­que hay que con­se­guir que bajen los alqui­le­res. Pero por mucho que que­ra­mos no pode­mos correr. Hoy mismo tra­tá­ba­mos de una biblio­teca cuyo pro­ceso de redac­ción se inició nada más lle­gar al Ayun­ta­miento y que no va a estar cons­truida hasta agosto de 2019. Como el museo de la duquesa de Osuna, que se empezó a idear en junio de 2015 y las obras van a aca­bar apro­xi­ma­da­mente en diciem­bre de 2018. La admi­nis­tra­ción es muy lenta.

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Hablando de biblio­te­cas, hace unos meses comen­taba con su direc­tora gene­ral, Belén Llera, la impre­sión de que se ha pro­du­cido un cam­bio de tor­nas en Madrid. Antes el Ayun­ta­miento care­cía de la polí­tica del libro que la Comu­ni­dad sí tenía –diri­gida con buen pulso por Isa­bel Rosell, hoy pre­ci­sa­mente en la opo­si­ción muni­ci­pal– y ahora es un poco a la inversa: la Comu­ni­dad se limita a ges­tio­nar sus biblio­te­cas y archi­vos, y es el Ayun­ta­miento el que apuesta por una polí­tica activa en la mate­ria. ¿Cuá­les son sus propósitos?

A mí la polí­tica del libro es una de las cosas que más me intere­san. Tene­mos que hacer nue­vos lec­to­res y difun­dir la lec­tura. Y para eso tene­mos que apo­yar toda la pro­duc­ción y difu­sión del libro. Tene­mos tan­tas ini­cia­ti­vas que no damos abasto: la revi­ta­li­za­ción de Moyano, la feria del libro de oca­sión, los con­cur­sos ciu­da­da­nos… Nos esta­mos impli­cando haciendo suge­ren­cias de todo tipo, como aus­pi­ciar un encuen­tro anual de clu­bes de lec­tura, o en un orden sim­bó­lico el regalo del libro que hace­mos a los niños nada más nacer, o los libros que publi­ca­mos para los niños. Esta­mos cons­tan­te­mente pen­sando cosas. Hemos hecho el gran con­curso de poe­sía de Glo­ria Fuer­tes, que ha sido fan­tás­tico. Yo dije que no me valía hacerlo solo en los cole­gios. Quiero que se vea en los cole­gios, pero tam­bién en las biblio­te­cas y sobre todo en la calle. Cuando hici­mos la reunión con los gana­do­res para entre­gar los pre­mios, una de las madres me contó que ella y su hija lo habían visto en la calle, que su hija le había pre­gun­tado qué es poe­sía, y que a raíz de eso la niña escri­bió una poe­sía. Eso es para mí un obje­tivo fun­da­men­tal, y si lo hubié­ra­mos hecho solo a tra­vés de los cole­gios no hubiera pasado. La polí­tica cul­tu­ral tiene que estar muy metida en la ciu­dad, la gente tiene que verlo, que la ciu­dad le pida que escriba, que lea…

Tam­bién es impor­tante revi­ta­li­zar las biblio­te­cas, sobre todo las escolares.

Noso­tros hace­mos muchas acti­vi­da­des en las biblio­te­cas esco­la­res, y que­re­mos que se pue­dan com­bi­nar con accio­nes fuera de los cole­gios. Ahora que vamos a pro­gra­mar tea­tro en los cen­tros cul­tu­ra­les, y empe­za­re­mos por San­chi­na­rro, que­re­mos que durante la fun­ción los padres pue­dan dejar a los niños jugando o leyendo en la biblio­teca del cen­tro, por ejemplo.

¿Cuá­les son sus prio­ri­da­des en la mate­ria de aquí al final de la legislatura?

Yo pre­tendo que se pue­dan com­pa­gi­nar acti­vi­da­des de inver­sión nece­sa­rias como son nue­vas biblio­te­cas junto con ges­tión cul­tu­ral que no sea inver­sión pura. Para mí un obje­tivo fun­da­men­tal sería que las biblio­te­cas abrie­ran los fines de semana. Todas. Ese es un obje­tivo tan impor­tante como hacer las nue­vas biblio­te­cas, que no nos va a dar tiempo a hacer­las. Hay fuer­tes pro­ble­mas de per­so­nal para con­se­guirlo, pero yo lo que voy a inten­tar es dejar pro­yec­ta­das dos o tres de las nue­vas biblio­te­cas que hemos con­ce­bido al tiempo que ges­tio­na­mos más horas de las biblio­te­cas abier­tas, con clu­bes de lec­tura, con­cur­sos de lite­ra­tura, acti­vi­da­des de apoyo a los libros…

La gran pre­gunta. ¿Se va a pre­sen­tar a la reelec­ción? Esta modesta revista de libros le agra­de­cerá la exclusiva.

De eso no hablo. No sabes lo que me gus­ta­ría darte esa exclu­siva, pero es que no puedo…

BORJA MARTÍNEZ

Foto­gra­fías: Ricardo Torres

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Una ver­sión de este artículo apa­rece publi­cada en el número de noviem­bre de 2017, nº 287, de la Revista LEER.

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