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Cómic lgtb: trazos liberadores

Maggie y Hopeyrec

El cómic tal vez sea uno de los espa­cios que mejor per­mite el desa­rro­llo de dis­cur­sos pro­gre­sis­tas y libe­ra­do­res a todos los nive­les. Las sim­ples viñe­tas dibu­ja­das dan voz a per­so­na­jes que nos mues­tran con inten­si­dad sus pers­pec­ti­vas. La reali­dad de los gays y las les­bia­nas ofre­ció desde los tiem­pos del under­ground esta­dou­ni­dense una valiosa alter­na­tiva a la ver­tiente mas­cu­lina falo­cén­trica y algo misó­gina capi­ta­neada por Robert Crumb.

De esa época des­taca Howard Cruse, cono­cido por su serie Wen­del, apa­re­cida en los ochenta, en la que su pro­ta­go­nista era un hom­bre gay que se enfren­taba a su reali­dad tocando todos los temas del momento, como el sida, los dere­chos de los homo­se­xua­les y otras impli­ca­cio­nes socia­les y polí­ti­cas que les afec­ta­ban. Los dife­ren­tes epi­so­dios de Wen­del fue­ron apa­re­ciendo en la revista The Advo­cate, a la vez que Cruse se con­ver­tía en el edi­tor de los pri­me­ros cua­tro núme­ros de la revista anto­ló­gica Gay Comix, donde se incluían tra­ba­jos de artis­tas que eran abier­ta­mente tran­se­xua­les, gays o les­bia­nas. Apa­rece la obra de Mary Wings, que creó lo que se con­si­dera el pri­mer cómic under­ground lés­bico titu­lado Come Out Comix (1973). Hay otros auto­res fun­da­cio­na­les como Roberta Gre­gory, cono­cida por su per­so­naje Bit­chy Bitch, o Jerry Mills, cono­cido por sus tiras de Pop­pers.

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Por­tada del pri­mer número de “Gay Comix”.

El cómic under­ground mos­traba así una faceta de com­pro­miso social muy enri­que­ce­dora que sería clave tam­bién en la con­fi­gu­ra­ción del cómic alter­na­tivo de autor. En este caso son los her­ma­nos Her­nán­dez los que en la década de los ochenta tra­tan el tema de las rela­cio­nes amo­ro­sas con total natu­ra­li­dad en su serie Love and Rockets. Mag­gie y Hopey, los per­so­na­jes de Jaime Her­nán­dez, son dos muje­res que ten­drán una apa­sio­nada rela­ción de largo reco­rrido donde los mati­ces de su sexua­li­dad y la forma en la que lle­van su rela­ción mar­ca­rán a los lec­to­res. Tam­bién Gil­bert Her­nán­dez intro­duce per­so­na­jes que viven amo­res lés­bi­cos, como por ejem­plo cuando los per­so­na­jes de Riri y Mari­cela esca­pan del pue­blo de Palo­mar para tra­tar de vivir su amor en liber­tad en los Esta­dos Unidos.

Los her­ma­nos Her­nán­dez son cla­ves para enten­der el cómic alter­na­tivo. Ofre­cen una fic­ción grá­fica de voca­ción lite­ra­ria donde la repre­sen­ta­ción de las rela­cio­nes huma­nas libera a sus per­so­na­jes dán­do­les mati­ces novedosos.

Maggie y Hopey, los personajes de Jaime Hernández, en una viñeta de 'Love and Rockets'.
Mag­gie y Hopey, los per­so­na­jes de Jaime Her­nán­dez, en una viñeta de “Love and Rockets”.

La ver­tiente esté­tica con­ti­nua­dora del under­ground más pro­vo­ca­dor ven­dría de la mano de Diane DiMassa en los noventa, con su per­so­naje Hot­head Pai­san, que se define sim­bó­li­ca­mente como una les­biana terro­rista y homi­cida enfren­tán­dose a una socie­dad machista y pro­fun­da­mente patriar­cal que le agrede. Sin embargo la nor­ma­li­za­ción del cómic de temá­tica lés­bica ven­drá de la mano de Ali­son Bech­del, que con sus tiras Dykes to Watch Out for ofre­ció durante mas de dos déca­das un pano­rama inte­lec­tua­li­zado de la reali­dad del colec­tivo en el estado de Ver­mont en Esta­dos Uni­dos. El salto a la novela grá­fica con Fun Home, sus memo­rias sobre la homo­se­xua­li­dad escon­dida de su padre, se ha con­ver­tido en un libro muy exi­toso en los últi­mos años. La diná­mica de refle­xión exis­ten­cial sobre los afec­tos carac­te­riza su nueva etapa, donde sus padres y sus con­flic­tos jue­gan un papel clave. Esa opción edi­to­rial va en detri­mento de su estu­pendo tra­bajo con las tiras de corte social donde el uni­verso coral de un grupo de les­bia­nas ofrece una ver­sión nece­sa­ria de una parte de la socie­dad ame­ri­cana que es motor com­pro­me­tido de trans­for­ma­cio­nes importantes.

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Con “Dykes to Watch Out for”, Ali­son Bech­del ofre­ció durante mas de dos déca­das un pano­rama inte­lec­tua­li­zado de la reali­dad de las lesbianas.

 

La escena española

Esta­dos Uni­dos no es el único país donde ha ger­mi­nado un com­pro­miso crea­tivo e inte­lec­tual con la temá­tica de gays y les­bia­nas. En España Naza­rio será uno de los gran­des pio­ne­ros que en los años setenta se atre­vió a lle­var las refle­xio­nes sobre la homo­se­xua­li­dad a ámbi­tos sub­ver­si­vos de repre­sen­ta­ción. Ini­cial­mente desde la clan­des­ti­ni­dad, fue abriendo con sus his­to­rie­tas espa­cios nue­vos y radi­ca­les donde sus per­so­na­jes mos­tra­ban muchos aspec­tos explí­ci­tos de la sexua­li­dad que reivindicaban.

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“Anar­coma”, de Nazario.

El pro­pio Naza­rio explica con mucha cla­ri­dad cómo en sus comien­zos se enfren­taba a dife­ren­tes pro­ble­má­ti­cas, haciendo su par­ti­cu­lar ajuste de cuen­tas con la Igle­sia, para luego tra­tar de dedi­carse a escri­bir sobre el mundo homo­se­xual, sin pre­jui­cios pero tam­bién sin jus­ti­fi­ca­cio­nes. Des­taca el per­so­naje del tra­vesti Anar­coma, que se mueve por los luga­res de ambiente gay y sufre todo tipo de desen­ga­ños amo­ro­sos. Pere Olivé será otro de los auto­res espa­ño­les que en los ochenta ofre­ce­rán tra­ba­jos sub­ver­si­vos. Con Nacho Gar­cía, chico de com­pa­ñía se aden­trará en el tema de la pros­ti­tu­ción mas­cu­lina y sus pro­ble­má­ti­cas. Por otra parte el tra­bajo de Juanjo Cuerda, con su serie Luismi y Lola, aborda la amis­tad entre un chico gay y su amiga hete­ro­se­xual. Otros auto­res que abor­dan el mundo gay serían Gui­llermo con su Pepe Gay, o Car­les Ponsí con Sauna Para­dise, que narra las his­to­rias de Rod, un homo­se­xual pro­pie­ta­rio de una sauna.

El ale­mán Ralf König es otro pio­nero que nor­ma­liza la temá­tica y la lleva al plano del humor más dis­pa­ra­tado con­ju­gando el sexo directo y explí­cito con todo tipo de enre­dos. En España se dio a cono­cer con El con­dón ase­sino, pero des­ta­can otras obras como Yago, Roy & Al, Fiesta de mari­qui­tas o Hue­vos de toro. En Bél­gica Tom Bou­den, con Max y Sven, tra­baja his­to­rias de jóve­nes que tra­tan de defi­nir sus sentimientos.

Incluso el cómic tra­di­cio­nal de super­hé­roes de Mar­vel o DC ha incor­po­rado tími­da­mente a los homo­se­xua­les como pro­ta­go­nis­tas o per­so­na­jes secun­da­rios en algu­nas de sus pro­duc­cio­nes. En 2002 Mar­vel recu­peró al per­so­naje clá­sico de Raw­hide Kid para rede­fi­nirlo como gay. Sin embargo esta nueva serie solo duró cinco epi­so­dios. Los super­hé­roes cono­ci­dos como abier­ta­mente gays son Apo­llo, basado en la esté­tica de Super­man, y Mid­nigh­ter, ins­pi­rado en Bat­man, que pro­duce Wilds­torm en The Aut­ho­rity. A lo largo de las últi­mas déca­das nue­vos nom­bres han ido apa­re­ciendo asen­tando un género reno­va­dor de sen­ti­mien­tos y pers­pec­ti­vas trans­for­ma­do­ras que con­so­li­dan una socie­dad más abierta.

ANA MERINO

Maquetación 1Una ver­sión de este artículo fue publi­cada en el número de junio de 2014, 253, de la Revista LEER (dis­po­ni­ble en kios­cos y libre­rías y en el Quiosco Cul­tu­ral de ARCE. Tam­bién lo pue­des pedir o mejor aún, sus­cri­birte).

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