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Gustavo Gili, familiar y global

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Fue un pla­cer visi­tar el pasado mes de diciem­bre a Mónica Gili en la mara­vi­llosa sede de la edi­to­rial que dirige, Gus­tavo Gili, en Bar­ce­lona. El resul­tado, el repor­taje de “Los otros edi­to­res” que apa­rece en nues­tro número de febrero. Hace unos días GG lo com­par­tía con entu­siasmo que agra­de­ce­mos en su web, y ahora noso­tros hace­mos lo pro­pio, para que no se diga. Lo firma nues­tro coor­di­na­dor edi­to­rial, BORJA MARTÍNEZ.
 

Más de un siglo con­tem­pla a Gus­tavo Gili, el único de los his­tó­ri­cos sellos fami­lia­res bar­ce­lo­ne­ses –los Sal­vat, Sopena, Juven­tud…– que ha sobre­vi­vido y cre­cido sin per­der su inde­pen­den­cia ni dejar de con­so­li­dar, década tras década, su pres­ti­gio como edi­to­rial de refe­ren­cia inter­na­cio­nal en mate­ria de cul­tura visual.

Gus­tavo Gili es una mara­vi­llosa rareza, empe­zando por su sede: una joya moderna dise­ñada por Joa­quim Gili y Fran­cesc Bassó, Pre­mio FAD de arqui­tec­tura en 1961, ubi­cada en un inte­rior de man­zana del Ensan­che bar­ce­lo­nés, y que se con­serva tal y como se cons­truyó hace medio siglo. En tiem­pos de espe­cu­la­ción insen­si­ble, de reha­bi­li­ta­cio­nes inva­si­vas, de agre­sio­nes coti­dia­nas a la dig­ni­dad de nues­tras ciu­da­des, la plaza de Gus­tavo Gili apa­rece ante el visi­tante como un ver­da­dero oasis. Una soli­ta­ria expla­nada pre­cede al monu­men­tal brise soleil de la fachada prin­ci­pal. El con­junto evoca las oní­ri­cas loca­li­za­cio­nes de Fata Mor­gana, la postapo­ca­líp­tica pelí­cula rodada por Vicente Aranda en aque­lla misma Bar­ce­lona de los 60.

Sede de Gustavo Gili en Barcelona.
Sede de Gus­tavo Gili en Barcelona.

Una arqui­tec­tura que no pro­duce sere­ni­dad ha fra­ca­sado en su misión espi­ri­tual”, dejó dicho uno de los héroes del movi­miento moderno, el mexi­cano Luis Barra­gán. De acuerdo con esa filo­so­fía, el lugar de Gus­tavo Gili –y su obs­ti­nada per­vi­ven­cia– es un rotundo éxito; se nos antoja incluso una des­ti­la­ción del espí­ritu de la edi­to­rial. Como lo es el refi­nado logo a base de hel­vé­ti­cas –GG– creado por Yves Zim­mer­mann, his­tó­rico direc­tor grá­fico de la casa, a comien­zos de los años 70.

Exce­len­tes señas de iden­ti­dad para un sello que desde fina­les de los 60 ha hecho de la divul­ga­ción de la arqui­tec­tura y el buen diseño la prin­ci­pal divisa de su queha­cer. Pre­ci­sa­mente la espe­cia­li­za­ción en cul­tura visual a tra­vés de un puñado de influ­yen­tes colec­cio­nes es el punto fuerte de la edi­to­rial que Gus­tavo Gili Roig fun­dara en 1902 sobre la base de bre­via­rios, devo­cio­na­rios y libros litúr­gi­cos pro­ce­den­tes del catá­logo de su padre, Joan Gili. Aun­que la temá­tica reli­giosa siguió cons­ti­tu­yendo el grueso de su oferta hasta la Pri­mera Gue­rra Mun­dial, cuando Gili hijo se esta­ble­ció por su cuenta ya lo hizo con otros intere­ses. Será pio­nero en la tra­duc­ción de libros y manua­les téc­ni­cos y cien­tí­fi­cos edi­ta­dos al otro lado de los Piri­neos. Admi­ra­ble com­bi­na­ción de Fe y Razón. “El joven edi­tor deci­dió ofre­cer al público espa­ñol y lati­noa­me­ri­cano las mis­mas obras de inge­nie­ría y téc­nica que tenían éxito en Ale­ma­nia, Fran­cia, Ita­lia, con la volun­tad implí­cita de aca­bar con el des­fase eco­nó­mico exis­tente entre unos y otros paí­ses”, explica Phi­lippe Cas­te­llano en Edi­to­rial Gus­tavo Gili, una his­to­ria. 1902–2012, el libro con­me­mo­ra­tivo edi­tado el hace dos años con motivo de su 110º aniver­sa­rio. Una obra her­mosa, exce­len­te­mente dise­ñada –como todas las de la casa–, que cuenta, con voca­ción más ilus­tra­tiva que exhaus­tiva, a tra­vés de una serie de hitos per­so­na­les y edi­to­ria­les, la his­to­ria de GG: la tem­prana voca­ción ame­ri­cana; la rela­ción del fun­da­dor con Jac­ques Schif­frin y el papel deci­sivo de Gili en los pri­me­ros com­pa­ses de su mítica colec­ción La Pléiade; la finan­cia­ción del Dic­cio­na­rio ideo­ló­gico de Julio Casa­res; la edi­ción de libros de artista de, entre otros, Picasso…

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Mónica Gili lo pone inme­dia­ta­mente sobre la mesa de su des­pa­cho cuando recibe a LEER. Com­pone con su her­mano Gabriel la cuarta gene­ra­ción Gili al frente de la edi­to­rial. Su padre, Gus­tavo Gili Torra –direc­tor durante tres déca­das desde 1970 y artí­fice defi­ni­tivo de la espe­cia­li­za­ción de la edi­to­rial en diseño y arqui­tec­tura–, nunca quiso pre­sio­nar a nin­guno de sus tres hijos para que toma­ran el tes­tigo, pero final­mente dos de tres lo hicie­ron natu­ral­mente. Mónica estu­dió His­to­ria del Arte y des­pués de tra­ba­jar durante varios años en el depar­ta­mento de Cul­tura del Ayun­ta­miento de Bar­ce­lona ingresó en la edi­to­rial, donde ya lleva más de dos décadas.

La cita tiene lugar poco des­pués de la Feria de Gua­da­la­jara. Mónica está recién lle­gada, fres­cas toda­vía las bue­nas noti­cias y sen­sa­cio­nes de la impo­nente cita anual mexi­cana: “Des­pués de estar allí vuel­ves a creer en todo. Es una fiesta del libro abierta al público. Allí sigue viva la cul­tura del papel, quizá por­que valo­ran de otro modo el acceso a la cul­tura… No sé si se hace mucho nego­cio –aun­que este año quizá ha cre­cido un poco la parte digi­tal–, pero ha habido más gente que otros años, al con­tra­rio que Frank­furt. Se veía mucho com­pra­dor anglo­sa­jón en la sec­ción de derechos”.

Amé­rica es un hori­zonte his­tó­rico para GG. Ya en 1912, los her­ma­nos Fer­nando y San­tiago Sal­vat (de la más potente edi­to­rial homó­nima), reco­rriendo el con­ti­nente, se encuen­tran a un via­jante de Gili, y así se lo cuen­tan en carta a su her­mano mayor Pablo (reco­gida en la corres­pon­den­cia de ambos edi­tada por Iberoamericana-Vervuet en 2010). La tem­prana pro­yec­ción trans­atlán­tica del sello res­pon­día a una nece­si­dad eco­nó­mica, pero tam­bién a una voca­ción de su fun­da­dor, y a la clara con­cien­cia de que el futuro del libro en espa­ñol se encon­traba en Ibe­roa­mé­rica. Para 1921, la expor­ta­ción supo­nía ya más del 50% del nego­cio de GG. Nos cuenta Mónica que en los años 50 y 60 había ofi­ci­nas de la edi­to­rial prác­ti­ca­mente en todas las gran­des capi­ta­les ibe­roa­me­ri­ca­nas. Cuando se nor­ma­li­za­ron los cana­les de dis­tri­bu­ción en aquel con­ti­nente cam­bió el modelo y sólo quedó la sede de México. Un for­mato que se man­tuvo hasta que en 2001, coin­ci­diendo con su apuesta por el catá­logo en por­tu­gués, abrie­ron ofi­cina en Lis­boa, a la que ahora ha suce­dido una pequeña sucur­sal en Sao Paulo.

Bra­sil, Argen­tina ( “vamos entrando” pese a las difi­cul­ta­des espe­cí­fi­cas de este mer­cado, “quizá por­que la oferta espe­cia­li­zada es menor”), Colom­bia (“muy fuerte desde hace cinco o seis años”), Chile, Perú y Ecua­dor son, por este orden, según Mónica Gili, sus prin­ci­pa­les mer­ca­dos allá, antes regi­dos por alti­ba­jos cons­tan­tes pero en los que ahora “se nota una esta­bi­li­za­ción que parece definitiva”.

Amé­rica, pues, no es nada nuevo para Gus­tavo Gili. Aquel hori­zonte, sin embargo, no ha sido sufi­ciente para paliar la cri­sis domés­tica, cuyos efec­tos empe­za­ron a notar en la segunda mitad del 2008. Muy depen­diente de un sec­tor espe­cial­mente tocado por la rece­sión como es la arqui­tec­tura, GG edita ahora unos 35 títu­los al año, la mitad que en los bue­nos tiem­pos. Pero como no hay mal que por bien no venga, la coyun­tura adversa “ha ser­vido para recu­pe­rar cosas que tenía­mos un poco aban­do­na­das” o abrir nue­vas colec­cio­nes. Los cuen­tos de la cometa, por ejem­plo, que recu­pera el epí­grafe de la colec­ción de biblio­fi­lia del bisa­buelo, Edi­cio­nes de la Cometa, supone la incur­sión de GG en el libro infan­til con el habi­tual buen gusto marca de la casa, y que encuen­tra hueco más en las tien­das de museos o en las sec­cio­nes de arte de las libre­rías que en las de Infan­til. El libro de arte y su his­tó­rica dedi­ca­ción a la foto­gra­fía han ganado peso. Ade­más, “desde 2005 edi­ta­mos libros de moda orien­ta­dos al mundo aca­dé­mico, ocu­pando un hueco que estaba vacío en el mundo edi­to­rial español”.

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Mónica Gili en la terraza de la sede de GG.

 

Como parte de su estra­te­gia para com­pen­sar los efec­tos de la cri­sis, GG tam­bién ha apos­tado por la venta directa a tra­vés de una exce­lente página web, ggili​.com, que brinda un muy buen ser­vi­cio y orga­niza ofer­tas y liqui­da­cio­nes perió­di­cas muy atrac­ti­vas. El mar­ke­ting y la acti­vi­dad en la red se han hecho indis­pen­sa­bles: “Se aca­ba­ron los tiem­pos en que los libros se ven­dían sim­ple­mente por­que eran bue­nos”, reco­noce Mónica Gili. Todo ello en un con­texto en el que “el ver­da­dero com­pe­ti­dor es inter­net, la cul­tura gra­tuita, no el libro digi­tal”. Los tan­teos de GG con los nue­vos for­ma­tos son hasta el momento poco lucra­ti­vos. “Para el libro ilus­trado y espe­cia­li­zado la tran­si­ción es difí­cil. La expe­rien­cia para una edi­to­rial de nues­tras carac­te­rís­ti­cas es muy dife­rente al mundo de la fic­ción y la narra­tiva”. Tie­nen algo más de 100 títu­los en for­mato digi­tal y están en las prin­ci­pa­les pla­ta­for­mas, pero ni siquiera la vía aca­dé­mica o pro­fe­sio­nal da vuelo al nego­cio. “Sigue siendo muy residual”.

BORJA MARTÍNEZ (@BorjaMzGz)

Artículo pub­li­cado orig­i­nal­mente en el número de febrero de 2014 (249) de la Revista LEER.

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