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Letras aragonesas: Una edad de oro

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Mirar hoy hacia Ara­gón en clave lite­ra­ria es encon­trar un pano­rama rico y lleno de pro­pues­tas, insó­lito en su efer­ves­cen­cia. ¿Qué sucede allí? Bus­ca­mos res­pues­tas en este reco­rrido enca­de­nado por el tes­ti­mo­nio de un buen puñado de sus protagonistas.

Arran­ca­mos la inda­ga­ción con el nuevo mile­nio, lite­ral­mente. Rodolfo Noti­vol (Zara­goza, 1962) reci­bía en 2000 el Pre­mio Ciu­dad de Zara­goza con su cuento “Quin­ca­lla”, tres años antes de debu­tar como nove­lista de la mano de la autóc­tona edi­to­rial Xor­dica. Desde la publi­ca­ción de aque­llos Autos de cho­que (2003) el esce­na­rio lite­ra­rio zara­go­zano “se ha expan­dido y reno­vado”, explica Noti­vol a LEER antes de ensa­yar un esbozo sucinto del mismo. “José María Con­get e Igna­cio Mar­tí­nez de Pisón comen­za­ron a escri­bir sin com­ple­jos sobre la Zara­goza de los 60 y 70. Des­pués llegó Félix Romeo, fun­da­men­tal en la actual ebu­lli­ción lite­ra­ria zara­go­zana, cuyos pri­me­ros libros vinie­ron a moder­ni­zar la visión de la ciu­dad. Y luego otros hemos inten­tado seguir sus este­las”. De su pri­mera novela hasta la última, Vaciar los arma­rios (Xor­dica, 2016), “han trans­cu­rrido casi quince años, tiempo sufi­ciente para la apa­ri­ción de voces nue­vas y más jóve­nes, para la con­so­li­da­ción de otras, casi todas de auto­res naci­dos ya en demo­cra­cia y que, quizá por eso, han apor­tado for­mas muy diver­sas, incluso con­tra­pues­tas, de ver la ciu­dad; del natu­ra­lismo vita­lista de Eva Puyó a la iro­nía más des­es­pe­ran­zada de Miguel Serrano y las his­to­rias más humo­rís­ti­cas y surrea­lis­tas de Juan Luis Sal­daña”.

En narra­tiva, “el extenso y variado pano­rama actual ofrece una lista de varias gene­ra­cio­nes: hay auto­res de larga tra­yec­to­ria y gran reco­no­ci­miento como los cita­dos o Manuel Vilas; otros de éxito de público más reciente como Ser­gio del Molino, Joa­quín Ber­ges o Ana Alco­lea; o auto­res de culto con una cali­dad indis­cu­ti­ble como Miguel Mena, José Luis Melero, Antón Cas­tro, Ángela Labor­deta o Car­los Cas­tán y jóve­nes como Julio José Ordo­vás”.

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Tras el éxito de ‘La España vacía’, Ser­gio del Molino regresa con esta “novela inti­mista que inter­pela a todo un país y toda una generación”.

Este último, Julio José Ordo­vás (Zara­goza, 1976), cono­cido en Ara­gón como crí­tico lite­ra­rio y poeta, y gra­cias a sus volú­me­nes de dia­rios –Días sin día (Xor­dica, 2004) y En medio de todo, (Eclip­sa­dos,2010)–, es para Melero “uno de los mejo­res escri­to­res sur­gi­dos en Ara­gón en los últi­mos años”.

En 2014 sor­pren­dió con una muy bien reci­bida pri­mera novela, El anti­cuerpo (Anagrama). “Me gus­ta­ría hacer sufi­cien­tes méri­tos para for­mar parte de los perros de Goya, esa jau­ría inte­grada por perros tan rabio­sos, ver­des y luná­ti­cos como Gra­cián, el pro­pio Goya, Buñuel, Víc­tor Mira o Miguel Labor­deta”, con­fiesa a LEER, citando con los genios de Fuen­de­to­dos y Calanda y el malo­grado pin­tor zara­go­zano (1949–2003) al otro Labor­deta, vene­rado en su tie­rra como poeta mayor.

Entre­tanto, reco­mienda tres libros con firma ara­go­nesa de tres indis­cu­ti­bles: el auto­bio­grá­fico Una ilu­sión (Xor­dica, 2016) de Ismael Grasa, la última colec­ción de rela­tos de Con­get, Con­fe­sión gene­ral (Pre-Textos, 2017), y El día de mañana (Seix Barral, 2011) de Mar­tí­nez de Pisón.

 

Epi­cen­tro en Zaragoza

Por alu­sio­nes, ascen­diente y vete­ra­nía, reca­ba­mos el tes­ti­mo­nio del pro­pio Igna­cio Mar­tí­nez de Pisón (Zara­goza, 1960): “Ara­gón ha pasado en muy pocas gene­ra­cio­nes de ser emi­nen­te­mente rural a ser mayo­ri­ta­ria­mente urbana: ahora mismo, más de la mitad de la pobla­ción vive en la ciu­dad de Zara­goza, y la mayo­ría de los pue­blos son muy peque­ños y con una pobla­ción muy enve­je­cida”. Teniendo en cuenta que “la crea­ción cul­tu­ral está muy vin­cu­lada a las ciu­da­des, y la pro­pia novela como género puede decirse que es una inven­ción de la ciu­dad”. Mar­tí­nez de Pisón, Pre­mio Nacio­nal de Narra­tiva 2015 por La buena repu­tación, corro­bora que “el prin­ci­pal foco cul­tu­ral ara­go­nés es Zara­goza, y su con­di­ción emi­nen­te­mente urbana ha favo­re­cido la crea­ti­vi­dad, lo que parece lógico desde un punto de vista estric­ta­mente sociológico”.

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Pérez Here­dia, vivo ejem­plo del apoyo edi­to­rial del que gozan los emer­gen­tes aragoneses.

Sobre la ciu­dad, desde el bando de los más jóve­nes, María Pérez Here­dia (Zara­goza, 1994), a quien la obra de Mar­tí­nez de Pisón ha mar­cado “pro­fun­da­mente”, apunta que “Zara­goza parece una de las ciu­da­des con más escri­to­res por metro cua­drado del país”. La autora de Star­man (Reser­voir Books, 2017) reco­noce que “ese ambiente favo­rece que los jóve­nes auto­res emer­gen­tes se ani­men a sacar sus crea­cio­nes a la luz, con la suerte de que exis­ten edi­to­ria­les ara­go­ne­sas que apues­tan por los nue­vos nom­bres, como en su momento hizo Eclip­sa­dos con mi pri­mera novela, Esos días raros de llu­via (2013)”.

En el marco de “este buen momento ara­go­nés”, Anto­nio Pérez Las­he­ras –ensa­yista, edi­tor y pro­fe­sor titu­lar de Lite­ra­tura Espa­ñola en la Uni­ver­si­dad de Zara­goza– apun­tala que la gene­ra­ción de Pérez Here­dia “es una de las más des­ta­ca­das por su vita­li­dad: creen que el mundo es glo­bal, y jue­gan a ello”. Pérez Las­he­ras, ejem­plo de cómo el mundo aca­dé­mico y la escena lite­ra­ria dia­lo­gan con natu­ra­li­dad en Zara­goza, añade al grupo de jóve­nes los nom­bres de Irene Vallejo o los her­ma­nos Aloma Rodrí­guez y Daniel Gas­cón (Zara­goza, 1981). Escri­tor, guio­nista y res­pon­sa­ble de la edi­ción espa­ñola de la revista Letras libres, Gas­cón con­fiesa a LEER debi­li­dad gene­ra­cio­nal por Félix Romeo, “el mejor lec­tor, el que te ani­maba e intuía mejor que tú qué camino debías tomar, el que te reco­men­daba lec­tu­ras; quien publicó un texto titu­lado Todos los escri­to­res del mundo son ara­go­ne­ses, por­que cono­cía muy bien a los auto­res de Ara­gón sin per­der la vir­tud de conec­tar escri­to­res y lite­ra­tu­ras: por él leí fun­da­men­ta­les como Nata­lia Ginz­burg, Sher­man Ale­xie, Chris­top­her Hit­chens o Mark Lilla, a quie­nes, siguiendo su teo­ría, podría­mos con­ver­tir en auto­res ara­go­ne­ses”. Y se suma a la pre­di­lec­ción por Mar­tí­nez de Pisón: “No hay escri­tor en nin­guna len­gua que me enseñe más que él, cuya hones­ti­dad y exce­len­cia son un modelo para muchos; junto a Con­get, Cris­tina Grande e Ismael Grasa”.

 

Auto­res de ida y vuelta

Nom­bres de con­senso entre los que Pérez Las­he­ras sub­raya el caso del oscense Grasa, fina­lista del Pre­mio Herralde de Novela y gana­dor del Pre­mio Tigre Juan con De Madrid al cielo (1994) y Pre­mio Ojo Crí­tico de Narra­tiva con Tres­cien­tos días de sol (Xor­dica, 2007), por la pecu­lia­ri­dad de “haber pasado de publi­car con éxito en Anagrama a hacerlo en una edi­to­rial ara­go­nesa” frente al habi­tual camino inverso, el que siguie­ron en su momento auto­res ara­go­ne­ses con­sa­gra­dos como Manuel Vilas o antes Sole­dad Puér­to­las. Dis­tin­guida con el Pre­mio de las Letras Ara­go­ne­sas 2003 y el José Anto­nio Labor­deta 2016, la aca­dé­mica de la Len­gua reme­mora para LEER: “Tuve la suerte de cono­cer a Labor­deta, que ins­pi­raba una con­fianza extra­or­di­na­ria y cuyo sen­tido del humor todo lo impreg­naba; y reci­bir el pre­mio que lleva su nom­bre, de manos de su admi­ra­ble viuda, Juana Gran­des, fue un ver­da­dero honor, como refor­zar el vínculo que me liga a Zara­goza desde que nací”.

DOS
Manuel Vilas, uno de los auto­res ara­go­ne­ses que más aten­ción viene sus­ci­tando en los últi­mos años. Foto: M.R.

 

Ara­gón ha rega­lado gran­des escri­to­res a la lite­ra­tura espa­ñola, desde Bal­ta­sar Gra­cián, los Her­ma­nos Argen­sola, Igna­cio de Luzán, hasta Ramón J. Sen­der, de quien debiera hablarse más por­que es uno de los gran­des narra­do­res espa­ño­les del siglo XX”, explica Manuel Vilas (Bar­bas­tro, Huesca, 1962), uno de los auto­res ara­go­ne­ses que más aten­ción e inte­rés ha sus­ci­tado en los últi­mos años. Vilas reco­noce que la tie­rra le ha mar­cado mucho como crea­dor, “espe­cial­mente el pai­saje del Piri­neo, las mon­ta­ñas, los ríos y la nieve: ser de Huesca es dis­tinto a ser de Zara­goza, tene­mos pai­sa­jes dife­ren­tes en la cabeza”. Con­fiesa que le duele la des­po­bla­ción oscense; su sen­tir al res­pecto lo pode­mos encon­trar en su poema “Pue­blos”. El currí­cu­lum de dis­tin­cio­nes ara­go­ne­sas de Vilas no se queda atrás. “Me hizo mucha ilu­sión ganar el Pre­mio Cálamo (Libro del año: Aire nues­tro, 2009) y el Pre­mio de las Letras Ara­go­ne­sas 2015 por una­ni­mi­dad: sig­ni­fica que en tu tie­rra te quie­ren y te res­pe­tan, y, ade­más, tam­bién los han ganado escri­to­res a los que admiro”.

Ade­más de los auto­res ya cita­dos, añade entre sus pre­di­lec­tos a Ana María Nava­les, Javier Tomeo, Ángel Guinda, Rosendo Tello y tam­bién al his­to­ria­dor de la lite­ra­tura José-Carlos Mai­ner, “de cuyo magis­te­rio guardo un extra­or­di­na­rio recuerdo; nos dio clase a muchos escri­to­res ara­go­ne­ses de mi gene­ra­ción, como Javier Sebas­tián o Ana Alco­lea”. Y remata en clave actual: “Ahora es el momento de escri­to­res jóve­nes como Ser­gio del Molino, que ha tenido un enorme éxito con La España vacía (Tur­ner, Pre­mio Cálamo Libro del Año 2016, y que acaba de publi­car en Lite­ra­tura Ran­dom House La mirada de los peces), Miguel Serrano, Irene Vallejo, Ángel Gra­cia o Aloma Rodrí­guez”, y de “poe­tas como Jesús Jimé­nez, Car­men Ruiz o Nacho Tajahuerce”.

Par­naso aragonés

Per­te­ne­ciente al lla­mado “grupo del 22”, Nacho Tajahuerce (Zara­goza, 1980) explica a LEER que esta cama­ri­lla es un con­junto “hete­ro­gé­neo de poe­tas, narra­do­res y ami­gos del tea­tro quie­nes, uni­dos por la amis­tad, se jun­tan los días 22 de cada mes a cenar: Miguel Serrano, Ángel Gra­cia, Jesús Jimé­nez, Brenda Ascoz, José Manuel Soriano, Marian Pueo, Ángel Sobre­viela, Miguel Ángel Ortiz Albero…”. A cargo de este último y poli­fa­cé­tico crea­dor (poeta, nove­lista, ensa­yista, guio­nista de tebeos, artista plás­tico y actor tea­tral) corrió la dra­ma­tur­gia del pro­yecto In absen­tia (2015) de la bai­la­rina Ingrid Magrinyà con poe­mas de muchos de los auto­res men­cio­na­dos, que Tajahuerce, incluido entre ellos, cita con espe­cial entu­siasmo. “Desde hace bas­tante tiempo se habla de un momento de oro en la poe­sía ara­go­nesa: han publi­cado poe­ma­rios muchí­si­mos auto­res en los últi­mos quince años y algu­nos des­ta­can con fuerza, poe­tas de un nivel muy alto con esti­los dis­tin­tos que se han hecho un hueco en edi­to­ria­les de pres­ti­gio y entre las voces más impor­tan­tes en nues­tro país”, señala Tajahuerce. Ade­más, “los poe­tas inde­pen­dien­tes están movi­li­zando a muchí­sima gente joven en los reci­ta­les. Hay comu­ni­da­des poé­ti­cas jóve­nes que están haciendo cosas muy intere­san­tes en el espa­cio La Bóveda del Alber­gue, y se ha reto­mado el grupo La caja noc­turna, que for­ma­ban Diego Pal­math y Eduardo Fariña en el pasado y al que ahora se unen universitarios”.

Se suma a esta apre­cia­ción el poeta Alberto Ace­rete (Zara­goza, 1987): “El esce­na­rio ara­go­nés es muy rico para los jóve­nes poe­tas emer­gen­tes”. Aquí “la poe­sía se mueve en dis­tin­tos pla­nos, desde lo más mains­tream a lo más inde­pen­diente”, y “desde el ámbito ins­ti­tu­cio­nal (desde el depar­ta­mento de Juven­tud, por ejem­plo) se cuida y apuesta por la poe­sía escrita en Ara­gón”. “La ciu­dad está llena de pro­yec­tos cons­tan­tes, desde fan­zi­nes hasta revis­tas”, un caldo de cul­tivo en el que “las libre­rías ejer­cen un peso impor­tante para la for­ma­ción de los nue­vos auto­res gra­cias a las acti­vi­da­des que plan­ten, con­ti­nuas y muy enriquecedoras”.

Hay ara­go­ne­ses de larga tra­yec­to­ria como Manuel Vilas, de éxito de público reciente como Ser­gio del Molino y de culto como José Luis Melero (Rodolfo Notivol)

Otro del “grupo del 22”, Ángel Gra­cia (Zara­goza, 1970), ana­liza para LEER el pano­rama poé­tico ara­go­nés. “Los poe­tas más intere­san­tes de los 90, como Jesús Jimé­nez, están ahora en la ple­ni­tud de su talento y son los de refe­ren­cia para los más jóve­nes”. Como Tajahuerce, Gra­cia señala que “desde 1993 hasta ahora ha habido un cam­bio gene­ra­cio­nal evi­dente”, e incluye en su nómina de impres­cin­di­bles las figu­ras de Vilas y Ángel Petisme.

Den­tro del “bata­llón de poe­tas del que dis­fru­ta­mos en Ara­gón”, Rodolfo Noti­vol añade a Octa­vio Gómez Milián, Enri­que Cebrián, Nacho Escuín y Fer­nando San­mar­tín”. Los dos últi­mos, amén de crea­do­res, ejer­cen res­pec­ti­va­mente como Direc­tor Gene­ral de Cul­tura y Patri­mo­nio del Gobierno de Ara­gón y Jefe del ser­vi­cio ges­tor y de la acti­vi­dad cul­tu­ral del Pala­cio de La Alja­fe­ría, res­pec­ti­va­mente, y son por ello moto­res cul­tu­ra­les y dina­mi­za­do­res indis­pen­sa­bles de lo que muchos dan el lla­mar “edad dorada” de las letras ara­go­ne­sas. En esta ebu­lli­ción, esti­mu­lada por “gru­pos poé­ti­cos que se mue­ven mucho por ferias y fes­ti­va­les”, Anto­nio Pérez Las­he­ras sub­raya el papel cons­tante de la Uni­ver­si­dad de Zara­goza, que “siem­pre ha apo­yado actos, reci­ta­les, pre­mios y publi­ca­cio­nes”. Aquí la figura de San­mar­tín resulta para­dig­má­tica; por un lado, como direc­tor de la colec­ción de poe­sía de La gruta de las pala­bras de Pren­sas de la Uni­ver­si­dad de Zara­goza; por otro, como impul­sor de la II edi­ción del Fes­ti­val de Poe­sía que orga­niza las Cor­tes de Ara­gón, cele­brada este verano en el patio de Santa Isa­bel del Pala­cio de La Alja­fe­ría, donde reci­ta­ron sus poe­mas, en la misma jor­nada, el citado Cebrián, pro­fe­sor de Dere­cho Cons­ti­tu­cio­nal de la Uni­ver­si­dad de Zara­goza, y Almu­dena Vido­rreta, doc­tora en Filo­lo­gía His­pá­nica y pro­fe­sora de la Uni­ver­si­dad de Nueva York.

 

Ara­go­ne­ses por el mundo

Almu­dena Vido­rreta (Zara­goza, 1986), Pre­mio a la Crea­ción Joven del Ins­ti­tuto Ara­go­nés de la Juven­tud 2007 por Ojos que no ven, Accé­sit del Pre­mio de Poe­sía Dele­ga­ción del Gobierno en Ara­gón (Algu­nos hom­bres insa­cia­bles, Aqua, 2009) y XXII Pre­mio de Poe­sía en Cas­te­llano Uni­ver­si­dad de Zara­goza (Len­gua de mapa, 2010), refle­xiona para LEER sobre su con­di­ción de ara­go­nesa expa­triada: “Bromeo acerca de la inten­si­fi­ca­ción de mi ara­go­ne­sismo desde que vivo en Nueva York, donde canto jotas a mis ami­gos, marco el Mon­cayo en el mapa o me indigno cuando se omite la impor­tan­cia de la Corona de Ara­gón”. Vido­rreta cree que “la poe­sía debe estar por encima de regio­na­lis­mos”, pero al reivin­di­car, como muchos de sus cole­gas de ver­sos, la figura de Miguel Labor­deta –“no le hemos sabido expor­tar lo sufi­ciente”–, dice echar en falta “un impulso nece­sa­rio para el cono­ci­miento de la his­to­ria de Ara­gón y sus len­guas en EEUU”. Como colo­fón, con­fiesa: “Mi último libro de poe­mas, Nueva York sin que­rer (La Bella Var­so­via, 2017), no hubiera podido escri­birlo sin la opor­tu­ni­dad de vivir del otro lado del charco”.

CINCO
Mar­tí­nez de Pisón pre­sentó su última novela el 7 de sep­tiem­bre en el Hay Fes­ti­val de Que­ré­taro (México). Com­pleta iti­ne­ra­rio en la FILBA de Bue­nos Aires, San­tiago de Chile y Bogotá.

Sobre la expe­rien­cia ame­ri­cana tam­bién habla Manuel Vilas: “El ara­go­nés lleva de serie un sen­tido del humor muy bru­tal y sal­vaje que llama la aten­ción en Esta­dos Uni­dos. Ima­gino a veces a Luis Buñuel paseando por Nueva York en los años 40 del pasado siglo. En gene­ral, yo creo que a los ara­go­ne­ses les sienta bien una buena tem­po­rada en el exi­lio esta­dou­ni­dense. Pienso tam­bién en Sen­der, o en el poeta Ildefonso-Manuel Gil, o en José María Con­get, que vivió varios años en Nueva York y escri­bió pági­nas estu­pen­das sobre esa ciudad”.

De su expe­rien­cia como expor­ta­dor de cul­tura ara­go­nesa tam­bién habla a LEER Javier Muñoz-Basols (Sari­ñena, Huesca, 1974), pro­fe­sor titu­lar de la Uni­ver­si­dad de Oxford y coor­di­na­dor del pro­grama de Len­gua del depar­ta­mento de Espa­ñol de la Facul­tad de Len­guas Medie­va­les y Moder­nas: “Siem­pre tengo que dar a cono­cer mi región fuera del país. Mucha gente sabe de Madrid, Cata­luña, Anda­lu­cía o Valen­cia, pero des­co­noce tanto el papel his­tó­rico que desem­peñó Ara­gón en el con­junto de España como la cul­tura que se ha gene­rado en la región”. Muñoz-Basols ase­gura seguir “muy de cerca la obra de Agus­tín Sán­chez Vidal (Pre­mio de las Letras Ara­go­ne­sas 2016), cate­drá­tico emé­rito de His­to­ria del Cine de la Uni­ver­si­dad de Zara­goza quien, desde que debutó en la novela con La llave maes­tra, no ha dejado de cose­char pre­mios y reco­no­ci­mien­tos den­tro y fuera de la Penín­sula”. Se feli­cita de que fuera “el escri­tor invi­tado en 2017 al V Foro Cervantes-Universidad de Oxford”, y reco­noce estar leyendo ahora, pre­ci­sa­mente, su novela más reciente, Viñe­tas (Har­per Collins, 2016). A su jui­cio, Sán­chez Vidal “nos ayuda a redes­cu­brir la rela­ción del ser humano con el medio natu­ral, es uno de los escri­to­res más ver­sá­ti­les en len­gua espa­ñola, capaz de moverse entre géne­ros con un rigu­roso tra­bajo de docu­men­ta­ción y un uso magis­tral del lenguaje”.

 

Sus­trato editorial

Toda esta inusual efer­ves­cen­cia ara­go­nesa, esa “con­si­de­ra­ble pro­duc­ción lite­ra­ria” muy por encima de su capi­tal demo­grá­fico está vin­cu­lada a día de hoy, ade­más de a una tra­di­ción y unos mim­bres muy sóli­dos, “al tra­bajo de edi­to­ria­les inde­pen­dien­tes” autóc­to­nas. Lo cons­tata para LEER Alfredo Sal­daña, ensa­yista, poeta, edi­tor y pro­fe­sor titu­lar de Teo­ría de la Lite­ra­tura y Lite­ra­tura Com­pa­rada de la Uni­ver­si­dad de Zara­goza. A lo largo de estos últi­mos años ha tenido opor­tu­ni­dad de “com­par­tir pro­yec­tos –puesta en mar­cha de edi­to­ria­les, revis­tas, reci­ta­les– con entu­sias­tas estu­dian­tes que han lle­gado a tras­pa­sar las fron­te­ras uni­ver­si­ta­rias para desa­rro­llarse en el esce­na­rio público gene­ral”. Sellos como la citada Xor­dica, Jekyll & Jill, Pan­ta­lia, Oli­fante, Libros del Innom­bra­ble, Mira Edi­to­res, Estre­llas fuga­ces o Los libros del gato negro, “con un gran esfuerzo y publi­cando a auto­res ara­go­ne­ses (aun­que no de forma exclu­siva), han con­so­li­dado un catá­logo muy meritorio”.

Del per­te­ne­ciente a Los libros del gato negro, que su fun­da­dora Marina Here­dia Ríos estrenó con dos poe­ma­rios (de León Buil y Ánchel Conte) pro­lo­ga­dos por Anto­nio Pérez Las­he­ras, des­taca de un pri­mer vis­tazo una anto­lo­gía de rela­tos de doce auto­ras con ambi­ción de mapa de pro­sis­tas zara­go­za­nas: Habla­rán de noso­tras (2016), con Olga Ber­nad, Patri­cia Este­ban, Laura Bor­do­naba, María Pérez Here­dia, Ana Alco­lea, Mag­da­lena Lasala o Irene Vallejo, entre otras. Tam­bién par­ti­cipó en él Teresa Garbí (Zara­goza, 1950), quien define la publi­ca­ción como “un encuen­tro entre escri­to­ras de Ara­gón que ha dejado hue­lla por­que han hablado de noso­tras: ¡ya era hora de que habla­sen de noso­tras!”. La escri­tora, afin­cada en Valen­cia, afirma man­te­ner “una estre­cha vin­cu­la­ción con Ara­gón”. En sus libros “el pai­saje ara­go­nés es una cons­tante, no sólo el Piri­neo, sino tam­bién Tara­zona y el Mon­cayo”, luga­res donde vera­neaba durante su niñez y ado­les­cen­cia. No quiere dejar de apun­tar que su pro­pia edi­to­rial, Uno y Cero Edi­cio­nes, ha publi­cado “una anto­lo­gía de Miguel Labor­deta, Cuando tú me leas den­tro de mil años; y otra de otro exce­lente poeta ara­go­nés, Luis Moli­ner; dos ensa­yos de Ángel López García-Molins, España con­tra el Estado y Un sueño plu­ri­lin­güe para España, y yo misma he reedi­tado Cinco (Sobre el Don­cel de Sigüenza)”.

Lle­ga­dos hasta aquí, Daniel Gas­cón nos ayuda a reca­pi­tu­lar: “El pano­rama ara­go­nés es muy variado, con narra­do­res de eda­des y esté­ti­cas muy dis­tin­tas, pero de talento muy claro: desde los cuen­tos estu­pen­dos de Eva Puyó en Ropa ten­dida a la mirada sin­gu­lar de Manuel Vilas, pasando por la escri­tura exis­ten­cia­lista y pode­rosa de María Pérez Here­dia, la gran novela fami­liar de Noti­vol, el camino ceñido a la reali­dad de Ser­gio del Molino, la sen­si­bi­li­dad y per­ver­sión de Julio José Ordo­vás, la deli­ca­deza y pre­ci­sión de Fer­nando San­mar­tín, el rigor y huma­ni­dad de Miguel Mena y la osa­día de Miguel Serrano”. Y no fal­tan “auto­res que escri­ben novela his­tó­rica, poli­cíaca y juvenil”.

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Che­sús Yuste con su edi­tor, Chusé Raúl Usón, de Xor­dica: “Hay razo­nes para el opti­mismo en Ara­gón, cada año irrum­pen nue­vas edi­to­ria­les, las vete­ra­nas se con­so­li­dan y avanza el mer­cado”. Foto: M.R.

 

Juve­nil, his­tó­rica y policíaca

Cuenta a LEER Ana Alco­lea (Zara­goza, 1962), Pre­mio Cer­van­tes Chico 2016: “Cuando salgo fuera, mucha gente me pre­gunta: ¿pero qué pasa en Ara­gón con la lite­ra­tura infan­til y juve­nil? Les res­pondo que a lo mejor es el cierzo, el que lleva y trae las pala­bras y las ganas de escri­bir­las”. Con­firma el auge de “escri­to­res e ilus­tra­do­res, nom­bres muy impor­tan­tes como Fer­nando Lalana, David Lozano, Begoña Oro, Pepe Serrano, San­dra Andrés, María Frisa, Daniel Nes­quens, Ser­gio Lairla, Ana G. Lar­ti­te­gui, Alberto Gamón, David Gui­rao, Elisa Arguilé y Blanca BK”.

La con­ti­nui­dad y gra­ti­tud inter­ge­ne­ra­cio­nal es otro de los ras­gos carac­te­rís­ti­cos de la escena lite­ra­ria ara­go­nesa. Alco­lea, pre­go­nera de la última edi­ción de la Feria del Libro de Zara­goza, expresa su enorme admi­ra­ción por la aca­dé­mica de la Len­gua Aurora Egido, de quien fue alumna, y que, “como hice cons­tar en mi pre­gón ocupa el sillón B, aquel mismo por el que optó y que no con­si­guió otra gran mujer de las letras nacida en Ara­gón, María Moli­ner”. Alco­lea recuerda a otros de sus “mag­ní­fi­cos pro­fe­so­res en la Facul­tad de Filo­so­fía y Letras de Zara­goza”: los cita­dos Agus­tín Sán­chez Vidal y José-Carlos Mai­ner, tam­bién a María Jesús Laca­rra, Juan Manuel Cacho Ble­cua, Maite Cacho y Leo­nardo Romero Tobar, “¡vaya nom­bres para una lista de pro­fe­so­res de lite­ra­tura!”. De Egido dice haber apren­dido “mucho de la lite­ra­tura del Siglo de Oro, sobre todo. Su visión del Qui­jote tiene mucho que ver con mi manera de escri­bir: esa mez­cla reali­dad y fic­ción, de la que está hecha la vida y la literatura”.

Sobre su tie­rra natal, que “da mucho de sí” como esce­na­rio lite­ra­rio (“una ciu­dad con tanta His­to­ria: Sal­duba, Cesa­rau­gusta, Media Sara­kosta, los pala­cios rena­cen­tis­tas, las igle­sias barro­cas, la gue­rra de la Inde­pen­den­cia, el moder­nismo…”), Alco­lea refle­xiona: “Sólo pen­sar en qué y quién pasó por los luga­res que pisas da muchas posi­bi­li­da­des de escri­bir. Yo lo he hecho: desde mi ven­tana veo la igle­sia de San Fer­nando, donde hubo tres cua­dros de Goya que des­a­pa­re­cie­ron en la gue­rra con los fran­ce­ses, ahí tene­mos un argu­mento intere­sante; y tam­bién en mi última novela para adul­tos, con las viven­cias de mi abuela y su fami­lia en la ciu­dad a tra­vés del siglo XX”.

Habla­mos de una edad de oro de la poe­sía ara­go­nesa: alta pro­duc­ción, auto­res de pres­ti­gio y poe­tas inde­pen­dien­tes ani­mando la escena joven

Apunta Mag­da­lena Lasala (Zara­goza, 1958), Pre­mio Letras Ara­go­ne­sas 2014 y autora del reciente El beso que no te di. El trá­gico des­tino de los aman­tes de Teruel (La Esfera de los Libros, 2017), que “Ara­gón, con todo su rico bagaje his­tó­rico y cul­tu­ral, muy ape­ti­toso para ser recreado como esce­na­rio del género nove­lís­tico, es una tie­rra aún des­co­no­cida en pro­fun­di­dad por el gran público”. No obs­tante, afirma que “el género his­tó­rico, de gran cali­dad, que se escribe desde aquí está pres­ti­giado por el reco­no­ci­miento de los lec­to­res” y ensalza que “el atrac­tivo de Ara­gón es satur­nal. Si te aden­tras en des­cu­brirlo, te atrapa para siempre”.

De este tipo de hechizo sobre públi­cos masi­vos sabe mucho el gran super­ven­tas Javier Sie­rra (Teruel, 1971): “La turo­lense es una tie­rra muy fér­til en leyen­das y epi­so­dios sor­pren­den­tes, casi no hay pue­blo sin una his­to­ria de dra­go­nes –resulta curioso que esos mis­mos pue­blos sean hoy yaci­mien­tos impor­tan­tes de hue­sos de dino­sau­rio–, o sin rela­tos de bru­jas y fan­tas­mas”. En Teruel “apren­die­ron a inter­pre­tar el Uni­verso cria­tu­ras extra­or­di­na­rias como Buñuel o Segundo de Cho­món, padre del cine moderno, por no hablar de otros muchos talen­tos que ha dado esta tie­rra que, como toda región ais­lada, situada entre varias fron­te­ras polí­ti­cas y natu­ra­les, es un micro­cos­mos lleno de mati­ces y rin­co­nes por des­cu­brir, y esa sen­sa­ción de estar hollando terra incog­nita ha sido siem­pre de lo más esti­mu­lante para mí, ya que me inculcó el hábito de la aten­ción: esto es, de tener los ojos abier­tos, de estar a la espera”, explica. Y se le nota que sus víncu­los lite­ra­rios con la pro­vin­cia que le vio nacer “son de natu­ra­leza afec­tiva: “Allí aprendí a leer, a mara­vi­llarme con las his­to­rias ence­rra­das en sus biblio­te­cas públi­cas y a per­ge­ñar mis pri­me­ros escri­tos; y mis pri­me­ras cla­ses de lite­ra­tura en el cole­gio, con una pro­fe­sora (doña Emi­lia) que supo trans­mi­tir­nos su pasión por las letras, mar­ca­ron de forma inde­le­ble mi alma”. En cuanto a su expe­rien­cia de “turo­lense por el mundo”, afirma: “No dudo en turo­lear siem­pre que puedo. Es una obli­ga­ción del alma con­tarle al mundo de dónde vengo y decir­les que mi tie­rra es un lugar fér­til en crea­ti­vi­dad, pero no soy de los que ve sus orí­ge­nes como algo exclu­yente, los nacio­na­lis­mos exa­cer­ba­dos empo­bre­cen el espí­ritu, la gran­deza de una vida con­siste en vivirla, en abrirse al mundo y empa­parse de él… en mi caso, para luego contarlo”.

Recu­pe­rada en 2016 des­pués de quince años sin cele­brarse, la Feria del Libro de Teruel, coor­di­nada por Joa­quín Gui­llén, sir­vió en su edi­ción de este año a LEER para encon­trarse con otros auto­res loca­les cul­ti­va­do­res del género his­tó­rico como Sebas­tián Roa o Luis Zueco (Borja, Zara­goza, 1979), nove­lista, his­to­ria­dor, inves­ti­ga­dor y fotó­grafo, ade­más de vice­pre­si­dente de la Aso­cia­ción de Ami­gos de los Cas­ti­llos de Ara­gón. Zueco ha ambien­tado sus dos pri­me­ras fic­cio­nes his­tó­ri­cas, El cas­ti­llo y La ciu­dad (Edi­cio­nes B) en la for­ti­fi­ca­ción oscense de Loa­rre y en Alba­rra­cín, res­pec­ti­va­mente; la pri­mera por su “auten­ti­ci­dad”, la segunda “por su his­to­ria medie­val, que es casi épica: no sólo la ciu­dad, sino todo su terri­to­rio me sir­vió para crear un micro­cos­mos del Medievo sin salir de sus fron­te­ras”. Cerrará la tri­lo­gía “en el monas­te­rio de Veruela con una trama muy rea­lista donde, una vez más, la ambien­ta­ción será esencial”.

Tam­bién acu­dió a la cita en Teruel, entre otros muchos, Che­sús Yuste (Zara­goza, 1963). Polí­tico, fun­da­dor de la Chunta ara­go­ne­sista y dipu­tado regio­nal durante cua­tro legis­la­tu­ras, fue repre­sen­tante de su for­ma­ción en el Con­greso de los Dipu­tados entre 2011 y 2014, desem­peño que le sir­vió para ambien­tar su novela negra Ase­si­nato en el Con­greso (Xor­dica, 2017). Para Yuste “hay razo­nes para el opti­mismo en Ara­gón. Cada año irrum­pen nue­vas edi­to­ria­les y nue­vos auto­res ara­go­ne­ses mien­tras las edi­to­ria­les vete­ra­nas se con­so­li­dan y los escri­to­res con­ti­núan abrién­dose al mer­cado espa­ñol, como Luz Gabás, ade­más de los ya con­sa­gra­dos”. Asi­mismo, “la con­so­li­da­ción de algu­nos auto­res de novela negra de Ara­gón en edi­to­ria­les impor­tan­tes y la crea­ción del Fes­ti­val Ara­gón Negro que dirige Juan Bolea han ser­vido como refe­ren­cia y ban­de­rín de engan­che para quie­nes vamos detrás”.

 

Lite­ra­tura y periodismo

Queda con­tras­tada la impre­sión de Daniel Gas­cón: “El pano­rama actual de las letras ara­go­ne­sas es atrac­tivo y diná­mico, con­vi­ven auto­res de eda­des muy dis­tin­tas que prac­ti­can todos los géne­ros”. Es más, “existe un tejido lite­ra­rio en la comu­ni­dad: auto­res, edi­to­ria­les, libre­rías, suple­men­tos cul­tu­ra­les y revis­tas”. Coin­cide en ello Irene Vallejo (Zara­goza, 1979), galar­do­nada este año con La Sabina de Plata: “El Heraldo de Ara­gón me dio la pri­mera opor­tu­ni­dad de publi­car y apren­der el ofi­cio, aquí tene­mos la gran suerte de con­tar con ese extra­or­di­na­rio perio­dista cul­tu­ral y escri­tor que es Antón Cas­tro”.

El edi­tor de su ante­rior publi­ca­ción (la reco­pi­la­ción de colum­nas El pasado que te espera), Ser­gio Nava­rro, reme­mora para LEER: “De la mano de Irene comencé la aven­tura de Anorak Edi­cio­nes”, a sabien­das de que “la obli­ga­ción de todo edi­tor es ofre­cer a nove­les la posi­bi­li­dad de sal­tar al ruedo lite­ra­rio”. Dice con­ser­var aún “las pri­me­ras colum­nas que aque­lla autora por enton­ces des­co­no­cida publi­caba en la con­tra­por­tada del Heraldo de Ara­gón”; y ahora, siete años des­pués, se enor­gu­llece de “haber ini­ciado con ella la colec­ción Ecléc­ti­cos de Anorak, que ha aco­gido hasta ahora una quin­cena de títu­los con una pre­vi­sión para el nuevo curso de ampliar la cose­cha a seis nue­vas pro­pues­tas que engran­de­ce­rán hori­zon­tes geo­grá­fi­cos y sen­ti­men­ta­les”. Es la suya, sin duda, una edi­to­rial “nacida con el pro­pó­sito de con­ta­giar la pasión (o devo­ción) por perio­dis­tas y colum­nis­tas vin­cu­la­dos a medios loca­les, y con­ver­tir su talento en libros”. Por su catá­logo des­fi­lan “perio­dis­tas como Juanma Fer­nán­dez; Cris­tina Grande con la deli­ca­deza y humor de sus colum­nas; Ester Ber­dor con su debut en novela; Iguá­zel Elhom­bre, valiente y rebelde, con sus colum­nas ata­das a la tie­rra, la actua­li­dad y el dolor de toda injus­ti­cia; y Ser­gio del Molino, cro­nista de un tiempo y un país, el nues­tro, y hoy acla­mado como gran nove­lista”. Al hablar de este último, su dis­curso “se llena de adje­ti­vos boni­tos: El res­tau­rante favo­rito de Nina Hagen es la joya más reful­gente del catá­logo Anorak”. Ase­gura a LEER: “Tengo la cer­teza de que en nues­tra tie­rra a Ser­gio se le admira, se le res­peta, se le escu­cha, se le quiere y, lo más impor­tante, se le lee”.

Desde los años ochenta la salud de la lite­ra­tura ara­go­nesa no ha parado de fortalecerse

Tam­bién Rodolfo Noti­vol tiene claro que “el perio­dismo y la narra­tiva ara­go­nesa son dos terri­to­rios siem­pre bien comu­ni­ca­dos, y en Ara­gón, ade­más, tene­mos un refe­rente incon­tes­ta­ble de esa cone­xión como Ramón J. Sen­der, así como ahora mismo hay nove­lis­tas que son estu­pen­dos arti­cu­lis­tas como Mar­tí­nez de Pisón, quien escri­bió la mag­ní­fica Ente­rrar a los muer­tos, lin­dante con ambos cam­pos”. Gas­cón, al men­cio­nar “escri­to­res que son perio­dis­tas”, añade el nom­bre de “un genio como Mariano Gis­taín”. De este autor son curio­sos los libros que firma con María Pilar Clau (Zara­goza): Lo mejor de Zara­goza (2009), Agua y cielo (2010) y Zara­goza, tú y yo (2011). El pri­mer título es “un ensayo que pre­ci­sa­mente tiene como obje­tivo con­ver­tir la ciu­dad en lugar de ins­pi­ra­ción; el que va a con­ti­nua­ción es una his­to­ria de amor mar­cada los rit­mos his­tó­ri­cos rela­cio­na­dos con el agua en Ara­gón, que acom­pa­ñan y for­jan las vidas de los pro­ta­go­nis­tas desde 1950 hasta 2013; y en Zara­goza, tú y yo, la autén­tica pro­ta­go­nista es la pro­pia capi­tal”, explica Clau a LEER. Y en su última novela, Péta­los de luna (Pla­neta), el per­so­naje prin­ci­pal es de Zara­goza, del mismo modo que la acción de su pró­ximo libro, La sobrina, que se publica el pró­ximo mes de noviem­bre, trans­cu­rre en tie­rras ara­go­ne­sas: “Creo que está bien reivin­di­car la pro­pia tie­rra como lugar literario”.

 

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José Luis Melero en su biblioteca.

 

Pro­fe­tas en su tierra

A la nómina de auto­res de refe­ren­cia, Alfredo Sal­daña añade otros tan­tos nom­bres: José Verón, Joa­quín Sán­chez Vallés, José Igna­cio de Diego Lidoy, Teresa Sopeña, Teresa Agus­tín, José Anto­nio Conde, Javier Sebas­tián, Angé­lica Mora­les, el ya citado Miguel Serrano y un clá­sico como Fer­nando Ferreró. A este último aso­cia­ría­mos la figura tute­lar de Emi­lio Gas­tón en su doble con­di­ción de polí­tico –fun­da­dor del PSA, pri­mer Jus­ti­cia de Ara­gón de la demo­cra­cia– y poeta. Ambos, Ferreró y Gas­tón, pro­ta­go­ni­zan el emo­tivo docu­men­tal Café Niké, Ofi­cina Poé­tica Inter­na­cio­nal (Nacho Escuín, Fran­cisco Ber­nal, Jara Boné, Indiana Cau­di­llo y David H. Seco­rún), sobre una gene­ra­ción ins­pi­ra­dora, según Daniel Gas­cón, para todas las del siglo XXI.

Podría seguir com­ple­tán­dose la lista con muchos más auto­res, como San­tiago Gas­cón, Anto­nio Iturbe (último pre­mio Biblio­teca Breve), Félix Teira, Anto­nio Alta­rriba, José Luis Corral, José Gimé­nez Cor­ba­tón, Juan Mar­qués, Manuel Mar­tí­nez Forega, Ser­gio Ortas Puri­tani, Víc­tor Juan o Julián Casa­nova. Tam­bién podría­mos dete­ner­nos en más títu­los recien­tes de refe­ren­cia como Capi­tal del desierto (Sibi­rana), la segunda novela de Jorge Sanz Bara­jas, “una de las mejo­res publi­ca­das este pasado año en Ara­gón”, a jui­cio de José Luis Melero.

Pero habiendo de con­cluir este tra­yecto por las letras ara­go­ne­sas del pre­sente, esco­ge­mos las pala­bras de cie­rre de Mar­tí­nez de Pisón: “Desde los años 80, en los que coin­ci­die­ron varias gene­ra­cio­nes de escri­to­res ara­go­ne­ses que publi­ca­ban en edi­to­ria­les nacio­na­les, la salud de la lite­ra­tura ara­go­nesa no ha parado de for­ta­le­cerse”. Hon­rado de que pese a su pro­ver­bial humil­dad se le reco­nozca en casa como el gran escri­tor que es, con­cluye: “Eso de que nadie es pro­feta en su tie­rra no se aplica en Aragón”.

* Foto por­tada: Emi­lio Gas­tón, por Car­melo Esteban.

 

 MAICA RIVERA (@maica_rivera)

PORTADA285Una ver­sión de este artículo apa­rece publi­cada en el número de sep­tiem­bre  de 2017, 285 de la Revista LEER

 

 

 

 

 

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